¿Hasta cuándo, Cuitláhuac?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 26, Feb 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
A inicios de la década de los ochenta, Veracruz se encontraba bajo el asedio de la delincuencia, ya que grupos de bandoleros se dedicaban a la extorsión, el secuestro, la amenaza, el abigeato y los asesinatos.
Fue el inicio del gobierno de Agustín Acosta Lagunes, un político catalogado como burócrata, que fue sacado de una subsecretaría de Hacienda, para convertirlo en candidato a gobernador, con la inmediata resistencia de los grupos políticos priistas.
Acosta Lagunes es reconocido ahora con añoranza, ya que en su gestión logró erradicar los grupos violentos de diversidad de delitos, que se ubicaban en distintas zonas del estado y que encabezan algunos personajes cuyo apellido coincidía con el suyo y que, tal vez, hasta familiares eran.
Durante su gestión el estado vivió su última etapa de placidez y seguridad, ya que lo le siguió disparó nuevamente la alarma.
Y es que Veracruz es uno de los estados en que la población más ha padecido a sus gobernantes.
Después de Acosta Lagunes llegó la incertidumbre para los veracruzanos. Fernando Gutiérrez Barrios prefirió dar rienda a su ambición política y lejos de mostrarse como el hombre mejor informado de México (como le gustaba ser conocido), se fue al gobierno federal, sin continuar con la erradicación total de la violencia.
Patricio Chirinos Calero, gobernó con largos períodos de ausencia e indiferencia, ya que ni siquiera quería ser gobernador de la entidad.
Miguel Alemán Velasco cumplió con su sueño de jugar a la política, dejando en claro su insensibilidad, abulia y desinterés, por ese terruño que había gobernado su padre.
Fidel Herrera Beltrán fue un animal político, sensible y sencillo, al que le explotó el paquete de la inseguridad y violencia y cuya mayor herencia es haber optado por Javier Duarte de Ochoa como su sucesor.
De Duarte de Ochoa no hay mucho que decir, ya que hubo de salir huyendo del estado, bajo fuertes cargos de corrupción, abusos y enriquecimiento, que hoy lo mantienen en prisión.
Miguel Ángel Yunes se vendió como el reivindicador de la población y su gobierno fue uno más de los que saltaba la pus de la corrupción, aunque su ventaja fue que la población solamente hubo de aguantar dos años bajo su régimen.
Ahora, Cuitláhuac García Jiménez ha mostrado una total torpeza como gobernante, por lo que aquellos votantes que sufragaron por él, piden su pronta salida, ante la explosión expansiva de la violencia en su territorio.
El gobernador de Veracruz perdió todo en un santiamén, su cercanía con el Presidente López Obrador, el respaldo de su partido y, principalmente, la confianza de sus gobernados.
No ata no desata y ante su fracaso como gobernante, su partido busca los mecanismos para no perder su mayoría en la cuarta entidad más poblada del país.
MORENA se ve atrapada por la incapacidad de su militante y los comicios del año próximo, donde se renovarán 20 diputaciones federales, además del Congreso local y más de 200 ayuntamientos.
La situación es desesperante, en lo político, lo económico, seguridad, a lo que se añade el rechazo de la población, pero con un ingrediente más, el eventual relevo de Cuitláhuac en estos momentos conllevaría a una elección extraordinaria, por lo que habría que esperara hasta el primero de diciembre para hacerlo, mientras la población continuará secuestrada por la violencia e inseguridad, la inoperancia política seguirá vigente y los cambios que se busca hacer a la Constitución estatal no serán avalados.