Ejército y Marina, a las calles
¬ Augusto Corro miércoles 13, May 2020Punto por punto
Augusto Corro
Ayer en este espacio nos referimos a la espiral de violencia que continúa en el país y que el actual gobierno no puede erradicarla.
La estrategia del presidente López Obrador contra el crimen organizado se parece mucho a la utilizada por los mandatarios Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Principalmente porque el Ejército y la Marina regresan a las calles para participar “de manera extraordinaria”, en las labores de seguridad pública.
Los elementos castrenses apoyarán a la Guardia Nacional (GN) hasta que ésta desarrolle su estructura, capacidades e implantación territorial. El tiempo de la encomienda no excederá los cinco años.
En fin, los elevados índices de criminalidad son ya un verdadero problema de la sociedad mexicana que, en un sinnúmero de ocasiones, paga con su vida las pugnas de las bandas criminales.
El retorno del Ejército y la Marina a realizar funciones que no les corresponde se califica como una acción emergente del gobierno ante la incapacidad de brindar la tan anhelado seguridad.
Y también se reconoce que la GN está muy “verde” para cumplir con el cometido de combatir acciones criminales. La sociedad quedó desprotegida al desaparecer la Policía Federal (PF).
La creación de GN fue una idea mal planeada, pues le quedó muy grande el problema de la delincuencia que se apoderó del país. Ya cansa saber de la ola de extorsiones, secuestros y asesinatos en los estados.
Los que salen a enfrentar a la delincuencia son las policías municipales o estatales que al final de cuentas se convierten también en víctimas. Ahí está el ejemplo de lo que sucede en Guanajuato.
En otras entidades las policías locales no tienen que arriesgar la vida, simplemente se unen a las bandas criminales y solucionan su conflicto de seguridad y hasta se benefician con el dinero que les pagan por su papel de espías traidores.
Pero no siempre son los uniformados quienes se alían a los delincuentes, también lo hacen las autoridades. En algunos lugares, los presidentes municipales son los principales aliados de los delincuentes.
En Puebla se conoció el contubernio de funcionarios y huachicoleros que amasaron fabulosas cantidades de dinero.
Le toca, pues, al Ejército y a la Marina apoyar a la GN en la lucha contra el crimen organizado que cada vez aumenta su poder.
Las fuerzas armadas vuelven a resurgir como la gran esperanza para volver a disfrutar de seguridad. Ojalá y cumplan su cometido, porque no se ven otras opciones para salir de la espiral de violencia.
Por cierto, será muy interesante saber si la GN y las fuerzas armadas se prepararán para enfrentar las posibles secuelas violencia que dejará la pandemia del coronavirus (Covid-19).
Porque no debemos olvidar que miles de personas se encontrarán en condiciones muy difíciles, pues no tendrán trabajo, ni manera de conseguir alimentos. Y, sin duda, tratarán de conseguir víveres sin importar los riesgos para lograrlo.
¿La presencia del Ejército y la Armada en las calles será suficiente para disuadir a la población de realizar acciones ilegales, aunque se tenga que delinquir para conseguir comida?
Lo que se ve no se juzga. Es un fracaso la guerra del presidente López Obrador contra la delincuencia organizada. De ahí la necesidad de regresar a las fuerzas armadas a las calles.
Desde el inicio del sexenio, el mandatario tabasqueño minimizó la fuerza de la delincuencia organizada y soltó la frase de no usar la violencia contra la violencia como ocurrió en sexenios anteriores,
Pero la situación criminal no cambió y ahora se supone que no habrá abrazos, sino que vuelven los balazos, como en gobiernos pasados, que como el de ahora, no pudieron ofrecer seguridad a una sociedad harta de violencia, asaltos, secuestros y asesinatos.