Hacer su agosto en pleno abril
¬ José Luis Arévalo martes 28, Abr 2020De frente y claro
José Luis Arévalo
Crece la preocupación en el mercado más grande de América Latina.
La Central de Abasto, donde todavía hace un par de semanas sus trabajadores y “diableros” se sentían totalmente inmunes a la enfermedad, resulta que se ha convertido en uno de los focos de infección más delicados de la capital. Se calcula que por lo menos 25 personas en las últimas horas se han contagiado, agréguenle los muertos y los casos sospechosos.
Pero como decían las abuelas: ”después del niño ahogado, hay que tapar el pozo”, así que las autoridades de la alcaldía Iztapalapa y las capitalinas, se han lanzado con todo a poner controles para aquellos que sigan yendo a realizar sus compras.
Algo que debieron hacer desde un principio buscando evitar lo que ahora es inevitable. Al número de enfermos, súmele las pérdidas económicas que esto traerá a los comerciantes de la Central de Abasto.
Hay que estar pendientes a los brotes que se den en los días siguientes, deseando que la necesidad de no frenar las ventas y este ánimo de hacer su agosto en pleno mes de abril, no complique aún más la situación en los hospitales de la zona por un incremento en el caso de contagiados.
Pero los que también están haciendo su agosto en pleno mes de abril, son los vendedores y fabricantes de cubrebocas.
Están los que llegan de China, los que se pueden conseguir en las farmacias y los que se compran en las calles hechos quién sabe por quién y con qué materiales: desde elásticos, de mezclilla, de cualquier tela, de material quirúrgico, de los que dicen que son los oficiales, hasta con dibujos y sabrá Dios con qué más.
El caso es que el cubrebocas se empieza a convertir, no sólo en una prenda de necesidad sanitaria, sino también en un artículo más en el “outfit” del mexicano.
A pesar de esto, ¡pues que se pongan de acuerdo nuestras autoridades! ¿se debe o no utilizar el cubrebocas de manera obligatoria? Por un lado tenemos a la doctora Claudia Sheinbaum informando sobre su obligatoriedad en la Ciudad de México, y por otro lado, al subsecretario de Salud federal, Hugo López Gatell, quien a decir verdad cuenta con gran parte de la confianza social, asegurando que el cubrebocas no es algo que vaya a evitar el contagio.
Lo cierto es que, mientras son “peras o son manzanas” y ante la caída en las ventas de muchos productos (sobretodo en los semáforos), la venta de cubre-bocas en diversas variedades, empieza a abundar a pesar de que la propia Coferpis ha informado que no es el organismo responsable en certificar estos productos.
Ojalá y esto no se salga de control y, una vez terminada la emergencia -de seguir utilizándolo-, el cubrebocas ayude a encubrir a los delincuentes; de ahí que su regulación sea vital. Ya de por sí tenemos demasiado en términos de delincuencia como ahora facilitarles aún más la vida y ellos también sigan haciendo su agosto en cualquier otro mes del año.