Los políticos y la dignidad
Ramón Zurita Sahagún miércoles 8, Abr 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde que inició la administración de Andrés Manuel López Obrador surgieron críticas sobre la integración de su gabinete. Las primeras se orientaron hacia la edad de los convocados, muchos de ellos vinculados generacionalmente con el Presidente y otros más superándolo.
Los nombres de muchos de ellos sonaban desconocidos para los que siguen el acontecer político del país, por estar formados en la academia, mientras que los menos habían participado en gestiones presidenciales anteriores, alcanzado nivel de secretarios y otros de subsecretario.
Se veía con extrañeza que personajes como Marcelo Ebrard estuviese en una función en la que los analistas no querían verlo y Olga Sánchez Cordero en otra que resultaba insólita para ellos y que Juan Ramón de la Fuente no hubiese sido convocado al gabinete.
Los nombramientos de otros sonaban raro, Luisa María Alcalde, en Trabajo y Román Meyer, en Sedatu o Alfonso Durazo, en Seguridad.
Con todo y ello el sexenio arrancó fuerte con ese gabinete que pronto se fue desinflando en algunos sectores: Carlos Manuel Urzúa de Hacienda renunció; Josefa González de Semarnat fue obligada a hacerlo y Germán Martínez Cázares prefirió dejar su cargo en el IMSS y regresar al Senado.
Los demás se mantuvieron en sus cargos y desde entonces varios de ellos han sido cuestionados por su poca participación política y hasta aportaciones dentro de la presente administración.
Unos se perdieron en el anonimato, otros aprendieron a flotar y algunos se hicieron o los hicieron de lado, para dar paso a los personajes claves del presente gobierno federal.
Con un Presidente fuerte, firme y convencido de lo que hace –aunque sumamente polémico-, el gabinete se mantiene alineado a sus decisiones y se mueve al compás que le va marcando el director de la orquesta, lo que genera críticas severas para sus colaboradores.
Y es que muchos quisieran ver a la secretaria de Gobernación operando lo político o al secretario de Salud al frente de la emergencia sanitaria o a la secretaria de Economía y al secretario de Hacienda marcando la pauta en la situación actual, pero no sucede así. La única voz actuante y quien concede los espacios a los demás es el Presidente.
Es entonces cuando se sueltan los rumores de que el Presidente procederá a los relevos, pues son varios los secretarios que no dan el ancho y que se requiere refrescar esas áreas, aunque en el terreno de los hechos no sucede así.
Los secretarios se mantienen en sus cargos, con todo y las severas críticas hacia su función y hay quienes apelan al sentido de la dignidad de los propios personajes como si ésta existiera dentro del terreno de la política.
Los políticos son así, simple y sencillamente y dentro de este recio gabinete hay ejemplos muy claros de esos personajes como el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, que ha demostrado una y otra vez ser simplemente muñeco de aparador o Manuel Bartlett que contra viento y marea saltó de un sexenio a otro de Gobernación a Educación Pública y luego al gobierno de Puebla, a pesar de sus críticos, o Alfonso Durazo que le da lo mismo estar con los priistas, panista o morenos, con tal de mantenerse dentro de los primeros planos políticos.
Hay que entender a los políticos, ellos buscan estar dentro del poder público, sin importar lo que tengan que aguantar.