Plan decepcionante
Armando Ríos Ruiz miércoles 8, Abr 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Terminar su carrera le costó 14 años, llegar a la presidencia, 12; su necedad, vista como virtud por su familia, le permitió cumplir con la necesidad de educarse y con la obsesión de convertirse en Primer Mandatario.
Fue pésimo estudiante. Lo muestra la cantidad de años en Ciencias Políticas. Mostró perseverancia con materias como economía política, ciencia política y otras que repitió innumerables veces. Tuvo tiempo. Ingresó a la Facultad en 1973 y salió en 1987, con un promedio muy bajo.
Ahora es autor de libros de economía, como el que presentó en noviembre pasado, denominado “Hacia Una Economía Moral”, que plasma su visión sobre la conducción de la política pública del país en la 4T, que inició cuando ocupó la Primera Magistratura, en diciembre de 2018.
Este domingo, México estaba expectante ante la presentación de su plan para reactivar la economía, ante la ola que amenaza con abatir las de todo el orbe, inclusive de países ejemplo de fortaleza económica, como E.U.
Simplemente decepcionó. La clase empresarial que escuchó con mucha atención lo que supuestamente significaría una idea o un conjunto de ellas para salvar a México de la estrepitosa caída en materia económica, porque ya nada que signifique su sostén funciona, ha lanzado críticas agrias.
No obstante, el Ejecutivo hizo al día siguiente, una afirmación del tamaño de su ego: que su plan será modelo a seguir en otras naciones. Añadió que la gente sí sabrá de qué está hablando. “Los especialistas no, porque ellos están acostumbrados a otras acciones”. “Quieren las recetas del período neoliberal”.
Utiliza y re utiliza sin perder la menor oportunidad, las fórmulas de siempre, que ya cansan el ánimo de la gente, inclusive de muchos que votaron por él, pero que han medido con inteligencia lo que ha significado para el país su llegada al máximo peldaño político: un gran peligro, por navegar sin capitán y sin timón, en un barco que ya hace agua.
Insiste en que el plan es para los pobres, no para los de arriba, sin mencionar para nada las súper estrategias que hizo creer tenía en mente. Dejó ver con claridad que el mal que acosa al mundo no le importa. Que si los mexicanos se contagian y mueren, no importa. Que nuestra economía hecha pedazos y que amenaza de plano con desbaratarse, no importa.
Importan sus acciones clientelares. Su empeño por hacer llegar su voz hasta el último rincón de las clases necesitadas. Importa hacer mucho, mucho eco para que todos los pobres del país sepan que su Presidente se preocupa por ellos. Deben saber que está con ellos, no con los de arriba. Los quiere en las urnas a su lado, cuando llegue el momento, con el voto más caro de nuestra historia.
Reprobó muchas veces economía, lo mismo que Interpretación de la Historia, dos materias que parecen fascinarle, pero que no domina ni inmerso en sus sueños. México ha llegado demasiado rápido a linderos temerarios por aventurados. La recesión ya es un hecho en todo el mundo, de acuerdo con declaración del Fondo Monetario Internacional.
Lo afirma una instancia respetable, que sabe mucho de lo que nuestro presidente ignora. No obstante, también ignora lo que dice el organismo internacional porque él tiene la solución para salvar al país, aún si soslaya las necesidades de la clase empresarial, motor indiscutible de nuestra economía.
Parece no importarle que la inversión en los pobres acabe con la riqueza de México, cuando ayudar a los pobres debe verse desde otro ángulo y con estrategias diametralmente opuestas a las que utiliza, de darles dinero que sólo fomentarán su desprecio al trabajo, su esperanza en que el gobierno los mantenga. Sólo que será hasta que el dinero alcance.
¿Qué mandatarios han abatido la pobreza con métodos parecidos? No existe uno solo en toda la historia de la humanidad. Al contrario. Todos han acabado tristemente, lastimosamente depauperados.