Imágenes públicas y privadas
¬ José Antonio López Sosa lunes 14, Mar 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Vivimos en una sociedad curiosa, existen leyes que protegen nuestra identidad, nuestra persona y nuestra imagen para que ésta no pueda comercializarse o exhibirse sin nuestra autorización, sin embargo, al mismo tiempo, vivimos vigilándonos los unos a los otros por la tremenda desconfianza que un ser humano tiene del otro.
En los bancos las cámaras nos videograban, o bien, nos retratan desde el momento que entramos, en cada caja y rincón estamos siendo grabados y observados para prevenir el delito y en caso de un evento saber qué ocurrió.
En casi todos los centros comerciales hay cámaras desde los estacionamientos hasta los pasillos principales, unos a otros se observan y graban a través de múltiples monitores para en caso de algún imprevisto tener los hechos en la pantalla.
Cuando ingresamos al país en las filas de migración y aduanas hay cámaras, asimismo en todos los aeropuertos para verificar quien entra, quien sale, qué lleva, por donde pasa y con quién habla. Esta información se observa y graba también por seguridad nacional.
En las grandes tiendas de autoservicio hay cámaras casi en todos los pasillos que vigilan y graban constantemente para evitar que la gente sustraiga productos sin pagarlos.
En las calles de nuestra ciudad de México (como en muchos otros lugares del mundo) hay cámaras en muchas esquinas para vigilarnos y grabar, así en caso de un accidente o ilícito la autoridad contará con un testimonio videográfico de los hechos.
En el Metro de la capital del país también hay cámaras para verificar pormenores y vigilar el buen comportamiento de los ciudadanos.
En el Congreso de la Unión hay cámaras de televisión que transmiten en señal de paga, en vivo las sesiones del senado y la cámara baja para que los ciudadanos podamos cuando menos reírnos de lo que ahí adentro sucede en tiempo real.
¿Por qué ante tanta videograbación y videoviligancia hay tanto problema para grabar o transmitir juicios penales, civiles o ejecutivo-mercantiles?, ¿por qué tanto requisito e indignación para grabar un retén de alcoholímetro o el procedimiento en un juzgado cívico?, ¿por qué entramos en discordia con el simple hecho de transmitir públicamente la imagen de alguno de estos juicios o procedimientos que por ley son públicos?
La base de vigilarnos es la desconfianza como lo apuntamos desde el inicio. Desconfianza existe en el Poder Judicial y todos los procedimientos que de ahí nacen, luego entonces ¿qué deben cambiar en la ley para que esto pueda ser videograbado y transmitido libremente?
Se trata de un dilema en espiral de las imágenes públicas y privadas, los abogados tendrán decenas de explicaciones de por qué sí o por qué no se pude grabar, transmitir o exhibir algo de esta naturaleza, ¿qué falta entonces para que esto sea permisible?
Desde mi visión como periodista, si yo (como acusado, testigo, acusador o lo que sea) participo en un juicio de cualquier especie o en alguno de estos procedimientos, formo parte de un proceso público que debería permitirse grabar, videograbar, transmitir y exhibir públicamente en televisión, radio, cine, etcétera; ahí se rompe con el dilema de mi imagen como persona porque estaría participando en un proceso –insisto—de interés público.
Pareciera algo sencillo pero hay mucho que legislar para que ello ocurra, cosa que considero yo parte de una equidad social.
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