Escupitajo de improperios
Freddy Sánchez jueves 12, Mar 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Los vuelos de la aviación comercial se han convertido en una especie de “trampas mortales” para la reputación de los políticos.
Las inesperadas y fulminantes criticas a su desempeño, les llueven a cántaros a quienes muy “quitaditos de la pena” suben a un avión para hacer su traslado aéreo hacia distintos destinos, y de paso darse lo más cercano a “un baño de pueblo”, y lo que reciben es una tremenda “bañada” increpadora.
Lo sucedió la semana pasada, a Felipe Calderón, hizo ver que los personajes públicos, en vuelos comerciales son fácil presa de “emboscadas” de las vociferaciones en su contra, sin tener mayor oportunidad de defensa.
Y en eso de afrontar repentinamente a un increpador fogoso dispuesto a “lanzarse al ruedo”, el presidente Andrés Manuel no se ha escapado, porque más de una vez lo han incomodado por la decisión de haber cancelado la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
Pero, el que de plano se pasó de la raya fue un señor Ruggiero, tenor de ópera, viajero de un avión comercial en el que se hallaba el ex presidente Calderón, al que desde que lo vio entre otros viajeros, tal parece que surgió en su mente la idea de ir a confrontarlo y no lo pensó mucho.
En compañía de una dama y alguien que lo apoyó con teléfono celular en mano para encargase de la grabación correspondiente, después de abordar con aparente afán de cortesía a Felipe, su hostigador cuando lo tuvo sentadito confortablemente en un asiento del avión, dispuesto a escuchar lo que le quería decir, le soltó sin piedad sus increpaciones.
“A nombre del pueblo de México”, (nadie sabe quién lo nombró representante nacional, si es que alguien con facultades legales podría hacerlo, cosa obviamente absolutamente ajena a la realidad),el insultador de Calderón tras decir lo anterior, le agradeció haber dejado al país hecho una porquería.
Y en seguida, lo acusó de corrupto y le dijo que le daría mucho gusto que lo enjuiciaran y lo metieran a la cárcel.
El inculpado, alegó de inmediato que el dejó al país en mejores condiciones económicas y con la mitad de los muertos por asesinato que ocurren actualmente, pero antes de poder decir más, Ruggiero le dio la espalda para retirarse, diciendo “no me toque” al sentir que Calderón intentaba detenerlo de un brazo para que se grabara también lo que él quería decir hasta que desistió y su increpador volvió a sección del avión donde viaja.
El suceso dio motivo a la reproducción viral de lo que pasó en ese avión comercial y millones de personas, unas con gozo y otras con molestia hicieron sentir su parecer al través de las redes sociales, respecto a lo sucedido.
De modo que dos cuestiones podrían destacarse sobre este asunto. La primera sobre que la libertad de expresión sale ganando cuando no existe forma de censura alguna que pueda contenerla, aunque por otra parte, los beneficios de esta libertad suelen ser meramente ilusorios.
Y es que las críticas, (dichas con sustento o sin este), no pasan de ser expresiones emocionales sin consecuencias legales. A los políticos se les puede decir lo que sea, (al menos hasta ahora), pero nada extraordinario sucede.
Todo se reduce a un armado de espectáculos teatrales para el entretenimiento del numeroso auditorio de las redes sociales
Y ante esta nueva realidad en la cotidianidad de las vidas de lo políticos y la gente que los juzga y sataniza con tanta facilidad, lo que les queda a los increpados es lo que los actores de la política de la vieja escuela consideraban la habitual práctica de “tragar sapos”.
O lo que es lo mismo: apechugar ante las críticas, pensando en que después de su incomodidad y desagrado, ningún dicho ofensivo se traducirá en ineluctables sentencias carcelarias para los acusados de ineptos o corruptos por lo que sencillamente tienen que aguantarse ante aquello que grotescamente podría denominarse como un escupitajo de improperios.