Sólo malas noticias
Armando Ríos Ruiz lunes 18, May 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Desde que inició la 4T, los mexicanos han estado lejos de escuchar una noticia digna de aplauso, tanto por “chairos” como por “fifís”, aunque eso no importa. Con que los convencidos del Presidente estén conformes, es suficiente. Aquí se gobierna sólo para unos, para los que aplauden la comunicación más insignificante, siempre y cuando la haga su maestro y guía.
¿Quiénes aplauden? Los improductivos, que reciben dinero como vendedores de votos, que defienden la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, siempre con el mismo argumento: ellos no usan aviones. Sin pensar que el proyecto abriría oportunidades comerciales. Que no sólo serviría para llevar y traer gente, sino también para el intercambio de mercancías con muchos lugares.
Aplauden como si alguien les dictara el libreto, la libertad de “El Chapito”, la cancelación de varias reformas ya aprobadas con antelación, como la de educación, que seguramente colocará a nuestros paisanos entre los peores educados del mundo. Entre otros puntos, desapareció el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
Aplauden su viaje a la sierra de Sinaloa a saludar a la madre de quien fuera el narcotraficante más famoso del mundo, Joaquín Guzmán Loera; la pésima negociación de la secretaria Rocío Nahle con los países miembros de la OPEP, quien se exhibió como auténtica ignorante en la materia y hace todo lo posible porque, además de los mexicanos pensantes, los extranjeros la vean también como una inepta fosforescente.
Ahora, es tiempo de aplaudir también la decisión de frenar las inversiones en energías limpias o renovables y utilizar las contrarias o sucias, mucho más caras. Por lo mismo, tendremos que pagar recibos más altos, además de que contaminarán más el medio ambiente
Muchos nos preguntamos si estas conductas contrarias a lo que significa el progreso de un país son ordenadas por el Presidente de Estados Unidos, único a quien el nuestro hace caso hasta el punto de tirarse de un precipicio. Aunque nadie podría adivinar a qué obedecería una orden de este tamaño. La decisión traerá consigo una avalancha de denuncias de muchos países del mundo que tienen negocios aquí, además de pagos millonarios por las cancelaciones.
A lo mejor se trata de una aversión natural a la clase empresarial, como siempre ha demostrado que la tiene, aunque esto conlleve perder dinero tan escaso y que escaseará más, una vez que comiencen a sentirse los estragos de la pandemia y el pésimo manejo de nuestra economía.
Parece que nuestros funcionarios están empecinados en llevar a México a toda prisa, en reversa, sin ninguna expectativa futurista, que prevenga el fin de la energía no renovable y que sea sustituida por la solar y la eólica, mucho menos caras y relevos ideales por sus bondades indiscutibles. Cada día se habla del final de los yacimientos de petróleo, del daño que hace junto con otras, como el carbón y del inminente sustituto con otras que son menos perjudiciales.
Lo único que podemos ganar con semejantes actos, es la total desconfianza de los inversionistas extranjeros e inclusive nacionales, siempre ninguneados y temerosos de invertir en su propio país. Ya hubo una muestra con la cervecera Constellation Brands. Esta es otra demostración plena de que a nuestro gobierno le interesa un bledo la inversión pública. Con esas credenciales, sabemos hacia dónde vamos sin freno.
Dijo nuestro mandatario hace varios meses, que los aparatos que generan la energía eólica afean el paisaje y por eso, mejor no permitirlos. Debe ser un argumento de mucho peso para eliminarlos, aunque el servicio que proporcionan sea impresionantemente efectivo. En muchos lugares del mundo, Estados Unidos, por ejemplo, abundan y nadie ha comentado que las hélices están feas. Pero con semejante análisis, ni quien discuta.