El día después…
Roberto Vizcaíno martes 10, Mar 2020Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
No lo era, pero su exitosa convocatoria ya lo convirtió en un movimiento político.
Y como tal -paradojas de la vida-, el gobierno de una mujer, el de Claudia Sheinbaum -que pensábamos de izquierda-, intenta hoy desvirtuarlo.
Y no encontró otra forma, que pretendiendo inducir que su convocatoria y asistencia fue muchísimo menor a la que todos vimos.
“Asistieron 80 mil”, afirmó en un boletín oficial la Jefa de Gobierno.
Pero las múltiples fotos de periodistas profesionales y los videos grabados con drones, nos mostraron un Paseo de la Reforma abarrotado, que sumado en la glorieta de avenida Juárez a otro enorme contingente de mujeres que llenaban la plaza del Monumento a la Revolución, y que ya llenaba esa histórica arteria, que desemboca en la calle de Madero, la que da directo al Zócalo cuya plancha según una medición de la Facultad de Ingeniería de la UNAM fijó en 50 mil 625 metros cuadrados, mismos que multiplicados por 2 o 3 personas por metro cuadrado da un total de 202 mil 500 asistentes.
Ello exhibió un burdo intento de manipulación del gobierno capitalino.
Con todos mis años de andar en esto, puedo afirmar que el domingo hubo entre 500 mil y un millón de mujeres manifestándose.
Es así que hoy, de un movimiento social de ratificación de su feminidad, de su hartazgo por la violencia que viven todos los días en todos lados debido a una cultura machista y una impunidad que impide el castigo de los violadores y abusadores, esas mujeres que asistieron a esta marcha del domingo lo quieran o no, pasaron a ser un poderoso movimiento político. El más poderosos de los últimos decenios en México.
No puede ser de otra forma. Si no lo escalan, si no logran darle organicidad, intención, objetivos y metas claras, habrán quedado en un rotundo fracaso.
P’a qué tanto brinco entonces, dirían en mi barrio.
Yo confío que esto último no ocurra. Y lo creo porque se que en México hay mujeres muy inteligentes, cultas, preparadas, con altas calificaciones, que están hoy obligadas a liderar este poderosísimo movimiento político a dar esta respuesta.
AMLO huyó a S.L.P., y ahí se acabó
La conversión de movimiento social a político lo aceleró la huida de Andrés Manuel López Obrador a una gira al vapor a San Luis Potosí, donde campesinos y agricultores lo zarandearon e increparon feo.
Cada vez le ocurre con mayor frecuencia.
Pero, bueno, al no quedarse en Palacio Nacional no se dio la oportunidad de escuchar en directo los reclamos de las mujeres y no pudo darles respuesta.
Pregunto y digo, él es un hombre surgido del reclamo político y social, sabe lo que eso significa.
¿Qué hubiera pasado si se queda y sale al balcón o a la plaza y recibe a las mujeres y les abre las puertas de Palacio -un recinto que no es suyo, que es del Estado Mexicano, centro histórico del país-, y ahí recibe mentadas y reclamos pero puede entablar diálogo, exponer el físico?. Yo creo que hoy hubiera amanecido con una fuerza recuperada a niveles insospechados.
Pero no, huyó.
Y al tomar esa decisión deslindó a ese movimiento de mujeres, de su administración, y lo convirtió en su enemigo.
Creo junto con otros muchos que este error va a ser como el Ayotzinapa y la Casa Blanca de Peña Nieto, la guerra contra la delincuencia de Calderón, la frivolidad, corrupción y falta de resultados de Fox; el error de diciembre de Zedillo.
AMLO está acabado
Sus 14 meses de gobierno tienen ya una cadena de errores que se suman a este fallo con las mujeres: sí, adivinó usted, lo de la suspensión de la construcción del Aeropuerto de Texcoco que alejó la confianza de inversionistas; el incremento desbordado como nunca antes de la violencia y muertes; el hundimiento del crecimiento económico a menos cero; la absurda pelea con farmacéuticas y el desabasto de medicinas -la muerte de niños con cáncer-; la desaparición de estancias infantiles; la crisis de recortes al sector salud; el corredero de burócratas y personal calificado de áreas esenciales del Gobierno; la ausencia de acciones ante, por ejemplo, las tomas de vías de ferrocarril que dejan parados durante semanas miles de vagones con miles y miles de toneladas de productos esenciales para la industria; la obvia derrota y rendición ante el crimen organizado; la liberación de Ovidio y el obvio, grosero reparto de atole con el dedo de todos los días en sus mañaneras.
Está acabado.
Con él llegó el mal fario
Hay quienes afirman que la “mala suerte” no existe. Quizá sea cierto, pero mientras no se confirme, pues yo sí creo en ella.
Una muestra de ello es que, como dicen en el norte, “éramos rete muchos, y…(qué creen) ¡Parió la abuela!”.
O sea. Ya andábamos con las cuentas anteriores de males comprobables, y se nos vino lo del coronavirus que trastocó la economía mundial.
De alguna forma no lo resentimos tanto, pero el pasado fin de semana junto con el movimiento de las mujeres estalló la guerra petrolera entre Rusia y Arabia Saudita, la Opep, y el dólar subió aquí a más de 21 pesos, y amenaza con más.
Ya sabe usted, eso incrementa de facto la deuda externa e interna, del gobierno y sector privado y disminuye las posibilidades de crecimiento que ya eran de menos cero.
Los precios de, por ejemplo, medicinas que son casi todas de importación, se van a las nubes. Y ni que decir de alimentos y equipos, refacciones y tecnologías.
Dijera mi compadre: estamos jodidos.
¿Tiene la culpa AMLO? No… pero sí. No la tiene porque son factores externos. Sí, porque gobierna un país muy debilitado por sus errores de conducción. Yo digo que es mala suerte, pésimo fario.
El estado no puede huir de su responsabilidad: Fernández
Mónica Fernández, presidenta el Senado no sólo se solidarizó e hizo suyas las demandas de la marcha y paro de mujeres sino que se comprometió a retomar sus reclamos legítimos para transformarlos en normas y Leyes que den garantía al respeto que toda mujer merece en México
El suyo, resumió, es un reclamo de dignidad y valentía. Es una verdadera revolución de consciencias, “en la que todas y todos debemos formar parte”, agregó.
“Hoy, como nunca, la violencia de género y la discriminación contra las mujeres ocupan un lugar central en la agenda pública nacional”, reconoció. Eso ha generado una presión social sin precedentes, que exige cambios profundos en la manera de concebir y tratar a las mujeres, desde la sociedad, la economía y el Estado.
Quienes forman parte del Estado Mexicano, afirmó, no tienen otra que estar a la altura de los retos y actuar en consecuencia y saldar deudas históricas de género que el país arrastra.
E insistió en que cambiar la realidad, profundamente desigual, requiere de leyes, presupuestos, políticas públicas, representantes y autoridades con perspectiva de género, pero, sobre todo, de cambios profundos en el sistema social y cultural.
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