Adiós al “Reina de los cielos”, el avión de la KLM más grande del mundo, que volaba Ámsterdam-México-Ámsterdam • I
Turismo lunes 10, Ago 2020De cinco estrellas
Victoria González Prado
Fotos cortesía de KLM y Alberto Gil
I/II
Ámsterdam, Holanda, vía Royal Dutch Airlines. Cuando viajamos en el mayor Boeing 747-400 Combi de la Royal Dutch Airlines (KLM) rumbo a Ámsterdam no imaginamos que luego contaría la historia con nostalgia, tristeza y, hoy, también con incertidumbre.
No quiero parecer fatalista, pero diré que el turismo mundial atraviesa por el peor momento de su historia. Nunca antes en el mundo las aerolíneas se habían quedado en tierra y centenares de viajeros varados; hoy sólo hay algunas operaciones aéreas domésticas en distintos países.
En estos momentos críticos para todo el globo, resulta banal y aún superfluo hablar del Boeing 747-400 Queen of the skies (“Reina de los cielos”), o pensar en viajar a Ámsterdam, mas no olvidemos que lo último que muere es la esperanza y siempre sale el sol tras cada tormenta. Estoy segura de que el astro rey volverá a brillar para el sector turístico, el que hoy tiene importantes retos, y entre todos debemos buscar la mejor forma para sacarlo adelante y reactivar los viajes.
Por ahora no habrá otra forma de reactivar la industria sin chimeneas que no sea viajando por el país, por el mío o por el tuyo, y mientras estamos resguardados en casa podemos pensar en los sitios cercanos o lejanos que nos gustaría conocer, planear ir a ellos y hacerlo en cuanto tengamos posibilidades.
Cuando llegó a la Ciudad de México en el año 1992 la “Reina de los cielos” causó gran sensación. No fue para menos, pues es la nave más grande del mundo, de aquí su nombre Queen of the skies. El 28 de marzo de este año, KLM anunció que sería el último viaje de ese gigantesco aparato en su ruta Ámsterdam-Ciudad de México-Ámsterdam; dejó de volar. Estamos seguros de que muchos lo extrañaremos.
El equipo de trabajo del grupo Air France-KLM agradeció los servicios de la “Reina de los cielos” y con orgullo, con mucho orgullo se despidió de ella, una de las aeronaves más nobles, símbolo moderno de la aviación. Concluyó su etapa en la historia de KLM (Royal Dutch Airlines) en México y siento que quienes volamos en ese avión somos parte de lo que pronto será leyenda.
La “Reina de los cielos” ya es historia. Por cierto, pesaba 390 mil 100 kg sin carga y sin pasajeros. Nació en momento arriesgado para la aviación comercial. Boeing -su fabricante- estaba inmerso en el diseño de avión que pudiera competir con el Concorde (proyecto que más tarde sería cancelado). El futuro de la aviación estaba en la planta de producción de esa firma estadounidense, en la que ni siquiera cabría el propio avión, pues hasta entonces nunca se había necesitado tanto espacio.
A finales de los años 50 Boeing recibió numerosas solicitudes de aerolíneas de todo el mundo para construir avión de mayor tamaño que el 707, entonces insignia de la armadora. Años después lanzó al mercado el Boeing 747-100, primer avión de pasajeros de doble pasillo y silueta inconfundible por su característica joroba.
Años más tarde, en todas las versiones del Boeing 747 la cabina de pilotos se colocó en la parte superior. En versiones especiales para comercio internacional, la punta o nariz se abre, para facilitar carga y descarga de mercancía.
Luego de la presentación y éxito de la “Reina de los cielos”, Boeing lanzó al mercado algunas variantes para rutas cortas de mucha demanda, de menor tamaño y mayor autonomía de vuelo. Les siguieron los aparatos 747-200 con mayor rango, el 300 con joroba un poco más larga y el 400/400ER, que revolucionó la industria de la aviación, pues permitió a aerolíneas usuarias operar sin escalas, vuelos que antes nadie imaginó posibles.
Durante la década de los noventa, Air France-KLM y otras compañías aéreas empezaron a volar sin escalas desde sus hubs a Ciudad de México con el Boeing 747-400 Combi. Han pasado muchos años y la “Reina de los cielos” de KLM se fue de México para no regresar.
Quizá muchos volaron en el Boeing 747-400 Combi y otros planearon hacerlo. Su despedida sería en octubre. La pandemia obligó a adelantar la fecha. Al final, para mi, volar en ese aparato fue experiencia agradable y asombrosa. Para otros pudo ser inquietante o indiferente.
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