Tan bien que íbamos
Armando Ríos Ruiz miércoles 27, May 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Si el Presidente se acostumbrara a decir: “anoche soñé…” y soltara una de sus mentiras recurrentes, de las que minimizan los problemas y los resuelven en tiempo récord, mostraría un gesto honesto que él mismo no conoce en su forma de ser. Pero como se dice: eso no es lo suyo.
Lo suyo, es la mentira, por evidente que sea y echar la culpa a lo que se pueda, principalmente al pasado. Sabemos lo que se hizo. Ya lo vivimos. Por eso es que él está en la Presidencia. Porque el anterior y su gabinete se excedieron en la comisión de abusos. No es necesario que nos lo repitan todos los días y a todas horas.
Eso es precisamente lo que motivó el voto mayoritario a su favor, además de otras promesas que ha incumplido y lejos de eso, las ha trastocado. Pero también calló la verdadera intención una vez en el poder: llevar a México al despeñadero que él mismo achacaba al ex presidente más corrupto en la historia del país. Falta el juicio al actual mandato, aunque ya se vislumbra.
“Tan bien que íbamos y se nos presentó la pandemia”, expresó. Faltaba a quién echarle la culpa, pues resultaría irrisorio como todas sus acusaciones, decir que la causa del deterioro económico de México obedece, después de casi dos años en el puesto, a los mandatarios anteriores, a los neoliberales, a los conservadores, a los “fifís” y a una cauda de fantasmas que sólo existen en su mundo.
Pero hablar de economía es fácil. Cualquiera puede hacerlo, dijo hace poco. Agregó que no se necesita ir a la escuela para hablar del tema, ni ser arquitecto para hacer una casa. No obstante, una mayoría nutrida de mexicanos ha comenzado a apreciar que es imperioso, necesario saber, para no echar a perder. Para no estar como estamos, por culpa de una sola persona y a escaso año y medio…
Obviamente, su equipo es tan eficiente, que lo único que hace es emularlo.
Ha mostrado un enorme regocijo al expresar que ya todo lo malo llega a su fin y que pronto veremos la luz al final del túnel. Lo malo que ha vivido México, lo que lo ha conducido a un desastre en materia económica, que aún no muestra su poder destructor, que está apenas por verse, fue sembrado a lo largo de 2019.
El virus aún no aparecía cuando se implementaron medidas que conllevan un gasto estratosférico que agotará las finanzas del país.
Ciertamente, el germen contribuye de manera sustancial a acrecentar el problema, pero para eso existen reservas preventivas creadas para superar imprevistos, como el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, del cual los especialistas en finanzas calculan que se gastará para compensar la caída de los ingresos por impuestos y petróleo en el ejercicio fiscal de 2019.
Mucho antes del virus, prometió un crecimiento de 4 al 6 por ciento y no sólo resultó una ilusión, sino que decrecemos a menos de cero. Aseguró que bajaría la criminalidad en un año, a más tardar y ahora no se combate, de plano y estamos peor que nunca en nuestra historia. Los grandes delincuentes son respetados y hasta puestos en libertad una vez capturados.
El dinero de México se va regalado a países centroamericanos, como si nos sobrara y nuestros médicos en momentos tan difíciles como los que ahora vivimos, son ninguneados, vejados, descuidados, expuestos y además, suplidos por cubanos. ¿Son mejores y aquí escasean?
El Presidente prometió que no iba a endeudar al país. Cuando asumió el cargo, debíamos 10.7 billones de dólares. Hoy, aunque los chairos no lo crean, debemos 12.25 billones de billetes verdes.
En tiempos de combate a la corrupción, se respeta a Manuel Bartlett y a su familia, símbolo de todos los tiempos de lo que ahora se presume ya está por extinguirse. Lo mismo a muchos otros. Prometió dos millones de empleos este año y se ha perdido un millón. 1.4 millones más están por desaparecer.
Pide a sus gobernados no aspirar a ser ricos, igual que lo hacía Hugo Chávez en Venezuela, porque eso es pecado.
La lista de pifias es larguísima, Sólo cabría en un libro.