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Armando Ríos Ruiz miércoles 26, Feb 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Personas comunes y corrientes, pero observadoras y empresas encuestadoras, aseguran que el Presidente de México va en picada. Su caída es insostenible debido a su forma tan sui géneris de gobernar, que deja muchos sinsabores y de qué hablar mal, mientras él asume actitudes de desprecio, tanto a la parte pensante de la población, como a las instancias que forman opinión.
Hace discursos sólo para sus seguidores; pretende ganar todos los días la nota de ocho columnas desde sus conferencias matutinas; se molesta cuando le preguntan sobre temas diferentes a los que él da por los más importantes; Las preguntas de los paleros molestan a la gente que observa las alocuciones y en suma, sus peroratas diarias ya cansan. Pero además ha amenazado con extenderlas los fines de semana.
Puede esgrimir que las ve y escucha quien quiere y que quien no quiera, apague la televisión. Pero no es así de fácil. A los mexicanos como a cualquier habitante del mundo les gusta enterarse de lo que ocurre en su país, de lo que hace su mandatario, inclusive de sus desatinos, que en el caso de México, es él mismo quien se encarga de pregonar los suyos.
Actúa como lo han hecho todos los que le antecedieron en la Presidencia. Como si al votar por él, los ciudadanos le hayan conferido la propiedad del territorio nacional. El “me canso ganso”, el “va porque va” y expresiones parecidas ofenden, porque dan a entender que en un espacio que es suyo, tiene todo el derecho a imponer su ley a su manera (consultas), sin el menor respeto a nadie.
Su obstinación en polarizar a los mexicanos ha calado también en el ánimo de la gente que no votó por él, la misma que critica que no gobierna para todos, sino sólo para sus seguidores. La gente se da cuenta de que su endiosamiento no le permite aceptar sus errores. Es el único que no es capaz de cometerlos.
No hay día que no culpe a alguien de lo que ocurre. La mayoría de las veces son los neoliberales los causantes de todas las desgracias que padecemos. Debería agradecerles también su arribo a la Presidencia.
Cada día demuestra que es exactamente todo lo que ha criticado. Tiene tan mala memoria, que un día afirma algo y al día siguiente se desdice. Afirma que no dijo lo que dijo y termina por enredarse en una nueva mentira.
La gente dice que ya es notorio apreciar en las redes sociales, voces que insisten en su arrepentimiento de haberle dado su voto. Las encuestadoras aseguran que cada día, menos gente confía en su Presidente. Roy Campos, director de Mitofsky, refuerza que su popularidad ha caído 10 puntos. “El Presidente no acepta errores, pero corrige”. Como lo del avión presidencial”. De las Heras Demotecnia, se expresa muy parecido. Otras también.
Para acabarla, sus incondicionales en cargos que él les ha confiado, le ayudan a apurar su caída, cuando apoyan sus declaraciones sin más conocimiento que sus suposiciones.
Cuando lo criticaron por menospreciar el problema de los feminicidios, por querer imponer el tema de la rifa del avión, que para él era más importante, sus corifeos, como Martí Batres y Yeidkol Polevnsky, entre otros, le copiaron.
Las actitudes de éstos no pasaron inadvertidas y quedaron inscritas en el juicio de la ciudadanía, pues se suman al sentimiento de menosprecio que el gobierno exhibe en su contra. Advierte, además, que las expresiones de esos personajes son hechas muy a la ligera, porque las hacen sin ningún conocimiento de causa.
Instancias como Observatorio Nacional Ciudadano, refutan de manera contundente a quienes acompañan al Presidente en sus afirmaciones. Polevnsky dice que el incremento de los feminicidios es falso. El organismo asevera, con base en investigaciones serias, que esos crímenes se han incrementado 58.90 por ciento, desde 2018 a la fecha. Es decir, en lo que va del actual gobierno.