La revolución de López Obrador
¬ Sócrates A. Campos Lemus viernes 22, May 2020¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
No se puede pensar en que queremos que sucedan las tragedias, pero se pueden prevenir para no lamentar. Ya sabemos que los comerciantes y empresarios tienen un fino olfato para detectar posibles acciones en contra de sus intereses y por esa razón la Coparmex de la capital, ha elaborado un estudio donde establecen que en las siguientes semanas “y conforme se agudicen las restricciones de salubridad, se podría incrementar la incidencia delictiva en la Ciudad de México por lo que se han identificado mil 500 zonas vulnerables donde se podría incrementar la incidencia delictiva y los saqueos por hambre, en los próximos meses”, y pues sin duda hay que ponerles atención y buscar soluciones, no lamentaciones.
Es curioso, pero en un artículo publicado en Milenio el día miércoles 20, Epigmenio Ibarra hace declaraciones claras donde nos dice lo que muchos hemos sabido desde el principio y que le hicieron el menor caso posible, pensando en que en el cambio donde llega Andrés Manuel López Obrador al poder, todo sería sin problemas y continuaría lo mismo, olvidando las declaraciones en todos los sitios donde AMLO explicaba que sí hay cambios en el gobierno, el mandato de las votaciones mayoritarias obligan a realizar un cambio en el sistema, y por ahí vamos.
Y explica en su colaboración, Epigmenio Ibarra, un fiel soldado de López Obrador que: “ Quienes pensaron que éste sería un cambio cosmético, esos que, a pesar de la historia de fraudes electorales, violencia, corrupción e impunidad, sostienen la idea de una supuesta “normalidad democrática” en este país, cometieron tres errores garrafales: se creyeron su propia impostura, simplificando groseramente las propuestas de López Obrador y despreciaron la movilización social, el movimiento telúrico en que se convirtió la campaña electoral. Aquí se produjo una ruptura estructural y ellos, hoy, no saben qué hacer”
“¿Transformación es un eufemismo?”, le pregunté a López Obrador mientras, el otro día, con la cámara al hombro, lo seguía haciéndole una entrevista. Se detuvo, lo pensó un poco: “El objetivo de una revolución -me respondió- es la transformación” y sí, en eso estamos en un país que, en elecciones masivas, libres y auténticas, decidió que, de manera pacífica, era preciso hacer una revolución” y bueno, más claro, no es posible hacerlo, estamos no ante un cambio cosmético de administración, sino ante un verdadero CAMBIO DE SISTEMA, es decir, de una revolución, y así debemos entenderlo para bien o para mal.
Por supuesto, parece que los hombres del poder económico están divididos, entre los que quedaron fuera de los negocios y de los que los gozan a carta cabal, los que siguen usando los bienes y los fondos públicos para hacer negocios privados, y los clasemedieros que andan por los rincones llorando sus decepciones, mientras tanto, AMLO, político experimentado sobreviviente de mil batallas, opera para los cambios y por supuesto inicia una sucesión política adelantada en Guerrero, por medio de Macedonio, y en Oaxaca, por medio de Susana Harp, apoyada por el Presidente como una forma de distracción importante que dará mucho que hablar en este juego en el Sur del país… ojalá sea para el bien de todos y no para los juegos del poder…
Sí, en verdad estamos ante una “revolución moral”, lo más seguro es que vamos en tránsito en el modelo que tenemos en el país y ya no es una lucha solamente en contra del neoliberalismo, que no se ha dejado del todo, sino un cambio de sistema, y esto implicará nuevos modelos de desarrollo y del sistema de producción y distribución de la riqueza nacional. Cuando la Revolución de China, en los tiempos de Mao, se entendió que no se podía romper todo el esquema de producción, y por ello se dejó a un grupo importante de empresarios talentosos y brillantes con sus empresas, y ellos pudieron conservar la empresa y operarla en los términos de mercado que se requería en aquellos tiempos, lo que no podían hacer era heredar, así que esto sirvió para que la planta industrial de aquella época no colapsara y ahora vemos los resultados que se fueron orquestando hasta cuando llegó la “Revolución Cultural” que diera paso al nuevo modelo de producción y de conquista del mercado mundial por parte de China. Esto me hace pensar que cuando vemos a los grandes empresarios como Harp Helú y Carlos Slim y los que controlan los mercados mineros y la explotación, y otros grupos que están ligados íntimamente con el presidente López Obrador, debemos pensar que hay acuerdos para que no se rompan los proceso de inversión y de producción y se les deja su parte del pastel, para que sigan operando en los viejos modelos del capitalismo que les enriqueció y los mantiene en las listas de los multimillonarios a nivel mundial, es decir, quiera o no, él presidente y su asesores “revolucionarios”, tienen que apechugar el que un importante grupo de multimillonarios mexicanos sigan operando como en los viejos tiempos: utilizando los bienes y los fondos públicos para hacer sus negocios privados, y tan es así que algunos de sus allegados son los próximos políticos en el poder, esto es, en realidad, el cambio, y lo debemos entender, no todo se puede llevar a estirar la liga para que se rompa, se tienen que guardar los equilibrios para que se mantenga la paz social y no se rompan los procesos y financiamientos nacionales e internacionales en la producción y los negocios en el país, y así, por supuesto, viviremos en una “especial revolución”, no sé hasta cuando, pero se dará en términos reales mientras no se confronten los grupos y se llegue a la violencia y se pueda romper la paz social que ahora sostiene, quieran o no reconocerlo, al gobierno de López Obrador, y que bueno que así estamos en la paz social, porque de otra forma la jodidez y la miseria ya sería una constante en un proceso de violencia en el país. Pues se prepara la Revolución como dice Epigmenio, pero todavía hay sus asegunes.