Jarabe de pico
Freddy Sánchez martes 28, Jul 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
¡Párenle a su carro¡
Algo así podría decírseles a los que echaron a volar la imaginación acerca del alcance que tendrá la persecución contra los actos de la corrupción sexenal en la época del ex presidente Peña Nieto, a quien, de plano hay los que visualizan, tras los barrotes de una celda solitaria, bajo el reflector incesante de una luz que no lo deje dormir y sometido a una dieta de pan y agua.
O sea: mucha imaginación. Porque lógicamente al ex primer mandatario, será casi imposible que la justicia mexicana “lo pesque”, acusándolo de haber incurrido en tratos corruptos en torno a la reforma energética en el país.
Que se le mencione en las declaraciones de señor Lozoya y hasta se le pudiera llamar a declarar, no es descartable, aunque es de dudar que la “vara de la justicia” logre actuar en su contra. Entre otras opciones de protección a su persona de la que podrá echar mano, el señor Peña Nieto, está la inmunidad a favor de los ex presidentes, que por el momento no ha quedado proscrita y por lo que se sabe tampoco hay voluntad institucional de promover una reforma legal que así lo pudiera propiciar.
De modo que en el caso de las investigaciones judiciales para deslindar responsabilidades por actos de corrupción entre gente cercana al ex presidente, lo que se antoja poco probable es que a fin de cuentas se decida acusar formalmente a Peña Nieto.
Porque a diferencia de lo que ha sucedido en otros países, con la encarcelación de varios ex presidentes involucrados en los sobornos repartidos por una empresa petrolera multinacional, tal cosa no se perfila como cierta en territorio nacional, y por lo mismo, es de suponer que las autoridades competentes habrán de poner “la mira de la justicia” en personajes de alto nivel que hayan ocupado cargos muy importantes en la burocracia sexenal recién sustituida por los representantes del actual gobierno.
En este supuesto, es de hacer notar que lógicamente sería más que decepcionante para la impartición de la justicia en la presente administración, contentarse con la captura, consignación y sometimiento carcelario de quienes hayan carecido de una estatura de alta envergadura en los asuntos del poder en tiempos de Peña Nieto.
De modo entonces que si el ex presidente, difícilmente figurará en la lista de acusados y procesados penalmente, justamente por esa razón, los que deban estar en ese penoso trance tendrán que ser “pollos gordos” del pasado régimen.
Y entre ellos, naturalmente, los candidatos al “ajusticiamiento”, no únicamente penal, sino particularmente político y social tendrán que haber ocupado el nivel de secretarios de estado o bien algunos otros “rimbombantes” cargos políticos y no ser simples “segundones” de la política y la burocracia.
Esa es la expectativa que se ha forjado pesando que el señor Emilio Lozoya, a cambio de su trato con el gobierno, daría elementos suficientes para demostrar la culpabilidad de funcionarios cercanos a Peña Nieto, involucrados en la recepción de sobornos para favorecer intereses oscuros con las reformas estructurales aprobadas en el Congreso.
De tal suerte que si en aras de no enfrentar resistencias legislativas, los dineros corruptores que facilitaron los cambios legales se repartieron entre legisladores de distintos partidos políticos, como sería natural, la gente esperara que algunas “súper estrellas” del pasado periodo sexenal, sean objeto de persecución judicial por sus presuntas corruptelas.
En ese sentido, es que la expectación social ha crecido exponencialmente a la espera de que los arreglos del gobierno y Emilio Lozoya, rindan “jugosos frutos”, añadiendo a las consignaciones penales, la recuperación de cuantiosas fortunas de esa corrupción.
Eso desde luego para que en este caso como en tantos otros en el pasado no estemos siendo ilusionados por puro “jarabe de pico”.