¿A quiénes engaña?
Armando Ríos Ruiz miércoles 29, Abr 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
¿A quiénes engaña el Presidente? A sus seguidores, que creen cada palabra suya con éxtasis y la defienden con todas las obscenidades que conocen. A quienes en su delirio irreflexivo dicen: “soy Amlóver” y semejan a un afeminado enamorado hasta la ceguera, dispuesto a defender con todas las fuerzas de su corazón a quien representa el más grande motivo de su amor.
No hay día que nuestro mandatario no dispare una mentira sin meditarla siquiera y por lo mismo, fácil de identificar como tal. Sin siquiera proponérselo, las noticias se encargan de desmentirlo, porque están fundadas en investigaciones y en hechos comprobables, que dan como resultado algo diametralmente opuesto a lo que el Jefe del Ejecutivo pregona.
Eso le disgusta. No soporta que los columnistas no aplaudan sus repetidos exabruptos, sus mentiras consuetudinarias. No soporta decir algo y que al día siguiente le publiquen el error cometido. Desea con vehemencia que los periodistas aplaudan; digan que es un genio, como algunos transmisores de noticias del Politécnico que cobran sueldos inimaginables por expresarse así de él.
No para de hablar de la Prensa vendida y de los periodistas “chayoteros” y todo mundo sabe que individuos de talla tan ínfima como el infalible asistente a las conferencias mañaneras, Lord Molécula, recibe dinero por plantear las preguntas más cómodas y hasta con palabras escogidas meticulosamente. Eso es lo que se llama “chayote”. Pero habría que buscarle un nombre nuevo, porque estamos en la etapa de la Cuarta Transformación.
Nada menos, anteayer, Gustavo Hoyos, líder nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), expresó que “para enfrentar la crisis económica causada por el nuevo coronavirus Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador no ayuda ni se deja ayudar, pero sí miente.”
El representante empresarial se refería a un financiamiento concertado con el Banco Interamericano de Desarrollo, que ayudará a los mini, pequeños y medianos empresarios mexicanos a sobrellevar la crisis y a evitar la quiebra de la mayoría de ellos, que contribuyen al sustento de muchas familias.
Alguien debe haberle explicado al Presidente con mucha claridad, que no involucra recursos públicos. Por eso después rectificó y aceptó la ayuda que él se negó a proporcionar a los apurados empresarios, porque, como ya cala en el cerebro de muchos mexicanos por lo excesivamente repetido, aunque se trate de una emergencia severa, “antes eso hacían los neoliberales”.
Declaró también que se ha domado la pandemia gracias a que la población ha cumplido al pie de la letra las medidas sanitarias, lo que ha resultado en que no haya un desbordamiento de contagios y no se estén saturando los hospitales. Lo anterior, gracias, más que nada, a que la gente decidió no acatar sus recomendaciones, de abrazarse y besarse, porque el coronavirus era una mentira.
Lo que dice la gente con familiares contaminados, es muy diferente. Mientras el mandatario afirma que México está preparado para combatir el mal con eficacia, afirman que han encontrado los hospitales en condiciones deplorables y hasta el personal médico asegura que no cuentan siquiera con material curativo para atender a los solicitantes.
Christian Morales, representante en México de las organizaciones Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud, previno que México está por vivir el peor momento de la pandemia.
Además, un estudio confeccionado por la Universidad Nacional (UNAM), revela que en el país hay unos 43.8 millones de personas en situación de alta vulnerabilidad. Es decir, un tercio de la población total, que viven en áreas rurales en donde no existen camas hospitalarias ni personal médico y con una situación económica precaria.
Exaltar victorias que aún no alcanzamos, es exaltar la mentira.