La Conquista
¬ Mauro Benites G. jueves 2, Abr 2020Municiones
Mauro Benites G.
Cuando, hace más de cinco siglos, los pueblos llamados indios por el equívoco de Cristóbal Colón, fueron conquistados por los españoles, solamente cambiando un amo cruel por otro amor cruel. Si se comparan los dos pueblos dominantes se comete un error gravísimo, por lo que los europeos estaban muy hacia adelante de los amos aztecas. Tenían, sobre todo, armas de fuego, El terror de los indios. Como todo pueblo primitivo, los aztecas vivían inmersos en la religión, una terrible religión, ciertamente, que sacrificaba y comía a las víctimas. Y seguido quienes gustan de ser “hispanista” se complacen en comparar a la Coatlicue con la virgen María y, en general, las características de la religión aborigen con la de los españoles. Y seguido claro que la española era menos horrible, aunque fuera la religión llamada católica, el mejor instrumento de dominación de los conquistadores. Desde entonces los indios fueron apartamos de la vida normal, sujetos al trabajo, al hombre que ejercía la autoridad civil y al cura. El sacerdote que se dice representante de Dios debería ser un hombre bueno, en el más amplio sentido de la expresión. Pero sacerdotes buenos, no creo que haya habido más de diez en cinco siglos. Primero, el horror de la Inquisición, que nada tuvo que ver con los indios. Pero aunque se librarán de esa bestialidad, los indios estaban en condiciones desastrosas: sus dioses habían sido vencidos, lo peor que le puede ocurrir a un pueblo. Hombres llegados de lejanas tierras, de aspecto distinto, sobre animales desconocidos, usando el fuego del rayo para matar, con una religión extraña y costumbres totalmente distintas, les impusieron el trabajo esclavo, mil veces peor que el de los tributos aztecas porque venía todo el rigor de los hombres distintos.
Los indios, desde entonces, redoblaron la pasividad natural de carácter. Eran un poco trabajadores, inmersos en la apatía de la que solamente despertaban para la guerra. Pero los nuevos amos aumentaron esos defectos. Desde entonces, el alma de los indios quedó estática, ajena a la vida activa, de que no los dejaba participar. Doblaron la cerviz y aceptaron al cura, porque al menos no los mataba, no los golpeaba, aunque los explotar, pero según decía no para él, sino para los santos. Bueno: El indio ignorante total, al menos de la vida que trajeron los nuevos amos, se refugió en su choza y pronto el cura encontró un terrible aliado: El alcohol. Si los indios tenían alma, en la botella la perdieron. Hasta la fecha el indio es alcohólico trata mal a su mujer, vive de su trabajo y hace trabajar al hijo desde que puede hacer algo. No quieres saber nada de la vida nacional, no es mexicano, sino yaqui o tarahumara o cualquier otra etnia. Su sistema de vida es absolutamente negativo.
Ahora, porque el gobierno así lo ha querido, hay un congreso de indígenas. Los que lo ejecutan, los que los dirigen, no son indios, por supuesto, si no explotadores de indios. Y seguido se da el caso terrible de que el modo que escogieron, si es que algo pudieron escoger, para vivir, crea miseria por sí mismo. Los mexicanos hemos heredado la crueldad de los conquistadores. Nos portamos como si fuéramos también extraños. El indio, cuando trabajaba, es explotado al máximo posible, no tiene ni siquiera palabra, ya no para protestar, para quejarse siquiera. Los pocos indios que vinieron regresaban a sus chozas sin haber entendido nada de lo que ocurre aquí. Y son los verdaderos dueños de la tierra en que vivimos. Cinco siglos debieron bastar para enmendar el error, para corregir el crimen. No. Cuando un gobierno se pone demagogo, organiza un congreso que no manejarán los indios, del cual Ningún indio se enterará siquiera. Tenemos la misma maldad desde hace cinco siglos lo cual es populismo demagógico del gobierno actual.