Matadero de enfermos
Freddy Sánchez martes 26, May 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Lo que nos faltaba: ante la implacable pandemia asesina, algunos deudos piensan y dicen que hay médicos criminales que matan enfermos de coronavirus. Un aserto innegable, pero el otro no.
Porque lo primeramente expuesto, no admite duda. El saldo mortal que la enfermedad está dejando equivale a una matanza brutal. el virus letal mata a diestra y siniestra a cientos de hombres y mujeres, como si varios francotiradores se hubieran apostado en diversos inmuebles para ver a los transeúntes que pasan despreocupadamente por las calles para dirigir con saña inaudita hacia ellos sus balas mortíferas.
Más que cierto es entonces, que la pandemia ha matado inmisericordemente, a pesar de los despliegues y esfuerzos médicos institucionales y privados realizados en el país, en un afán de hacer menos mortal el efecto de los contagios.
En ese contexto, puede decirse que nada o poco se ha podido hacer para salvar vidas entre enfermos muy graves, que llegaron a los hospitales para recibir atención médica con la esperanza de salir vivos, pero en cuestión de horas o de días la enfermedad los mató.
Los apoyos internacionales con equipos enviados lo mismo de China que de Londres o la Unión Americana, además de lo disponible en el servicio médico institucional no lograron vencer la alta mortandad de la pandemia, pese a uno mil propósitos para conseguirlo.
Miles de casos de personas que recibieron la atención que se les pudo dar, (sin existir una cura conocida para salvar vidas por contagios del Covid-19), a fin de cuentas terminaron con el deceso de los enfermos, conectados o no a respiradores artificiales, dotados de medicamentos para aminorar su dolor, y en última instancia, inevitablemente aniquilados por el virus, sin importar cuantos intentos para su salvación se hayan podido practicar en sus cuerpos en creciente deterioro orgánico hasta fallecer.
Y justamente, por lo que se sabe que se ha tratado de hacer en los hospitales del sector oficial, incluidas las muertes de enfermeras y médicos contagiados también del mismo mal, aparte del desvelo, largas rutinas de trabajo, extremas limitaciones a su libertad para poder saciar sus necesidades físicas elementales, bajo presión por el arduo trabajo, sujetos a una continua insistencia familiar para conocer avances en el tratamiento de los enfermos, agredidos y vituperados e incluso hasta objeto de secuestros virtuales y extorsiones contra sus familias, algo hay que dejar en claro con absoluta precisión, en relación a la conducta del personal médico.
Se trata de lo siguiente: equivocados están los deudos de los difuntos por coronavirus, al creer que en los hospitales oficiales se ha incurrido en la atrocidad más que deleznable de haber matado a enfermo alguno, sólo por el supuesto instinto asesino de algún médico o una enfermera.
La sola insinuación es indignante. Quién en su sano juicio realmente puede concebir la idea de que conforme han estado llegado a los centros hospitalarios los enfermos por la pandemia, en vez de tratar de ayudar a su recuperación de plano se los dejó morir, deliberadamente.
Y quién, en todo caso, puede probarlo, habría que señalar también.
La vehemencia al incriminar al personal médico, es una reacción de dolor que se entiende, pero carece de racionalidad.
Y es que vale la pena recordar una cuestión que acrecentó el número de los contagios letales: el descuido de muchos que no adoptaron protección alguna para cuidarse al desconocer la importancia de la sana distancia y el uso de cubrebocas y mascarillas.
En cuanto a los servicios médicos, no hay que olvidar el hecho de que los enfermos graves que reciben hospitalización, no tienen a su disposición una cura para la enfermedad, puesto que tal cosa no existe, y sobreviven aquellos que tienen mayor resistencia.
Así que, con el instrumental disponible, el personal médico hace lo que puede, sin poder hacer más. Y por lo mismo: muere el que no resiste y no porque los hospitales se hayan convertido en matadero de enfermos.