Grito de angustia
Freddy Sánchez martes 19, May 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La nueva normalidad pone en perspectiva dos opciones, necesariamente dramáticas, en torno a las vidas de millones de personas.
La primera: dejar morir la oportunidad de una pronta recuperación económica familiar.
Y la segunda: correr el riesgo de morir o matar a la familia de un contagio de precipitarse la búsqueda de opciones para el bienestar.
Dos caminos a seguir, al parecer irremisiblemente, a falta de apoyo público y privado, entre quienes a pesar de haber perdido su trabajo o ante la imposibilidad de continuar operando un pequeño negocio, durante el obligado encierro familiar y la drástica disminución de actividades no han recibido el consuelo que les impida recurrir a decisiones arrebatadas y temerarias.
De modo que ante la imperiosa necesidad de encontrar algún medio de subsistencia, un alto número de habitantes de la nación tendrán que aventurarse y salir a buscar empleo o a tratar de algún modo de volver a emprender un negocio propio.
Las dos únicas opciones que a un sinnúmero de coterráneos, le ha puesto en disyuntiva la necesidad de buscar satisfactores lícitos de bienestar, antes de tener que recurrir a otra clase de alternativas de consecuencias, probablemente fatales para ellos y sus familias.
Y es que por desgracia, en los programas del gobierno federal dedicados a dar apoyo a los que necesitan de este amparo, no están todos los que son, (miles y miles de desprotegidos ante la doble crisis de salud y económica en inexorable progresión), ni son todos los que están, (los que a diferencia de otros fueron reconocidos como candidatos para recibir ayuda pública), siendo que ambos segmentos de la población sufren de deplorables condiciones por su calidad de víctimas indefensas, a consecuencia de la pandemia.
De ahí que sea indispensable rectificar los alcances de los programas económicos creados en favor de los afectados por el problema social que ha traído al país el brote pandémico mortal del Covid-19.
Y si de plano el gobierno no cambia la estrategia de ayuda para los afectados y no tomados en cuenta en los programas de apoyo oficial, es menester que distintos grupos de la sociedad civil, definitivamente hagan algo y no se queden con los “brazos cruzados”.
Sobre todo, los que tienen intereses económicos en relación con grandes corporativos de negocios, cadenas de distribución de mercancía, franquicias comerciales, tiendas de autoservicio y en general todos los macro establecimientos mercantiles, expuestos a sufrir distintas consecuencias negativas, en caso de que los desesperados por no tener una opción lícita de vida se dediquen a delinquir.
“Por el bien de todos”, es de desear entonces que deje de estar adormilada esa conciencia que ha sido incapaz de darse cuenta de que los que no reciban apoyos institucionales o privados, que les permitan subsistir en tanto se reactiva la economía y surjan nuevas contrataciones de trabajo, en vez de resignarse a engrosar el número de desempleados, obviamente, preferirían acceder a las seducciones la delincuencia organizada, proliferando los delitos por doquier.
Y lo mismo sucederá, inevitablemente, en caso de que la economía formal no “repunte” lo más pronto posible o bien tarde en recomponerse dentro la “nueva normalidad” la economía subterránea con nuevas opciones para sus practicantes.
Es de hacer notar por consiguiente, la apremiante necesidad de que gobierno, partidos políticos y hombres de negocios, asuman el compromiso de acordar las acciones que pongan a salvo a la sociedad de un brutal incremento delictivo, que solamente podrá aminorarse en la medida en que quienes en las actuales circunstancias de su vida, encuentren opciones inmediatas de un respaldo público o privado para soportar las secuelas de la pandemia en sus hogares. Urge por ello, escuchar a los desamparados y no seguir ignorando su grito de angustia.