Un país de enfermos
¬ Augusto Corro lunes 10, Ago 2020Punto por punto
Augusto Corro
El sábado, las autoridades sanitarias reportaron 52 mil muertes por la Covid-19, además de 475 mil casos positivos acumulados. Las cifras nos llevan a pensar que la estrategia contra el virus debe revisarse lo más rápido posible. Los encargados de la salud y todas las autoridades deben buscar las medidas que frenen el avance de la pandemia. Urge que lo hagan, pues los pronósticos sobre el número de decesos fueron superados.
La pandemia desde que llegó a nuestro país empezó a cobrar victimas porque encontró el campo propicio para multiplicarse. Diabéticos, obesos y enfermos del corazón le dieron un buen recibimiento al coronavirus. También colaboraron los miles de personas irresponsables que no respetaron las medidas antivirus, como el confinamiento, el lavado de manos, el uso del cubre bocas y la sana distancia.
Algo que también ayudó al fortalecimiento del virus fue el uso incongruente del llamado semáforo sanitario que permitió la apertura de establecimientos comerciales, cuando la pandemia se encontraba en días de alto riesgo de contagio. Se llenaron las calles de transeúntes y el trasporte público se abarrotó de pasajeros. Como si la amenaza de la pandemia no existiera.
El mal manejo del coronavirus se agudizó porque las autoridades aceptaron el retorno a la normalidad en diferentes actividades con tal de que la cuarentena no afectará más a la deteriorada economía. Total, seguimos con la recesión económica y el contagio del coronavirus con índices muy altos de afectados. Y para colmo de los males, no se cuenta con alguna solución cercana para ambas situaciones.
Al contrario, todo parece indicar que las cosas empeorarán con el paso de los días. Aún se recuerda la estimación del número de decesos por la pandemia, que se aceptaba con un poco de lógica, pero conforme pasó el tiempo, las cifras rebasaron los pronósticos. Nunca será tarde para que las autoridades multipliquen sus esfuerzos, que no se ven reflejados en la lucha contra la pandemia y el problema económico.
En materia de coronavirus, el gobierno tendrá que analizar nuevas estrategias para enfrentarlo. No será fácil si los políticos anteponen sus intereses personales al de la mayoría de los mexicanos que quieren poner fin a la pandemia, pero se dan cuenta que son los propios gobernantes quienes no apoyan en la aplicación de las medidas sanitarias. El propio presidente López Obrador no usa el cubrebocas, los funcionarios del gabinete tampoco lo hacen.
Los gobiernos invitan a la sociedad a volver a sus actividades cuando el riesgo de contagiarse continúa por todos lados. ¿Realmente calcularon las dimensiones del daño al hacer a un lado el aislamiento? ¿Las autoridades entenderán que la estrategia actual contra el virus no funcionó? Así lo muestran 52 mil decesos y alrededor de medio millón de contagiados por el virus. Los planes no fueron lo eficaces que se necesitaba.
En fin, los diferentes factores de salud y economía coincidieron en juntarse para dañar a la sociedad mexicana, que en parte ayudó a la Covid-19 a invadirnos, con lista de enfermedades que padecía debido al consumo exagerado de azúcar, sal y harinas. ¿Qué futuro nos espera? Es la pregunta que deben responder los gobiernos de los tres niveles: municipal, estatal y federal. Para empezar, quienes nos gobiernan se encuentran obligados a preocuparse, ahora sí en serio, de la pesadilla del coronavirus.
Es importante que las autoridades sepan que la sociedad está harta de pronósticos falsos, de achatamiento de curvas, de semáforos sanitarios que desorientan, de malos ejemplos a sus seguidores con el uso a capricho del cubrebocas. La población no tiene más opciones que continuar con las medidas sanitarias, que nos sabemos de memoria, pero principalmente no salir a la calle. Es vital cumplir con la cuarentena, mientras se encuentra la vacuna que venza a la Covid-19.
Por cierto, vamos a empeñarnos en una lucha para evitar que México continúe como un país de enfermos. Erradicar las enfermedades que nos agobian, entre otras la diabetes, la obesidad y los males cardiacos. ¿Usted qué sugiere amable lector?