Imagen de sumisión
¬ Augusto Corro lunes 14, Mar 2011Punto por Punto
Augusto Corro
- Armas a los enemigos
- Operativo criminal
- ¿Y la soberanía?
Las autoridades mexicanas se volvieron ciegas ante la operación “Rápido y furioso” implementada por Estados Unidos para combatir el tráfico de armamento; es decir, conocer origen y destino de las armas. Esa acción unilateral consistió en enviar 2 mil 500 armas de alto poder con destino a la delincuencia organizada, que enfrenta una guerra encarnizada contra la fuerza pública.
buscaba pues, darle seguimiento a los rifles Ak-47 desde las tiendas donde son vendidas sin mayor problema hasta la zona donde serían recibidas por los cárteles de la droga. El operativo fracasó y además, policías estadunidenses fueron victimados con las propias armas utilizadas para el supuesto rastreo. Tal fue el caso de Jaime Zapata, asesinado por “Los Zetas” en una carretera de San Luis Potosí.
Si se realiza un análisis objetivo del operativo, que debe hacerse, lo que resulta es una acción criminal por parte de Estados Unidos, porque, precisamente, la guerra contra los cárteles de la droga se ha significado por el número de muertos, más de 36 mil, derivado del poder de fuego que tienen las organizaciones criminales.
La estrategia estadunidense, incomprensible, favoreció a la narcodelincuencia al dotarla con más armamento para aumentar su arsenal y su capacidad bélica. Y precisamente, la duda surgió porque la acción de “Rápido y furioso” daba más la imagen proveedor de armas a un ejército que a la investigación del contrabando de armamento. Y, ahora, el gobierno mexicano se encuentra obligado efectuar una investigación amplia y exhaustiva para conocer realmente en que consistió el citado operativo.
No olvidar que los propios funcionarios estadunidenses hablaron de hechos relacionados con la narcoinsurgencia y de posibles relaciones de grupos extremista (Al Qaeda) con “Los Zetas”. El gobierno mexicano no debe tratar con frivolidad y displicencia la investigación de los hechos multicitados. ¿Por qué el envío de un cuantioso cargamento de armas a México con destino a los enemigos de la fuerza pública?
La actitud unilateral de las autoridades de EU se convirtió en una acción sospechosa que hizo a un lado al gobierno mexicano, que según se dijo, no estuvo enterado de que los narcotraficantes serían los receptores de miles de armas.
¿Se trata de algo común entre países vecinos, en el que uno de ellos es escenario donde ocurren miles de asesinatos? ¿Cómo puede catalogarse la acción de EU de echarle gasolina al fuego? ¿Cuál es la visión real que tienen sobre nuestra fuerza pública, Ejército, Marina y demás policías? Ya en otra ocasión, el embajador estadunidense en México, Carlos Pascual, subestimó a los cuerpos de seguridad que enfrentan al narco.
Debido al operativo “Rápido y furioso” apenas empieza. Los legisladores de los diferentes partidos políticos presionan a las autoridades a asumir un papel más digno frente a los abusos de los estadunidenses, en lo que algunos califican como agresiones directas a la soberanía de México.
Pero al gobierno calderonista parece no preocuparle. Las manifestaciones enérgicas contra tantas arbitrariedades de las autoridades del vecino país brillan por su ausencia. La canciller Patricia Espinosa hizo el gran esfuerzo para exigirle a EU una mayor información del operativo “Rápido y furioso”.
Ante la pasividad de México, EU busca la manera de duplicar el número de policías en nuestro país. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) es el principal interesado. Y como las autoridades mexicanas dicen sí a lo que ordena EU, al rato vamos a estar plagados de espías que no solamente se encargarán de vigilar a los narcos, sino que tendrán acceso a cuestiones relacionadas con el petróleo, por citar un ejemplo. Además, esos policías tienen que armarse para realizar su trabajo.
La política imperialista del vecino país no se limitará a contemplar el desarrollo de los hechos en su frontera y su injerencia se agrava cada día porque las autoridades mexicanas no se sienten capaces de frenar las agresiones verbales y físicas. Las primeras, realizadas por los funcionarios de alto nivel que critican al gobierno por su estrategia contra la narcoviolencia y las segundas con operativos encubiertos, como “Rápido y furioso”.
Todo mundo comparecerá ante los legisladores para que expliquen de su ineptitud para enfrentar las actitudes insolentes de EU, que intenta hacer lo que le viene en gana. Ya lo demostró también en su defensa del embajador Carlos Pascual, quien puede despotricar contra el propio gobierno, sin que alguien le jale las orejas.
El propio Felipe Calderón Hinojosa no logró que Barack Obama removiera a su representante en México. No lo hará por el momento, porque Pascual ha cumplido con la función para la que fue designado: el embajador, entre otras cosas, se concretó a decir la verdad de lo que ocurre en México. Lo que todo sabemos.
Las relaciones exteriores no se les dieron a los gobiernos panistas, quienes desde el sexenio foxista se encargaron de convertir a la diplomacia mexicana en el hazmerreir de medio mundo. Basta recordar los desplantes de Fox, entre ellos el comes y te vas a Fidel Castro.
Y por otra, debe informarse de la función que realizan los miles de policías de las diferentes organizaciones que vigilan la frontera norte. Del cuantioso contrabando de armas se desprende que las aduanas no cumplen ninguna función importante como lo planteamos aquí, en otra ocasión.
Así pues, lo que pareció una acción frustrada de “Rápido y furioso” se convirtió en un conflicto que evidenció el extraño aprovisionamiento de armas de EU a la narcodelincuencia mexicana. El tema da para una reflexión más allá de lo normal. Urge pues, una aclaración oficial convincente. No basta con aceptar las declaraciones de los estadunidenses. ¿Cuántas operaciones encubiertas se realizan en territorio mexicano y no se conocen? Ya está planteada la tarea para que alguien la realice. Por lo menos, se debe intentar lavar la imagen sumisa del gobierno federal panista ante las autoridades estadounidenses. Nunca es tarde para exigir respeto a la soberanía de México. Es una obligación de quienes nos representan en los círculos del poder.