La disyuntiva
¬ Edgar Gómez Flores martes 30, Jun 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Semanas atrás, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, exhortó a los mexicanos a tomar una decisión binomial; se está a favor de la Cuarta Transformación, propuesta por su equipo en el gobierno, o se está en contra. No debe haber medias tintas. A partir de ahí, el escenario político quedó partido en dos. Como consecuencia, los autodenominados “moderados” se quedaron en la orfandad política y los políticos de centro tuvieron que dar un paso a la izquierda o a la derecha.
Empero, este interés del primer mandatario por politizar la vida pública, ha quedado opacado por dos disyuntivas previas que tiene el gobierno mexicano y los ciudadanos de este país. Y, me atreveré a decir que esta disyuntiva se encuentra en todos los países del mundo. Los gobiernos, se enfrentan a la problemática de velar por la salud de los ciudadanos y a su vez por la reactivación económica; mientras la gente tiene una disyuntiva existencial. Ésta, se refiere a decidir sobre dos aspectos supremos de la existencia humana; la vida o la libertad.
La pandemia del Covid-19 ha marcado la agenda pública de manera natural en nuestras sociedades; por lo que, el interés por atraer los reflectores por parte de los “transformadores”, en México, es nulo. Mientras esta administración no tome en serio estás disyuntivas, la social y la gubernamental; poco a poco se irá alejando de la vida pública y, un gobierno que se aleja del sentir y del discurso social, quedará condenado a gobernanr solo. Por el momento, no hay algo más qué decidir. Las personas en verdad están valorando su libertad y con los riesgos que esto implica, están pensando o están ya saliendo a las calles de nuestro país, para pasear, para comprar, para trabajar y en el peor de los casos para sobrevivir.
El gobierno juega a un juego calculado, pero de mucho riesgo para su popularidad. Acapara los reflectores en medios de comunicación, ahora que la gente, de manera parcial, sigue confinada. Sin embargo, el alejamiento del interés del gobierno sobre el interés social, hace parecer que los múltiples programas gubernamentales, desde la “mañanera” hasta el show nocturno del doctor López-Gatell, terminarán siendo música de fondo de los hogares mexicanos.
El Presidente mexicano debe entender dos cosas básicas. La gente no puede pensar en sus ideales políticos, sin haber satisfecho sus necesidades básicas. Por lo que, una vez que se decrete el levantamiento de la epidemia, las personas saldrán a las calles a buscar un trabajo o una actividad económica que les regrese parte del sustento económico que tenían antes del confinamiento. Y, el gobierno seguirá intentando meternos en la mente una revolución transformadora, la cual, ni es revolución, ni mucho menos transformadora.
Seguirán los anhelos de la Cuba castrista y del Chile de Salvador Allende y Pablo Neruda, seguirán los discursos de los liberales y los conservadores (sin saber quién es quien), seguirán las improvisaciones en temas de salud, seguridad pública, seguridad nacional, mientras una oposición busca reacomodo; ya sea como un Bloque Opositor Amplio (BOA) o con ciertas coaliciones políticas.
El tiempo pasará sobre nosotros tratando de decidir cuándo es el mejor momento para lograr una “nueva normalidad” en lo económico, en lo social y hasta en lo aspiracional. Por su parte, los verdaderos servidores públicos de este país se romperán la cabeza por lograr un punto medio entre la salud, la vida, la muerte y el sustento económico de las familias mexicanas. Cada uno de nosotros viviendo una disyuntiva personal y colectiva. Mientras tanto, en Palacio Nacional, como la orquesta de cuerdas del Titanic, seguirá amenizando el hundimiento del barco hasta el último momento.