Mentiras que matan
Armando Ríos Ruiz viernes 5, Jun 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Mentir en el Presidente es una manía. Es una necesidad. Es un prurito ineludible. No importa que sus mentiras conlleven la muerte. Organismos internacionales achacan a la tardanza en que incurrió para reconocer que el coronavirus es verdaderamente mortal, la ola creciente de contagios y de defunciones por esta causa, que no que está domada, sino que apenas arrecia.
La cabeza de un diario que “no es profesional”, de acuerdo con la descripción de nuestro máximo mandatario, no puede ser más ingeniosa: “Pasa la epidemia de Covid-19 de domada a domadora”. Se refiere a los disparos del fenómeno, que hoy que escribo ha alcanzado más de 100 mil contagios en la bitácora gubernamental, con cifra récord de 92 muertes en un día y 11 mil 729 decesos en total.
Pero se insiste en que la pandemia está domada. En que antes del año se habrán creado dos millones de empleos, que la economía se reactivará en breve, que México es Jauja y nuestro mandatario Superman. Media docena de modelos de proyección europeos y estadounidenses sobre el virus letal apuntan a que en agosto se habrá triplicado la cifra actual de infectados y muertos en tierra azteca.
Diversos errores en el manejo de nuestra economía y otros fenómenos, como la caída en los precios del petróleo, la aparición del Covid-19, provocaron un incremento en la deuda total de México, que en abril se colocó en un nivel histórico de casi 13 billones de pesos. Es decir, sólo en el primer año de gobierno se perdió más de un billón de pesos.
Viajar al sureste a inaugurar un elefante blanco de miles de millones de dólares que más falta hacen en áreas prioritarias en este momento, como el abastecimiento de medicamentos y herramienta en los hospitales, significa alentar a la población a abandonar las precauciones recomendadas para evitar convertirse en víctima de la pandemia. De hecho, millones de mexicanos comenzaron a hacer vida normal a partir del primero de este mes. Suelen decir: “si el Presidente ya se fue de viaje, quiere decir que ya se puede…”
Por esa razón, muchos recomiendan no imitar al que no sabe. Al ciego. Al necio. Eso significa provocar a la muerte. Ponerse como escudo frente a ella porque el mal sólo puede ocurrirle a otro. Supuestamente, la calamidad desaparecería el 19 de abril, mencionó como si fuera adivino y un mal como éste tuviera fecha de caducidad.
En una de sus acostumbradas conferencias aseveró que el virus “es una situación pasajera, una crisis transitoria de salud pública”. Obvio que todas las enfermedades epidémicas son pasajeras, pero mientras duran causan muertes, además de muchos otros problemas, como el que se espera en México y en todo el mundo, relacionado con la economía, para el cual no estamos preparados y nuestro mandatario trata sin mostrar preocupación.
Como el que se espera aquí, relacionado con la delincuencia que crece sin control y crecerá más, mientras se regalen sonrisas, abrazos, besos, a las hordas de criminales que se multiplican todos los días y que han crecido ya a niveles insospechados, al grado de ejercer un gobierno paralelo que compite con el formal, en áreas como el cultivo de la sociedad, con regalos de despensas y con sometimiento de los que no observan las reglas de higiene y cuidado frente al mal.
No hay oídos para las advertencias que recomiendan la observación de un gran respeto a la pandemia, porque, ahora que se pone el mal ejemplo, comenzará a expandirse con más fuerza. México está considerado el peor en América Latina, por su falta de observancia de las normas internacionales y el séptimo en el mundo en contagios y muertes.
Hay una corriente que habla de la incursión de ciertos personajes estadounidenses en filosofías exterminadoras del ser humano, porque ya somos muchos y con la idea de controlar el planeta. No falta quien asegure que el Ejecutivo mexicano obedece a esas creencias.