El Estado ausente
¬ Edgar Gómez Flores martes 25, Feb 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Me preguntaba días atrás mi hija menor, el por qué no existían “hombricidios” (esa palabra ocupó) y, sin embargo, día con día se escuchaban las noticias de los feminicidios y cada vez con mayores detalles atroces. Enmudecí por unos minutos y le di la explicación del patriarcado que Engels desglosa en el libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, el cual, a manera de resumen señala que una vez que las comunidades humanas se volvieron sedentarias, el hombre, ejecutor preponderante de las actividades económicas, acumuló riquezas a través de la agricultura (almacenamiento de granos) y la ganadería. Así, una vez que el hombre varón se encontraba en el momento de designar a sus herederos, dudó sobre si los hijos de su compañera eran hijos de él. En esta duda se basa el inicio del sometimiento femenino. A partir de este momento, el hombre decide controlar sexualmente a la mujer vía cinturones de castidad, encierros, maltrato físico etc.
Empezamos juntos a encontrar otras evidencias de control patriarcal; como la existencia de un Dios varón cristiano, la imposibilidad de contar con sacerdotisas en esa religión o la frase de PIERRE J. PROUDHON, filósofo francés quien decía que las mujeres eran seres de “cabellos largos, pero ideas cortas”. También le expliqué que hasta mediados del siglo XX las mujeres no podían votar y en el origen del voto femenino, este derecho se reservaba para mujeres casadas de 18 años o solteras hasta los 21.
Cuando desarrollaba esta platica con mi hija pensé en cómo sería la dinámica gubernamental ante este problema. Me quise imaginar una gran mesa donde se encontraban antropólogos, historiadores, psicólogos, congresistas y criminalistas. Todos buscando la causa del alza en la tasa de feminicidios en nuestro país y todos buscando una solución sostenible en el tiempo. Sin embargo, me encuentro en los medios electrónicos tradicionales y en las redes sociales las declaraciones del presidente López Obrador: El problema de los feminicidios es causa del neoliberalismo y los movimientos feministas, que buscan enfrentar al Estado ausente, han sido persuadidos por la ultraderecha de este país.
Esta respuesta inmediata (culpar a la derecha y al neoliberalismo) así como el ocurrente y redundante decálogo sobre la violencia femenina, es evidencia de un Estado distraído y por ende torpe ante los problemas reales que vive su población. Llevamos quince meses distraídos en el perdón del Estado Vaticano y la Corona Española a nuestro país, de la rifa de un avión, de la discusión de los “puentes vacacionales”, del comandante Borolas y del “fuchi caca”.
El tema de los feminicidios y en general la violencia hacia las mujeres tienen tierra fértil en un país que protege, mínimo en el discurso, a los delincuentes; en un país que no tiene crecimiento económico, en un país, de 32 entidades federativas, que todavía no se ponen de acuerdo en lo que significa un feminicidio ni en las penas que deben imponerse a los agresores. A eso agreguemos a los mercadólogos que todavía creen que la minifalda vende mejor. Por esto vemos mujeres sexualizadas en su imagen; en los programas de deportes de televisión, en las chicas que informan sobre el clima y en las tantas mujeres que promueven productos en las calles bailando al ritmo de una cumbia o un reggaetón.
Existe gran evidencia del maltrato femenino. Sin embargo, lo difícil será arrebatar de nuestra genética el patriarcado, el cual tiene, como sistema social longevo, múltiples expresiones sigilosas que nos hacen pensar que es normal nuestro actuar. Ahí está la discusión de este siglo XXI. Desde los juguetes de niñas y niños hasta los deportes que hombres y mujeres debemos compartir. La sociedad, en este y otros temas, debe correr, mientras el Gobierno Mexicano de la cuarta transformación camina a paso lento contemplando sus encuestas de popularidad y su forma de perpetuarse en el poder.