La difícil tarea de Alito
Ramón Zurita Sahagún jueves 28, May 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Ocho de los 15 estados que elegirán a sus gobernadores en junio de 2021 cuentan con administraciones priistas y con todo y ello, el partido tricolor no luce como favorito en las diversas encuestas que se vienen levantando.
Es cierto que para los comicios falta un poco más de un año, pero el Revolucionario Institucional deberá prepararse para lo peor y buscar un resquicio por el que pueda conquistar alguna victoria.
Los pronósticos son desalentadores y el proceso electoral servirá para medir si el partido tricolor tiene futuro o si los comicios federales del año próximo serán la tumba del otrora poderoso organismo político fundado por instrucciones de Plutarco Elías Calles en el lejano 1929.
Para el dirigente nacional del PRI, Alejandro Rafael Moreno Cárdenas, el reto es enorme, pues va inmersa la historia de un partido que fue indestructible y que dejó alguna buena herencia, pero que sucumbió estrepitosamente en 2018, en medio de deserciones, escándalos de corrupción y fracaso administrativo.
De esos ocho estados gobernados por el PRI, dos de ellos pertenecen al selecto grupo de los cinco que jamás ha perdido el PRI, Campeche y Colima y de uno de ellos (Campeche) es gobernador el propio Moreno Cárdenas, quien solicitó licencia para asumir la dirigencia priista.
Ambas entidades aparecen con números negativos en las preferencias, por lo que de producirse una derrota quedarían solamente tres donde el PRI siempre ha gobernado: Coahuila, Estado de México e Hidalgo, en todos los restantes se ha dado la alternancia una o varias veces.
Con ese panorama desolador el Revolucionario Institucional irá a procesos electorales en otras seis entidades que hoy gobierna, pero que en alguna o algunas ocasiones ha perdido.
Además de Campeche y Colima, el PRI gobierna Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Zacatecas. Los cuatro primeros los perdió en una sola ocasión, los dos restantes hasta dos veces.
El problema para los priistas se concentra en el rechazo que generó este partido en los comicios presidenciales de hace dos años, provocado en parte por el fenómeno López Obrador y por la concientización de la enorme corrupción dejada por el gobierno presidencial de Enrique Peña Nieto.
Quitar ese tufo de corrupción es una tarea difícil, tendría que darse un escándalo de tanta envergadura como los detectados en esos tiempos, proveniente del actual gobierno federal que bajará a mínimos los índices de preferencia al Movimiento de Regeneración Nacional.
Y es que el enemigo a vencer, con todo y la pérdida de popularidad del Ejecutivo federal, las fricciones en Morena y uno que otro desengaño sufrido por la población, los pronósticos siguen siendo favorables para el partido que llevó al poder al presidente López Obrador.
Para colmo de males, el PRI no aparece siquiera como segunda opción para los electores en ninguno de los ocho estados que gobiernan, ni mucho menos en los que no lo hace, siendo su mejor posición tercero en algunos y en otros, hasta cuarto.
La tarea para el dirigente nacional priista Moreno Cárdenas, no es sencilla tendrá que doblegar por inicio de cuentas la resistencia de algunos de esos gobernantes que se sienten en el pasado muy lejano y pretenden dejar heredero, sin comprender que aquellos dorados tiempos en que gobernaba un Presidente panista quedaron atrás.
Alito deberá desarrollar una estrategia que permita convencer a los gobernantes, la militancia y la población general de que es otro PRI, diferente al del pasado, manteniendo viva su ideología, pero sin las corruptelas del pasado, algo difícil de lograr.
Mañana evaluaremos algunos prospectos priistas con capacidad para competir.