El daño ya está hecho
¬ Augusto Corro miércoles 19, Feb 2020Punto por punto
Augusto Corro
El 24 de enero planteamos en este espacio la difícil situación que vive la niñez mexicana que es víctima de la violencia.
Son espeluznantes las cifras de los secuestros y asesinatos de menores en esta etapa de la vida en México.
Por ejemplo la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) informó que mueren al día 3.6 niños y adolescentes víctimas de la violencia.
Además, entre 30 mil y 35 mil menores de edad son reclutados de manera forzada para integrarse al crimen organizado.
De enero de 2015 a julio de 2019 se registraron 3 mil 97 feminicidios en todo el país. Trescientos diecisiete de estos crímenes ocurrieron en la población de 0 a 17 años.
Es decir que uno de cada diez feminicidios afectó a niñas y adolescentes.
¿Y qué papel desempeñaron las autoridades en esta etapa cruenta que padece la sociedad mexicana?
Resulta que los representantes de la ley tienen ya varios sexenios de simular la defensa de las mujeres.
Sin embargo, ni las niñas, jóvenes o mujeres adultas se libraron de la violencia que acaba con sus vidas.
Solo cuando ocurren hechos como en el caso de la niña Fátima, es cuando se acuerdan que deben actuar con más responsabilidad para castigar a los criminales.
¿Y las medidas preventivas para proteger la vida de los menores de edad?
No se ven por ningún lado. A pesar de que la niñez de México se encuentra en condiciones de vulnerabilidad total, poco o nada se hace para protegerla.
Algunas organizaciones no gubernamentales se dedican a defender a los niños, pero no es suficiente su participación.
Carecen de medios económicos para emprender campañas de concientización para atender a los pequeños en problemas.
Así como se crean institutos, dependencias u oficinas para asuntos baladíes, las autoridades deben dedicar mayor empeño en la atención de personas con mayores probabilidades de sufrir daños.
En términos generales se necesita revisar las leyes para hacerlas más efectivas en la lucha contra los delitos de feminicidios, infanticidios, secuestros de mujeres y menores, etc.
Enfrentar de manera decidida los males que agobian a nuestra sociedad. Nadie se opondría a la instalación de oficinas de atención a las mujeres. De funcionarios dispuestos a atender las denuncias de las víctimas.
De ayudarlas realmente, a ayudarlas a defender los derechos humanos y no a revictimizarlas. Darle seguimiento a las denuncias. Y en su caso, aplicar condenas ejemplares a los culpables.
Cuando se trate de amenaza de muerte contra alguna mujer, los representantes de la ley deben actuar con rapidez y efectividad.
La sociedad ya está cansada de la cantaleta de que la víctima solicitó la protección de las autoridades, pero que estas no le hicieron caso. Ya basta de negligencias.
Tiene el gobierno la responsabilidad de velar por la seguridad de todos los mexicanos, pero más de la niñez, que en el presente parece abandonada.
La guerra contra la delincuencia organizada trajo a México una espiral de violencia que arrojó decenas de miles de personas asesinadas o desaparecidas y hogares destruidos.
El sinnúmero de víctimas quedaron a la deriva. Familias enteras perdieron el rumbo de sus vidas. O los propios padres de familia involucrados en el narcotráfico que arrastran a toda la parentela a la delincuencia.
De ahí, los niños sicarios, autodefensas, halcones, etc., que sirven al crimen organizado. Menores de edad que imitan a los mayores y usan las armas para venganzas personales.
Quizá usted, amable lector, recuerda el caso de José Ángel el niño del Colegio Cervantes que mató a su maestra y se suicidó.
En fin, en México se viven momentos difíciles, complejos, en los que diariamente se diariamente se conocen hechos criminales sin que los autores sean llevados ante la justicia.
Otro de los graves problemas, que va de la mano con los feminicidios, es el de la impunidad. Las cifras nos señalan que más del noventa por ciento de los delitos no son castigados.
Ese error en la aplicación de la ley tendrá que ser analizado a fondo y deberá contarse con leyes más drásticas para aquellos que violan las leyes. ¿Cuándo ocurrirá el cambio? Ojalá y suceda lo más rápido posible.
En fin, podemos resumir que la niñez mexicana se encuentra indefensa ante autoridades insensibles que poco o nada hacen para protegerla.
El caso de la niña Fátima, de 11 años, secuestrada, torturada y asesinada, es un ejemplo del abandono en que viven miles de menores.
El daño a la pequeña ya está hecho, ¿qué sigue?