Tormenta perredista
¬ Augusto Corro miércoles 9, Mar 2011Punto por Punto
Augusto Corro
- Más división en la izquierda
- Revoltura de colores e ideas
- Priístas, los más beneficiados
Los perredistas chuchos se salieron con la suya y todo se encuentra listo para la encuesta que definirá si se aprueba o no la alianza PRD-PAN para competir por la gubernatura en el Estado de México (Edomex). Se inicia, pues, otra tormenta política al interior del PRD.
Paso a paso, los (chuchos) amarillos del sol azteca lograron obstaculizar la labor del lopezobradorismo y el PRD vive ahora una de sus peores divisiones, que amenazan con crecer conforme se acerque el tiempo crítico de elegir al candidato de la izquierda a la Presidencia de la República.
Las batallas empezaron ya y la primera concluirá el 19 de marzo, cuando se renueve el Comité Ejecutivo Nacional perredista. Jesús Ortega, el “chucho mayor” tendrá que dejar la dirigencia en medio de denuestos y de acusaciones de traición por parte de sus adversarios políticos que militan en las tribus perredistas.
En esa fecha, se definirá el tamaño del problema que tiene al PRD, en vías de extinción, porque se acentuarán las presiones políticas para mantener una dirigencia colaboracionista con el PAN (como lo es el chuchismo) o un CEN que rechace las alianzas y responda a los intereses de la izquierda verdadera.
El 19 de marzo, pierdan o ganen la presidencia del PRD, los chuchos ya tendrán superado uno de los obstáculos que más les interesaba: la encuesta en el Edomex para saber si van en coalición con el PAN en busca de la gubernatura. Una vez aceptado que se preguntara a los mexiquenses sobre el sí o el no de la multicitada alianza, los chuchos ya se dan por satisfechos y agradecidos. Cumplieron con su cometido: debilitar al PRD.
La parte que falta del conflicto, ya no le tocará a Jesús Ortega resolverla, a menos que el nuevo dirigente perredista sea un incondicional de su grupo. De otra manera, la jugada se encuentra hecha y eso era lo que más les importaba. Era prioritario cumplir su compromiso político con el gobierno federal panista.
La situación es compleja, debido al peso político de quienes disputarán la plaza del Edomex con todos los medios a su alcance. Por un lado, los perredistas Marcelo Ebrard, Jesús Ortega y Manuel Camacho Solís, quienes son activistas de las alianzas; por otro, los panistas Felipe Calderón Hinojosa y Gustavo Madero también se inclinan por las coaliciones. En la contraparte están Andrés Manuel López Obrador y el G8 (las tribus perredistas), el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia.
La izquierda comodina de los chuchos tendrá que pactar con los panistas para designar al aspirante aliancista a la candidatura. Entre éstos no se ve al hombre “fuerte” que pudiera representarlos en esa justa electoral, por lo que se supone que se inclinarían por un candidato panista.
El aspirante con más representatividad de la izquierda es Alejandro Encinas, pero él ya dijo que no quiere saber nada de los blanquiazules. Además, se abre la posibilidad de que el ex jefe del gobierno capitalino participe como abanderado del lopezobradorismo.
Se trata, pues, de una guerra de todos contra todos en el Edomex que debilitará al perredismo y al panismo y beneficiará, indiscutiblemente, al Partido Revolucionario Institucional (PRI) que verá los toros desde la barrera.
La división en la izquierda no permitirá la creación de un frente común para derrotar a los priístas como ocurrió en otras entidades. Además, en el Edomex se blindó al PRI para evitar el pirateo de candidatos como ocurrió en Sinaloa, Guerrero y Baja California Sur. En Guerrero salió relucir lo más negativo de las alianzas. Por ejemplo, el candidato del PAN-PRD, Ángel Aguirre Rivera, de ser un priísta de hueso colorado, de la noche a la mañana cambió de piel partidista y lo lanzaron a competir por la candidatura. Esta acción se ha convertido en algo común.
Los tricolores se vuelven amarillos, los amarillos rojos, los rojos y los verdes se encuentran en la mejor disposición de volverse azules o amarillos: mezcla de ideas y de colores que deja muy mal parados a los líderes políticos. Es común ver a Manuel Camacho Solís saltar de un partido a otro: estuvo en el PRI y ahora es militante perredista; su alumno Marcelo Ebrard, en un pasado no muy lejano también fue priísta. En la misma situación se encuentran Andrés Manuel López Obrador y el propio Cuauhtémoc Cárdenas. Ambos ex priístas. El senador Ricardo Monreal primero fue priísta, luego gobernador perredista y ahora es miembro del PT.
Cabe hacer notar que las alianzas ya les funcionaron a los chuchos y al PAN, que estimulados por los triunfos no quieren entender que la izquierda dividida no les servirá para ganar la gubernatura en el Edomex.
Como señalamos arriba, la lucha perredista culminará el 19 de marzo con la elección de la nueva dirigencia perredista. Los chuchos que tienen mayoría de consejeros buscarán el triunfo. El G-8 que integran las tribus perredistas que simpatizan con Andrés Manuel López Obrador, pugnarán por echar a la pandilla de los chuchos. Mientras, en el aire se encuentra la solicitud de licencia de AMLO para alejarse del PRD y movilizarse en la campaña de su candidato a la gubernatura.
No olvidar que es el primer encuentro entre los partidos con vistas a la elección presidencial del 2012. Los dirigentes locales del Edomex reconfirmaron que la encuesta para el sí o el no de las alianzas se efectuará el próximo 29 de marzo. Todo se encuentra listo para que los electores digan si están de acuerdo o no en juntar el agua con el aceite.
Los partidos políticos se especializaron en escenificar escándalos que ya tienen harta a la sociedad. Son los perredistas quienes ocupan los primeros lugares en pugnas internas. Los izquierdistas nunca pudieron sacudirse la sombra del divisionismo que ha frenado el crecimiento de sus organizaciones. En el Edomex su falta de unidad vaticina un descalabro más, aunque los resultados de esa contienda electoral estatal podrían ser definitivos para la sucesión presidencial del 2012.