El recuento de Ortega
Ramón Zurita Sahagún viernes 18, Mar 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Nueve años y cuatro intentos transcurrieron para que Jesús Ortega Martínez lograra la presidencia nacional del PRD y poco más de dos años en conseguir que ese partido se viera desplazado del gusto de los electores.
“El Chucho” mayor, como es conocido el aguascalentense participó en cuanto proceso interno se celebró para elegir al presidente del partido, aunque fracasó en tres ocasiones y en la cuarta una decisión del Tribunal Electoral le permitió hacerse de la dirigencia nacional, en una competencia considerada como un auténtico “cochinero”.
Procedente del Partido Socialista de los Trabajadores, donde fungió como uno de los principales colaboradores de Rafael Aguilar Talamantes, Ortega Martínez fracasó ante Amalia García Medina y Rosario Robles, viendo pasar una serie de dirigentes nacionales, electos, designados o interinos, hasta que le llegó su turno.
El balance que deja Jesús Ortega Martínez como presidente del partido del sol azteca no es uno de los más halagüeños, aunque en su conteo se anoten los supuestos triunfos de su partido en los gobiernos estatales de Oaxaca, Puebla, Sinaloa Y Guerrero.
Ninguno de los cuatro triunfos conseguidos, supuestamente, por el PRD bajo la presidencia de Ortega Martínez les pertenece íntegramente y menos fue logrado por candidatos de su partido.
Gabino Cué Monteagudo es militante de Convergencia y como tal logró la victoria en la alcaldía de Oaxaca y en la disputa por el Senado de mayoría. Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla, es militante de Acción Nacional y en ese carácter triunfó como candidato al Senado de la República. Mario López Valdez fue como los otros dos senador de mayoría, aunque él lo consiguió como militante priísta.
El cuarto ganador de un gobierno estatal bajo los colores perredistas ganó también el Senado de la República, aunque no lo hizo por la vía de la mayoría, ya que consiguió su escaño como primera minoría y mantiene la coincidencia de los otros tres de una larga militancia priísta
Ángel Heladio Aguirre Rivero fue convencido de abandonar al PRI para representar al PRD y sus satélites Convergencia y PT en Guerrero, siendo una estrategia conveniente, ya que pudieron conservar la administración estatal.
En cambio, el PRD perdió, bajo la presidencia de Ortega, dos de sus bastiones que mantuvo durante dos administraciones estatales, Zacatecas y Baja California Sur y en ambas el papel de “Chucho” fue determinante.
Desde la presidencia, Ortega Martínez dejó que Amalia García Medina se saliera con su voluntad de nominar al que ella quería como candidato, sin importar que hubiera otros militantes que se ubicaban adelante en las preferencias ciudadanas.
En Baja Sur sucedió algo similar, con Narciso Agúndez Montaño poniendo y quitando candidato a gobernador y Ortega Martínez respaldándolo, con el resultado de todos conocido, el candidato que quitaron se fue a otro partido, el PAN, y derrotó al PRD y les arrebató el bastión.
Curiosamente los dos territorios perdidos fueron de la misma forma como ellos acostumbran con dos abanderados salidos de ese partido que adoptaron los colores del PRI y PAN, respectivamente.
En los poco más de dos años de la presidencia de Ortega, el partido avaló una serie de candidatos que fracasaron en las urnas, sin ser siquiera militantes del partido.
Chihuahua, Durango, Veracruz, fueron severos tropiezos, en donde los candidatos fueron un panista, un ex priista y un convergente, respectivamente, mientras que en Tlaxcala, la candidata aventó la toalla e invitó a una alianza de facto con la candidata panista que resultó derrotada.
Pero el balance de Jesús Ortega no solamente es deficitario por las pérdidas electorales y las pocas ganancias obtenidas, sino porque deja un partido sumamente fracturado.
Hoy deberá definirse el nombre de su sucesor y la corriente que aglutina a “Los Chuchos” se encuentra sujeta a la pérdida del poder.
Con el cambio de dirigente nacional del PRD, la política de alianzas establecida con el PAN se encuentra en riesgo y con ello la principal divisa de “Los Chuchos” que fincaron su supuesto éxito en la unión con su principal partido antagónico.
Y es que en el Estado de México, perredistas y panistas apuestan a que yendo de la mano podrán vencer a un priísmo sumamente arraigado en el ánimo ciudadano.
Sin embargo, el próximo 27 de marzo serán escrutados los ciudadanos sobre la posibilidad de construir una alianza entre perredistas y panistas, la que puede ser adversa, pero antes de ello, mañana mismo puede escribirse el epitafio de la misma y de la política de alianzas, dependiendo el que resulte ganador de la rifa del tigre que representa la presidencia nacional del PRD.
Al interior del partido, se gestó un malestar grande sobre las directrices seguidas por el partido durante el liderazgo de Ortega Martínez y la forma en la que se allegó la dirigencia partidista.
Nadie olvida dentro del partido de la Revolución Democrática el resultado de la disputa entre Alejandro Encinas y Jesús Ortega por la presidencia del partido que arrojó una de las elecciones más sucias de la historia partidista, la que fue bautizada como el “Chuchinero”.
EL DESLINDE DE PEÑA
El gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, deslindó a su administración de las acusaciones que le lanzaron los dirigentes nacionales del PAN y PRD sobre el supuesto uso de los recursos estatales con fines electorales.
“Si del proceso que se inicia se tiene que hacer una suspensión del funcionario, se hará; en tanto el funcionario en gestión no sea requerido corresponderá a él responder de modo propio a las implicaciones del caso”.
Auguró que este tipo de señalamientos serán recurrentes hasta el día de la elección.
“Los partidos todavía no tienen sus candidatos y ya empiezan este tipo de señalamientos y que seguramente lo observaremos a lo largo de la campaña”.