Futuro electoral incierto
¬ Augusto Corro jueves 9, Jul 2020Punto por punto
Augusto Corro
En 2021 se efectuarán las llamadas elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados, quince gubernaturas, congresos estatales y autoridades municipales. Los partidos políticos se alistan para participar en la contienda electoral, casi todos en coaliciones. Tras la derrota de la oposición en los comicios presidenciales de 2018, los organismos políticos que la integran quedaron maltrechos, unos a punto de desaparecer. ¿Cuál de estos institutos políticos obtendrá más triunfos el próximo año? ¿Volverá a arrasar el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena?
Veamos: en el presente, Morena se encuentra como un partido pasivo, pasmado, en los dos últimos años. Su actividad política fue nula. Ni siquiera pudo cambiar su dirigencia. Como todos los partidos políticos de izquierda que llegan al poder, en Morena se agudizó la lucha por el poder y se recrudecieron las pugnas de los ambiciosos. Los pleitos de las tribus morenistas son iguales a las de otras organizaciones políticas donde prevalece el divisionismo. Morena no es la excepción, así se ve ahora con los enfrentamientos entre sus jerarcas.
Morena funciona ahora con un presidente interino, Alfonso Ramírez Cuéllar, a quien le encargaron organizar las elecciones para el cambio de dirigente, pero la situación se le complicó. Lo primero que hizo fue iniciar el pleito con la secretaria general y ex presidenta interina del partido, Yeidckol Polevnsky, quien enfrenta una acusación por lavado de dinero, promovida por su propia organización. Una vez polarizada Morena, sus líderes perdieron la brújula.
Las autoridades electorales ordenaron a Ramírez Cuéllar llevar a cabo el relevo en la dirigencia antes del próximo mes de septiembre. Hace algunos días no decidían los morenistas si el cambio iba a realizarse a través de una encuesta abierta, o con los votos de los militantes del partido. El hecho es que ya debe estar renovado el Comité Ejecutivo Nacional de Morena para participar en los comicios del 2021, con la posibilidad que retome el poder Yeidckol Polevnsky, ante la política divisionista del citado Ramírez Cuellar. Como señalamos arriba, los pleitos en la familia de morenistas es también por sus ambiciones personales.
Por ejemplo, Ramírez Cueéllar amplió lo más que pudo su tiempo en la presidencia interina porque quería influir directamente en el nombramiento de los candidatos de su partido para 21 mil 368 cargos y 15 gubernaturas en disputa. A raíz del conflicto interno, el actual dirigente ya no podrá repartir candidaturas de acuerdo a sus ambiciones personales, en unas elecciones con un futuro incierto debido a la presencia del coronavirus (Covid-19) y los resultados que ofrezca el gobierno federal emanado de Morena, pues en el panorama económico se contempla una crisis de pronóstico reservado, derivada del desempleo galopante.
Con la posibilidad de sumar votos, el Partido Verde irá en coalición con Morena. El anuncio de la alianza no causó extrañeza, pues la organización “ecologista” siempre está dispuesta a prestar sus servicios al mejor postor. Más que votos, el Partido Verde lo que garantiza es el desprestigio. El Partido del Trabajo (PT) también formará parte del frente político con Morena y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) para participar en la contienda electoral intermedia. A como de lugar, los morenistas buscan mantenerse con la mayoría de legisladores en la Cámara de Diputados y facilitarle al gobierno federal sus proyectos de cambio.
Las elecciones mencionadas están llenas de incertidumbre para los demás partidos políticos. Acción Nacional (PAN) no encuentra la manera de superar la derrota abrumadora de los comicios recientes. Los blanquiazules se debilitaron a grado tal que no representan una oposición digna al gobierno en turno. Durante los dos últimos años se sumieron en el ostracismo político. No tuvieron ni el empeño ni el deseo de contar con un dirigente que los sacara de la somnolencia en que se encuentran. Marko Cortés Mendoza, el líder, no pudo o no quiso cambiar la imagen negativa del gobernador panista de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.
La espiral de violencia en Guanajuato es veneno puro para el PAN en esta temporada electoral. La población no se explica como un mandatario como Rodríguez Vallejo no se da cuenta que los funcionarios que se encuentran al frente de la lucha contra la delincuencia son un par de inútiles: Calos Zamarripa está a cargo de la Fiscalía de Justicia desde hace once años; y Alvar Cabeza de Vaca, más de siete. Y en la mencionada entidad las masacres continúan. Tiene, pues, Acción Nacional las elecciones perdidas en Guanajuato. Es el PAN el único partido fuerte en la oposición, las demás organizaciones políticas, están en vía de extinción. Nos referimos al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al Partido de la Revolución Democrática (PRD).