Otro escenario de violencia
¬ Augusto Corro viernes 7, Ago 2020Punto por punto
Augusto Corro
En México, son varios los escenarios de la violencia que se incrementa ante la incapacidad de las autoridades para brindar seguridad a la sociedad. Los asaltos, extorsiones, secuestros y homicidios ya forman parte de las actividades cotidianas, en un país en el que los delincuentes gozan de impunidad derivada de la corrupción o de la incompetencia de las autoridades.
La ausencia de justicia provocó en un sinnúmero de hechos la venganza directa de los afectados victimas de acciones criminales. En las redes sociales se muestran los innumerables delitos a los que se encuentra expuesta la sociedad harta de violencia e injusticia.
Son varios sexenios en los que los delincuentes se convirtieron en los amos de nuestro país. Pueden asaltar, extorsionar, secuestrar y asesinar con la seguridad que serán beneficiados con la impunidad total. Cabe señalar que uno de los escenarios de la violencia se encuentra relacionado con los periodistas.
Los comunicadores forman parte de la sociedad que se encuentra a merced de los hampones, caciques y capos que los asesinan porque se sienten afectados cuando los exhiben como criminales o viles delincuentes. Según las cifras, más de 133 periodistas perdieron la vida a manos de sicarios.
El domingo pasado, el periodista Pablo Morrugares y su escolta fueron asesinados en Iguala, Guerrero. En el lugar del ataque, un restaurante, las autoridades recuperaron 55 cartuchos de fusil R-15, como muestra de la saña para privar de la vida al comunicador, quien en mantas públicas era amenazado por grupos criminales.
En la mencionada entidad, convertida en tierra sin ley, realizan sus actividades delincuenciales diferentes grupos dedicados al producción y distribución del opio. La lucha entre los denominados cárteles de la droga tiene sumido al estado en el terror y la impunidad.
Al fenómeno de la delincuencia se le suma el problema de los caciques de pueblo que se sienten intocables y son los principales enemigos de los periodistas. En esas zonas no hay libertad de expresión. El reportero Morrugares tenía protección policial desde 2016, cuando él y su esposa salieron ilesos de un atentado.
Dos días después del asesinato del comunicador Morrugares, hombres armados balearon las oficinas del periódico Diario de Iguala. Al momento del ataque no se encontraban trabajadores en las instalaciones. En cuanto suceden hechos que agravian a los periodistas, surgen las condenas por parte de los organismos defensores de los derechos humanos.
Son manifestaciones para exigir la investigación y castigo contra los agresores de los periodistas que nadie atiende. Las autoridades saben muy bien que la noticia se olvidará con el transcurso de los días. La impunidad se presenta como es costumbre. El expediente del crimen terminará archivado.
Otro periodista asesinado
En menos de una semana, otro periodista fue asesinado en México, país considerado como uno de los más peligrosos para el ejercicio de la prensa en el mundo. Eduardo Ochoa, de 29 años, reportero independiente, fue asesinado a balazos en Uruapan, Michoacán, una plaza siempre en disputa por los narcotraficantes.
La agresión ocurrió cuando Eduardo Ochoa salía de su domicilio el martes al mediodía para ir a comprar comida. El comunicador, de acuerdo con informes de la policía, estaba amenazado de muerte por delincuentes locales. En varias ocasiones, el periodista manifestó el deseo de dejar su profesión debido a las informaciones que afectaban a los hampones.
Como en casi todos los asesinatos de los periodistas, la muerte de Eduardo Ocho tampoco será investigada. Los asesinos saben que las autoridades no harán ni el menor intento para buscarlos y llevarlos ante la justicia. En fin, en el otro escenario de violencia en México, los periodistas son las víctimas de las balas y de la impunidad. ¿Usted qué opina amable lector?