El otro Yunes
Ramón Zurita Sahagún viernes 8, Ene 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En todas las familias tradicionales existen personajes dedicados a la misma actividad, por lo que, en algunos casos para diferenciarlos, se les ubica como el bueno y el malo.
Los Yunes de Veracruz son un ejemplo de lo anterior, sin que eso signifique que el bueno lo sea tanto, ni el malo lo sea en extremo.
Más bien los veracruzanos realizaron esta clasificación cuando uno -Héctor- se encontraba en el ánimo del gobernador Fidel Herrera Beltrán, mientras el otro -Miguel Ángel- sostiene épicas batallas políticas.
Eso fue en el pasado no tan remoto, aunque en la actualidad los dos Yunes (Héctor y Miguel Ángel o el priísta y el panista)) se insertan dentro del núcleo de personajes políticos distantes de la élite del gobernador Herrera Beltrán, dispuesto a sacar como candidato del partido tricolor a su “delfín”, Javier Duarte de Ochoa.
Para el gobernador de Veracruz, el apellido Yunes se convirtió en sinónimo de rechazo, por lo que la reacción alcanza a otro político del mismo apellido, el diputado federal José Yunes.
La fobia al apellido Yunes llevó a Héctor Yunes Landa a endurecer su posición sobre sus legítimas aspiraciones para contender por la candidatura priísta al gobierno de Veracruz, donde la cerrazón de su partido lo lleva a asumir una serie de posiciones críticas.
Yunes Landa coordinaba la diputación local en el Congreso del estado y decidió separarse del cargo, para abrir sus expectativas al cargo que pretende, a pesar de que sus aspiraciones se ven limitadas por una serie de acciones que considera se están emprendiendo en su contra.
El priísta se cataloga como víctima de una guerra sucia, cargada de rumores y falsedades, para intentar minimizar su presencia en el estado y hasta se habla de que sus aspiraciones son movidas por el deseo de obtener canonjías o prebendas políticas.
Nada de eso es cierto, aclara Yunes Landa, quien manifiesta que no aceptará ninguna otra candidatura de su partido, que no sea la de candidato al gobierno del estado.
Y es que a raíz de la abierta declaración de Héctor Yunes de disputar la candidatura de su partido al gobierno estatal se desataron los rumores y especulaciones, los que parecen haber penetrado en el ánimo del propio gobernador, el que manteniendo una añeja rivalidad con Miguel Ángel Yunes Linares -primo de Héctor-, repele todo lo que huele a ese apellido.
Fidel se ha dejado convencer de que los Yunes forman una hermandad que conspira en su contra para arrebatarle el poder en el estado y que en el momento mismo en que Héctor pudiese convertirse en candidato del PRI y ganase la elección de julio, todos sus sueños futuros se esfumarían.
Es más, una serie de insidiosos colaboradores le hacen saber al gobernador que el clan de los Yunes ya tiene todo listo para apoyar a Héctor en caso de que Miguel Ángel no consiga la nominación por parte del PAN y que su principal objetivo se encaminaría a buscarle una candidatura alterna al priísta, en caso de no conseguirla dentro del partido tricolor.
La base de su proyecto estaría enfocado a descarrillar las aspiraciones de crecimiento político que mantiene el gobernador de Veracruz para 2012 y hasta de emprender una profunda y concienzuda investigación.
De ahí, que ante la cerrazón de los espacios, Yunes Landa recurrió a una carta pública a la ciudadanía en la que argumenta su proyecto y comunica su intención de ir hasta el final en busca de la candidatura al gobierno del estado, sin importar la campaña sucia en su contra.
Lo único que pide el diputado local es equidad y que sean asignados los mismos espacios cada uno de los que aspiran a la candidatura priísta al gobierno veracruzano, sin preferencias de ninguna clase.
Con esta actitud asumida por Yunes Landa asoma la descomposición política en el estado, donde el gobernador Herrera Beltrán parecía estar tejiendo tersamente en su sucesión y aunque los dados se veían cargados a favor de Javier Duarte de Ochoa, las cosas marchaban acorde a sus planes.
Sin embargo, el proyecto creado alrededor de Duarte de Ochoa no parece convencer del todo a diversos grupos priistas que están buscando otra opción dentro de su partido y que de no lograrla, voltearían la mirada hacia otro lado.
Veracruz es una entidad que durante largas décadas fue considerada como la reserva de votos del partido tricolor, aunque en los comicios recientes mostró vuelcos asombrosos.
Ya en la década de los 90, la ciudadanía dio un aviso, cuando bajo el gobierno de Patricio Chirinos y la presidencia del PRI estatal en manos de Miguel Ángel Yunes, la oposición consiguió triunfos importantes en las principales ciudades del estado, las que conservaron durante varios lustros.
En 2004, con un candidato sumamente popular como lo era Fidel Herrera Beltrán, el PRI estuvo a punto de perder el gobierno del estado, el que conservaron con una diferencia exigua de un punto porcentual sobre el PAN y un poco más sobre la izquierda.
2006 trajo para el partido tricolor la pérdida de los tres escaños en el Senado de la República y de la mayoría de las diputaciones federales, aunque tres años más tarde las recuperó.
Ahora, con vistas al proceso electoral de julio próximo, parecer ser que repiten como candidatos los dos contendientes que le pelearon cerradamente los votos al actual gobernador.
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Se trata de la principal reunión anual en su tipo, aunque por el bajo perfil de la política exterior mexicana, el evento perdió interés, con todo y que a el acuden los principales políticos y servidores públicos del país para el intercambio de información y de estrategias.