Réquiem por un sistema
¬ Edgar Gómez Flores martes 31, Mar 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Es muy difícil saber qué vendrá en los próximos meses. Seguro será una nueva era A. C. y D. C. (antes o después del coronavirus). Esta pandemia, entre apocalíptica y hollywoodense, ha mostrado algunas debilidades de la especie humana en pleno auge de la tecnología: (1) los estados país son endebles para enfrentar un problema global, (2) la economía, basada en la desigualdad, no tiene sustento en una crisis de estas dimensiones y (3) los pueblos se encuentran a disposición de los líderes electos democráticamente o impuestos dictatorialmente. Así, después del tsunami pandémico quedarán pueblos dolidos por sus pérdidas; las personales, las económicas; pero, principalmente nos encontraremos frente a la pérdida de comodidad y de rutina. Que esta pandemia confine a los seres humanos, dentro de cuatro paredes, es una daga directa al alma de una especie dicotómica; por un lado, su movilidad le ha permitido conquistar este Mundo y por otro, lo expone a las vicisitudes de un planeta vivo.
Cuando el valor económico presente las pérdidas previstas en esta contingencia sanitaria, en todos los rincones del Mundo, éste ya no tendrá el mismo interés de la población. Surgirán nuevos valores y un nuevo orden mundial. Aquí surgirán los falsos profetas y la población en verdad quedará vulnerable. ¡Imaginémonos confinados por las industrias y gobiernos históricamente insaciables!; la industria farmacéutica, la industria de la salud, la tecnológica que ahora si, se frota las manos viéndonos frente a una pantalla todo el día dictando las nuevas reglas, la información, los miedos, la historia y el futuro.
Si en México debemos pagar 40 pesos por dólar, o la inflación retoma un camino de dos dígitos o el producto interno bruto cae 10% de un año a otro, la economía deja de ser una herramienta y se vuelve en la cronista de una desgracia. El contrapeso social de una pandemia, que integrará un nuevo orden, con ventaja para el poder, tiene una esperanza: retomar viejas prácticas humanas; el razonamiento, la lectura, el debate y la plática. Hagamos que la experiencia humana se viralice de boca en boca. Estamos a punto de llegar a la bifurcación de la historia. Pero tenemos una ventaja; estamos despertando de un letargo tecnológico y nos damos cuenta del valor de la salud y la vida y, por otro lado, también identificamos que en el “contrato social” la gente hemos cumplido con nuestra parte; ceder una parte importante de nuestras libertades. Sin embargo, los estados del Mundo han incumplido en su mayoría todos sus acuerdos; no protegen nuestro patrimonio, mucho menos nuestra salud y nuestra vida. Los mercados de valores se están desplomando porque están llenos de aire especulativo y los gobiernos buscan, a través de discursos dramatizados, ocultar su improvisación.
La desnudez de los gobiernos quedó frente a nosotros. El gobierno chino desdeñando al doctor Li Wenliang (quien identificó el virus en la ciudad de Wuhan), el presidente Trump y el Primer Ministro de Gran Bretaña (Boris Johnson) evitando hablar de la pandemia y quedaron a su disposición y en estas latitudes, la transformación mexicana luchando por su cada vez más lejana permanencia (no olvidemos que los congresistas mexicanos aprobaron su reelección en días pasados). Así cada uno mostró sus intereses, sus creencias y sus fobias.
Esta cuarentena, de 3,500 millones de personas, será recordada por las generaciones venideras. Hablarán de la cuarentena de la peste negra en el siglo XIV, la de Jesús cuando se guardó en el desierto para orar, la de María después de haber dado a luz y la del siglo XXI por la gripe descontrolada. Mientras tanto, en nuestra época hablaremos, por los siguientes años, de lo que dejamos de hacer, de lo que valoramos y de lo que valoraremos y los gobiernos habrán pasado a nuestro juicio final para ser juzgados.