“Veneno embotellado”
Alberto Vieyra G. martes 4, Ago 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Ya hemos dicho y no está por demás repetirlo que México es una nación de peso completo. ¿Por qué? La nación azteca es el primer país en el mundo que más se consume refresco y con más obesidad que la que registra Estados Unidos, pues el 70% de las personas adultas rondan en los pesos completos, más de 5 millones de niños también son obesos y a causa del maldito “veneno embotellado” mueren anualmente en México 25 mil personas. Casi 9 millones de compatriotas padecen diabetes, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otro dato escalofriante es que los mexicanos adictos al “veneno embotellado” toman anualmente un promedio de 165 litros, es decir el equivalente a casi 60 kilos de azúcar cada año, a diferencia de los mexicanos que durante 1910 la era de Revolución Mexicana se consumía 5 kilos de azúcar anualmente. Lógico más azúcar en la sangre, más diabetes, más hipertensión, más dientes podridos, más daños cerebrales, más problemas circulatorios, más gastritis y colitis y un sinfín de más y más y más padecimientos de enfermedades crónico degenerativas, eso nos deja el “veneno embotellado”.
Traigo el tema a discusión porque tanto Andrés Manuel López Obrador, como su corifeo del coronavirus, Hugo López-Gatell han arremetido en el último mes contra la industria refresquera de México echándoles la culpa de ser la principal causante de muertes por el coronavirus, ello es falso; pero cuando se trata de echar culpas a los demás para sacarle al bulto y no reconocer la ineficiencia y la irresponsabilidad gubernamental en el tratamiento serio de la pandemia a alguien le tienen que echar la bolita, vale la pena decir que en algo tienen razón: La industria de las gaseosas ha provocado un problema de salud pública de grandes dimensiones. En el gobierno de AMLO no se descarta incluso una ola de expropiciaciones de refresqueras, incluyendo la trasnacional de los “cocaculeros” de Atlanta, lo cual presagia un problema mayúsculo, pues no hay que olvidar que a Salvador Allende, en Chile lo derrocaron los poderosos Rockefeller, pero ese sería problema de AMLO, pues el capitalismo odia todo lo que huela a comunismo.
Hace 5 años, la industria refresquera ocupaba a 35 mil trabajadores directos y generaba empleos indirectos para más de 1 millón. ¿A dónde se irían en caso de una expropiación de la industria refresquera? Claro que a la calle. ¿Y los millones de adictos al “veneno embotellado”? Seguramente que lo buscarían en México o en el extranjero porque científicamente está comprobado que desde que los bebés son amamantados por su madre, la leche materna en dulce, lo cual por naturaleza crea una adicción que se agiganta entre más dulces estén los refrescos, pastelitos y todo lo que tenga que ver con altos contenidos de calorías. Un ejemplo: Una “droga-cola” de 600 mililitros contiene más de 350 calorías y para que el cuerpo las elimine, los adictos tienen que correr cuando menos 4 kilómetros diarios y si no, las lonjas no se harán esperar.
Ciertamente, un problema de salud pública y social muy grave. Pero no sería mejor que a la industria refresquera se les impusieran impuestos rudísimos para que la gente deje de consumir el “veneno embotellado”, por los altos precios a menos que de a plano quieran morirse. ¿Verdad que estamos mal, muy mal o estará echada la suerte a la industria refresquera de México?