Colosio, ¿sus asesinos están libres?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 25, Mar 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El pasado lunes, Amador Rodríguez Lozano, quien era el secretario de elecciones del PRI en la campaña de Luis Donaldo Colosio, emitió un mensaje: Colosio, amigo, un año más y tus asesinos en libertad.
Rodríguez Lozano reabre una herida que no ha sanado y que provoca mucha incertidumbre en ciertos sectores de la población sobre lo que se oculta o no se ha revelado de aquel 23 de marzo de 1994
Desde hace un cuarto de siglo, año con año, se recuerda la tragedia de Lomas Taurinas, que insertó a México dentro de la vida política con violencia, página cerrada desde la década de los cuarenta, cuando el presidente Manuel Ávila Camacho fue víctima de un atentado que no pasó a mayores.
Sin embargo, el 23 de marzo de 1994 ocurrió en Tijuana, Baja California, el magnicidio que costó la vida a Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de la República.
Los tiempos que corrían en el país no eran los mejores, aunque no se llegaba a la violencia y al temor que se vive en algunas zonas del país, ni los crímenes en contra de diputados y alcaldes, principalmente, se presentaban en cadena.
Nada de eso, existía una situación de conflicto en la zona sur del país, con el levantamiento del EZLN, que dos meses antes habían plantado cara al Ejército, aunque el conflicto se encontraba vivo pero en un relax.
Lo sucedido en Lomas Taurinas fue un golpe seco al despertar del México Bronco, creando un clima de miedo en el país, por lo que los comicios de agosto de ese año provocaron una generosa votación para que el PRI se mantuviera en el poder por seis años más, antes de dar paso a la alternancia.
Tuvieron que pasar seis años más para que los electores decidieran dar un giro al sentido de su voto y optar por otro partido distinto al PRI.
Y es que el desengaño prendió a la ciudadanía, después de que las hipótesis sobre el crimen de Colosio tuvieran diversas variantes y al final todo quedó como al principio, con un asesino confeso que aún purga condena en un reclusorio de mediana seguridad en Tabasco.
Los resolutivos de la fiscalía creada para el caso Colosio no convencieron a nadie y se mantienen dudas sobre lo sucedido en esa zona marginada de Tijuana y de quién o quiénes fueron el o los asesinos intelectuales del candidato presidencial.
Quienes estuvimos esa tarde de marzo en Lomas Taurinas sentimos la transición y desprendimiento del México calmo al violento que hoy vivimos. El despertar del lobo, el México Bronco, del que tanto advirtió el priista Jesús Reyes Heroles (el bueno).
Mientras hacíamos la transmisión para Televisa, desde Lomas Taurinas, Ubaldo Díaz y yo, vivimos la incredulidad reflejada en el rostro de los periodistas que ahí se encontraban, el llanto de hombres, mujeres, niños, el asombro de políticos que no estaban en el evento y que llegaban hasta el Hospital Civil de Tijuana, en busca de información y como el partido tricolor se resquebrajaba.
26 años después nadie quedó satisfecho de las investigaciones y el asunto fue relegado, dejando todo en algunos homenajes para el mártir.
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Los trabajadores petroleros elevaron su voz para intentar ser escuchados por el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, quien hace oídos sordos y exige que el personal se mantenga en funciones y operación, sin haber tomado medidas higiénicas de ninguna clase, ya que ni siquiera se han sanitizado las instalaciones.
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México entró en la segunda etapa del coronavirus y la población espera medidas más enérgicas de prevención.