Dolor, violencia y esperanza
¬ Augusto Corro lunes 27, Abr 2020Punto por punto
Augusto Corro
México vive tiempos de dolor, miedo e incertidumbre.
Pero tenemos la esperanza de tarde o temprano volveremos a la normalidad. A vivir sin la pesadilla de la muerte que representa la pandemia del coronavirus (Covid-19).
Solo que no podremos hablar de una sociedad en paz, tranquila y sin sobresaltos; pero hay algo que lo impedirá: la violencia.
Ni siquiera el apocalíptico virus pudo evitar que creciera la espiral de violencia en nuestro país que empezó hace 15 años.
Cada vez se registran más asesinatos contra hombres y mujeres a lo largo y ancho del territorio mexicano.
A pesar que México se encuentra en cuarentena, el 20 de abril, por ejemplo, se cometieron 114 homicidios, la cifra más alta durante el presente gobierno.
Las organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico y el robo de combustible se encargaron de generar la violencia en el país.
Según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública entre enero y marzo se cometieron 8 mil 585 homicidios dolosos, un 13.5% más que en el mismo periodo de 2019.
La violencia en casa
En miles de hogares mexicanos resultó contraproducente la consigna de “#QuédateEnCasa” para evitar el contagio del coronavirus.
Resulta que en marzo, cuando empezó el aislamiento, se destapó la ola de violencia familiar que se reflejó en 115 mil 614 llamadas al 911 en demanda de ayuda.
Se denunciaron hechos de abuso sexual, acoso sexual, violación, violencia de pareja y violencia familiar. De acuerdo con datos oficiales un promedio de 155 mujeres fueron violentadas cada hora.
De enero a marzo del presente año, 964 mujeres fueron asesinadas en México; 720 de los casos están clasificados como homicidios dolosos y 244 como feminicidios.
La violencia en los hogares involucra a toda la familia y poco les importa a los adultos los daños que provocan en las mentes de los niños, quienes presencian las agresiones machistas.
Conductas negativas que se repetirán en las familias como una herencia nefasta del machismo. Son innumerables las historias de asesinatos en las que menores de edad estuvieron como testigos.
El daño mental es irreparable. Las imágenes de violencia se grabarán en sus mentes infantiles para toda la vida.
El aislamiento para enfrentar al virus no siempre tuvo sus efectos positivos. Las riñas de los esposos debido al machismo, al estrés y a la incertidumbre se volvieron cocteles de violencia y muerte.
Autoridades incompetentes
A las autoridades de los tres niveles les resultó difícil combatir a la delincuencia organizada desde hace varios sexenios.
Ese legado de violencia y muerte estalló en el gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa al declarar, sin estrategia alguna, la guerra a la delincuencia organizada.
Lo primero que sucedió fue el incremento de número de muertos y la multiplicación de grupos criminales que ampliaron sus campos de acción en delitos y territorios.
Esos delincuentes no solo se dedicaron al narcotráfico, sino que también entraron de lleno a la extorsión y el secuestro. Las autoridades mostraron su incompetencia y los asesinatos ya se ven como hechos comunes.
Hay estados en los que la delincuencia es la que impone sus leyes, no respeta a nadie, siembra el terror y se convierten en dueños de vidas y haciendas. Son los maleantes quienes gobiernan.
Esas situaciones de desgobierno se encuentran en Tamaulipas, Guerrero, Guanajuato, Michoacán, etc., entidades en las que la tranquilidad desapareció hace muchos años.
Nuevo escenario
Como señalamos al inicio de esta columna, tenemos la esperanza de que una vez que pase la pandemia del coronavirus se empiece a trabajar el cambio de una sociedad violenta a una más pacífica.
La labor de una mejor condición de vida debe empezar en el hogar, con nuevas maneras de hacer entender al hombre que el uso de la violencia fue de sociedades primitivas, empeñadas en la fuerza para imponerse.
El coronavirus se irá y nos dejará experiencias amargas, dolorosas, que tendremos que sobrellevar, pero ya no nos amenazará ese mal. La incertidumbre desaparecerá.
Lo continuará entre nosotros será la violencia, los asesinatos y los feminicidios. Lo gravísimo de la situación es que no se ve la posibilidad de evitar tantas muertes y tanto dolor por las acciones criminales.