Letalidad pandémica
Freddy Sánchez jueves 7, May 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Buen momento para aclarar dos puntos en torno a la pandemia y sus efectos mortíferos: Qué hacer si hay que decidir qué vida salvar y cómo se puede evitar el riesgo de un manejo insalubre de los cadáveres.
Comencemos por lo primero, preguntando. ¿Acaso deben ser los médicos los que a su criterio decidan a quién salvar y a quién dejar morir a falta de suficientes espacios en terapia intensiva o por la escasez de ventiladores?
Y la respuesta más sensata y lógica debería ser la de rechazar categóricamente esa opción, puesto que una decisión como esas con su tremenda carga de responsabilidad no se pude poner sobre las espaldas del personal médico a cargo de atender a los enfermos por la pandemia.
Y por tal motivo, es menester que oficialmente se marque una ruta clara en ese sentido, recurriendo a aprobar las acciones a seguir en caso de que deba enfrentarse la terrible disyuntiva de a quién salvar o dejar morir, no existiendo posibilidad de salvar más de una vida con el instrumental médico disponible.
De modo pues, que esta decisión corresponde a las autoridades con la obligación de asumir las consecuencias de sus decisiones, a partir de consideraciones de carácter ético, científico y profesional que sean considerados como los criterios más apropiados para tomar una determinación, aunque ésta no sea del agrado de algunas personas o grupos.
Por eso pues, quienes tienen que decidir son los que están en el sector oficial, en altos cargos oficiales, con los conocimientos y las especialidades necesarias para esta clase de resoluciones y que por eso cobran un salario.
Expuesto lo anteriormente escrito, lo que no se puede dejar de hacer es que desde el gobierno se adopte una acción concreta para poner en práctica un protocolo sobre lo que se debe hacer o no hacer en caso de que sea imposible acceder a espacios disponibles de terapia intensiva y demás instrumental médico para salvar más de una vida en determinadas circunstancias.
Vale la pena comentar al respecto, que el ex director del Seguro Social, Germán Martínez, quien renunció a este cargo durante la presente administración sexenal, afirmó en días pasados que optar por utilizar ventiladores para atender a enfermos graves, no necesariamente era una garantía de salvarles la vida.
De tal suerte, que sugirió la posibilidad de hacer uso de esos ventiladores para los enfermos menos graves.
O sea que ésta podría ser una de las opciones a discutir para integrar un protocolo que procure adoptar la mejor decisión posible cuando sea inevitable tener que salvar una vida teniendo que dejar morir a otra persona.
Por cuanto se refiere al manejo de los difuntos por la enfermedad del Covid-19, si bien existen disposiciones claras sobre este asunto, es necesario que las mismas se cumplan a cabalidad para evitar riesgos contra la salud de la población abierta.
A los deudos de familiares fallecidos, es menester darles un trato considerado y respetuoso, incluidas las facilidades necesarias y las condolencias debidas, pero al mismo tiempo hacer ver la imperiosa necesidad de respetar al pie de la letra las disposiciones sanitarias para el manejo de los cadáveres que lamentablemente habrán de surgir como funesta secuela de la pandemia.
Y es que por ningún motivo se puede permitir que los cuerpos se anden paseando libremente por las calles o en lugares a donde se exponga a los propios deudos y a otras personas a sufrir un contagio.
Sería imperdonable que las autoridades se limitaran a hacer recomendaciones sin vigilar que se cumplan como ha sido el caso de algunas grandes tiendas a las que se les sugiere no abrir y de todos modos abren sus negocios, lo cual es a causa de que los responsables de sancionar estos comportamientos les ha faltado firmeza.
Lo cual en el caso del manejo de los difuntos por coronavirus, es necesario que se sujete a las más estrictas nomas de control sanitarios que para eso se dictaron y su uso en fundamental para enfrentar con eficiencia institucional la dolorosa y a la vez muy peligrosa la letalidad pandémica.