Corrupción en institutos
Freddy Sánchez jueves 25, Jun 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué pudo o podría ser peor: la probable locura de haber creado institutos autónomos e independientes como “brotan las palomitas” en un horno de microondas o la probabilidad de incurrir en un acto fuera de los cabales queriendo “desaparecerlos” sólo porque sí.
Ambas cosas, seguramente, no pueden ser catalogadas como absolutamente cuerdas o un manifiesto desenfreno de la pérdida de la razón.
Y es que lo que se hace por simple moda y, por lo tanto, quizás con ligereza suele producirse sin las debidas medidas más elementales para evitar que lo que obedece a una necesidad social meramente circunstancial se pudiera convertir en algo poco útil o de plano más bien inútil.
Bajo esta dualidad de pareceres no podría ser sensato poner en la misma balanza a todos los institutos creados en México, con la finalidad de aparentar falsariamente un ejercicio de evaluación de su peso específico para decidir a la ligera su permanencia o desaparición sin haber medido realmente el verdadero peso de su importancia como un factor indispensable en aras del bien social.
Porque eso, justamente, (supuesta o ciertamente), animó la idea de crear institutos en nuestro país, que jamás debieron ser ni pueden ser meros escaparates para la complacencia de caprichos institucionales o de quienes fueron nombrados a cargo de las encomiendas de dirigir dichos órganos independientes.
De modo que antes de cualquier acción pública que signifique crear nuevos institutos, reformarlos o eliminarlos, es deseable que se reconozca que en su generalidad los institutos, (salvo las excepciones que pueda haber y deban comprobarse), surgieron a la vida pública como elementos de alto valor como responsables autónomos e independientes, (unos más y otros menos) para evaluar, regular y controlar actividades institucionales.
En ese contexto, se puede afirmar sin ningún temor a equivocarse, que volver a dejar bajo la potestad oficial la resolución unilateral de los asuntos de interés nacional, sin contrapesos de ninguna especie, casi inevitablemente estremece el alma y agobia el hígado del que se ponga a reflexionar sobre lo que sucedía en otros tiempos, previos al surgimiento de toda clase de organismos con carácter independiente en su modo de actuar, respecto a propósitos e intereses quizás personales, en la decisiones y acciones de los servidores públicos.
El hoy Instituto Nacional Electoral, antes IFE, con una integración lo más cercano a una ciudadanización independiente, surgió precisamente después de la cuestionada elección que le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, en medio de suspicacias en relación a manipulación de los votos en la Secretaría de Gobernación, en lo que se llegó a catalogar como “un robo descarado” contra el candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas.
Así entonces, en forma paralela diversos institutos en territorio nacional, fueron constituidos, a fin de que la sociedad confiara en que el ejercicio público, estaría sujeto a determinaciones independientes inclinadas principalmente a ver por el interés de la sociedad y no de grupos de poder, siendo estos económicos o políticos.
Ahora que, bien lo acredita la sabiduría popular del refranero, al plantear que del dicho al hecho hay un trecho, lo que hace indispensable una continua evaluación de los buenos o malos resultados sociales, de todos y cada uno de los institutos que operan en el país.
El hecho de que se revisen sus gestiones y se califique su desempeño, como es lógico, ayudará a garantizar que en sus tareas de ninguna forma se incurra en los abusos o las desviaciones, que la existencia de los institutos pretendió hacer menos constante y perjudicial para la gente, estando en manos sólo del gobierno diversas competencias para las que los ciudadanos y profesionales o expertos independientes podrían ser más confiables.
Dicho de otro modo: los abusos oficiales que pudieran ser menos con organismos independientes o autónomos a cargo de distintas funciones de evaluación, regulación y de control, es algo que debemos defender a toda costa, sin que eso signifique aprobar la corrupción en institutos.