De los discursos a los hechos
¬ Augusto Corro miércoles 4, Mar 2020Punto por punto
Augusto Corro
Los discursos y las promesas de los políticos mientras más prometedores mejor impactan en quienes los escuchan. Son hasta empalagosos. Solo que al paso del tiempo, si los ofrecimientos no se cumplen se convierten en un arma en contra de quien los pronuncia.
Los políticos a la mexicana, como en muchas partes del mundo, llegan al poder con mentiras y promesas falsas. Con discursos llenos de demagogia.
La población, en nuestro país, ya estaba acostumbrada a la demagogia de los políticos a la mexicana. De aquellos demagogos que mentían sin rubor alguno. De los funcionarios que llegaban a los cargos públicos para enriquecerse y dejar sin solución los problemas sociales.
Y como no hay mal que dure cien años, los mexicanos votaron por un nuevo gobierno en las recientes elecciones presidenciales, cansados ya de tanta corrupción, violencia e impunidad.
Las nuevas autoridades federales llevan ya más de un año en el poder y ya empiezan a ser descalificadas porque la escalada de violencia no cede.
Y tal parece que las autoridades no tienen una estratégica para detener la ola de extorsiones, secuestros, asesinatos, etc., que diariamente sacuden al país.
Y como la mayoría de la gente se encuentra más informada que nunca, empezó a descalificar el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así lo reflejan las encuestas en varios medios de comunicación. Son tajantes las noticias: “cae la popularidad” de López Obrador.
No se necesita tener los conocimientos de un sabio para entender que los índices de violencia cada día se incrementan más y más.
Tenemos la información diaria de los crímenes que se registran en el territorio nacional. De los feminicidios, de los ataques a las niñas, de un sinnúmero de crímenes que no son castigados.
Continúa sin cumplirse la promesa de campaña de López Obrador de luchar contra la violencia armada en México. Se vive sin garantía de paz y tranquilidad.
El problema social de la violencia, la inseguridad y la impunidad empiezan a afectar al gobierno de López Obrador.
El propio mandatario tabasqueño reconoció que la caída de su popularidad se debe a embate de los conservadores.
Claro, pues los llamados conservadores tienen la información suficiente para exigirle al presidente López Obrador resultados positivos de su administración.
Sin embargo, no se avanza en la lucha contra la delincuencia organizada. No se sabe de la estrategia para enfrentar a los criminales. De los casos de feminicidios mejor ni hablar. ¿Y de la ola de violencia que golpea a la niñez?
El presidente López Obrador pidió tiempo para la solución de violencia, pero, en la realidad que vivimos, no se ven señales de acabar con ese mal.
Para terminar con la espiral de violencia es menester cambios múltiples en las leyes, en su aplicación, así como una mejor aplicación de la justicia, que no permita la impunidad de los criminales.
En este espacio planteamos la necesidad de enfrentar en serio la violencia en todas sus variantes.
Nos referimos a la aplicación de castigos más severos a aquellos criminales, que amparados en la impunidad, secuestran, violan y matan a niñas y mujeres.
Las estadísticas muestran el incremento en feminicidios en más del cien por ciento. ¿Y qué hacen las autoridades para evitar que las tragedias se repitan? ¿Y los secuestros de mujeres?
Y en materia de impunidad el papel de las autoridades es desastroso. Dan la impresión que se encuentran al servicio de la delincuencia.
El exministro José Ramón Cossío Díaz dijo que bajo cualquier tipo de medición, las tasas de impunidad en México son escandalosas.
Y añadió que quien comete un delito tiene pocas probabilidades de ser detenido, menor de ser procesado y, aún menos, de ir a prisión.
En los casos concretos de ataques contra las mujeres, al menos 6 mil denuncias están sin investigar y, por lo tanto, los responsables no son castigados.
En fin, el presidente López Obrador sigue en deuda con aquellos que votaron por él. En materia económica no andamos bien. En lo que se refiere a la violencia, nada la detiene.
La población empieza a cansarse de promesas incumplidas. De ahí que la popularidad de López Obrador empiece a caer, pues ya se le exigen resultados en la lucha contra la violencia. La gente ya está harta de asaltos, secuestros y asesinatos, por decir lo menos. ¿Usted qué opina amable lector?