¿Peña debe algo?
Armando Ríos Ruiz viernes 22, May 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El Presidente solicitó una investigación al ex presidente, Enrique Peña Nieto, por corrupción en la entrega de contratos otorgados durante su mandato a una empresa familiar, conectada con Baxter Internacional, otra compañía farmacéutica estadounidense.
¿Cuál es el objetivo de la investigación? Seguramente sólo saber si es cierto o no, porque de encontrarlo culpable, también seguramente no pasará nada. Si de veras quisiera enjuiciarlo, sobraría material. Su estancia en la Primera Magistratura, durante el sexenio anterior fue repulsiva, al grado de que prácticamente no hubo mexicano que no lo despreciara y no lo desprecie aún, debido a los actos de corrupción, que se daban un día sí y otro también.
El Presidente acaba de sugerir a los empresarios que se dedican a generar energías limpias, que en lugar de quejarse y demandar en los tribunales (ante el intento de su gobierno de acabar con las mismas), ofrezcan disculpas y acepten que se excedieron, pues ya no pueden seguir con lo mismo.
Si sugerir es fácil, ahí va: ¿por qué no también en lugar de investigar a su antecesor, le muestra su inmenso agradecimiento porque actuó de manera tan ínfima en favor de México y de los mexicanos, y de esa manera ganó el repudio generalizado de los ciudadanos, que se mostraron pacientes y una vez llegada la hora, acudieron a las urnas a depositar el voto a su favor, nutridos por un inmenso hartazgo y una infinita sed de venganza?
¿Por qué no recurrió, como se acostumbra −mientras no se demuestre lo contrario−, a la trampa, al chanchullo, al fraude y de esa manera permitió que el alto cargo recayera en su persona? De otra forma, posiblemente también hubiera ganado, pero la votación no hubiera sido tan cuantiosa ni llena de rabia, de rencor, de odio, por desplazar de una vez por todas al incomparablemente desprestigiado PRI, caduco y podrido.
Si quisiera investigar con seriedad actos de corrupción de Peña Nieto, bastaría con interrogar a los políticos que están ahora en la cárcel por la comisión de presuntos actos ilegales, respecto a todo lo que hubo detrás. Sin investigación alguna, los mexicanos sospechan que hubo una voz que ordenó actuar de manera indebida y que finalmente arrastró a los seleccionados dejando impunes a los autores intelectuales.
El asunto es que al pensar de esa forma, los mexicanos no se equivocan. Dan exactamente en el blanco. No son pocos los que cavilan y atinan, por ejemplo, que en las carreteras mal hechas, exageradamente caras y peligrosas, estuvo la mente del secretario de Comunicaciones, en contubernio con los constructores, para allegarle dinero al jefazo, que para eso instruía. Así se conjeturó cuando dos personas murieron en un tramo de la carretera México-Cuernavaca que se hundió a su paso.
Once casos anteriores de pésimas construcciones al doble del costo fijado, ayudaron a llegar a esa conclusión. Es decir, la observación de los ciudadanos estaba fundada en la observación. Por más que se pidió la cabeza del entonces funcionario, hubo sordera, igual que hoy ante los actos de corrupción que se repiten hasta con burla. Verbigracia, la venta de ventiladores.
Para no ir muy lejos ni abundar demasiado, desde que se hizo la campaña presidencial de Peña Nieto menudearon los actos de corrupción, con dinero encontrado en un aeropuerto, con las tarjetas Monex, con más dinero en dólares detectado en Estados Unidos y con otros actos que elevaron el gasto 13 veces más, del tope autorizado por la ley electoral.
El tabasqueño repite por doquier que la venganza no es lo suyo y siempre elude el tema de llevar a la cárcel a los corruptos de quienes todos los días se queja. Tal vez piensa que la simple querella sirve bien para mantener a sus seguidores con la espada en ristre. Pero si no va a actuar, ¿entonces para que la indagatoria? ¿Qué pretende distraer ahora?