La salud mental del Presidente
Alberto Vieyra G. miércoles 5, Feb 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Andará bien la salud mental del Presidente de la República? ¿Por qué engaña a los mexicanos con el cuento de la rifa del avión presidencial, cuando la Lotería Nacional está impedida para rifar en especie y solamente puede rifar dinero? El gobierno federal también esta impedido para rifar o vender el avión que está pagando como renta a la empresa Boeing y si en este momento AMLO quiere venderlo o rifarlo, tendría que pagar a la Boeing lo que adeuda el gobierno mexicano, mas un excedente porque si el contrato se hizo por 20 años, se tendrá que pagar de acuerdo al valor que el aparato tenga, por ejemplo, para 2025.
La cuestión es que a don Peje ya se le hizo “bolas el engrudo” y no encuentra la salida, en momentos en que la sociedad civil comienza ya a pedir su renuncia o que sea sometido a juicio político por ineptitud y violación a la Constitución Mexicana y demás leyes, como es el caso del Consejo Ciudadano que convoca para un paro nacional el próximo 24 de febrero.
AMLO usa el avión como cortina de humo para distraer a los mexicanos de temas torales como el de la macabra delincuencia o la economía abajo del cero, lo que ya propició la salida de millonarios capitales, cierre de pequeñas empresas y pérdida de empleos, ante la creciente desconfianza económica en México. No es poca cosa, pero el asunto no parece ser tomado en serio por el Presidente.
Diego Fernández de Cevallos, en un artículo titulado ¡Dos psiquiatras, por favor! publicado por Milenio el lunes 3 de febrero, el jefe Diego hace una radiografía psiquiátrica del Presidente que no tiene desperdicio, dice la llamada ardilla mayor de Los Pinos:
¡Vaya que hemos padecido trapacerías, incompetencias y arrogancias presidenciales!, pero jamás había llegado uno que respondiera a víctimas que encarnan el dolor de México (en este caso la familia LeBarón, Javier Sicilia y muchos más) diciendo: “¡qué flojera recibirlos!, tengo que cuidar la investidura presidencial”. Y lo dijo quien la denigra por donde va, al grado de aprovechar uno de sus monólogos mañaneros para señalarnos lo que para él sí es trascendente, ¡créame!: ¡el excusado más sucio de las gasolineras del país!
Peor aún, después de la marcha que iniciaron los referidos dolientes en Cuernavaca, y concluyó a las puertas de Palacio Nacional, reclamando VERDAD, JUSTICIA Y PAZ, no solo se negó a recibirlos, sino que los tildó de “momias, conservadores, hipócritas y corruptos, responsables de la crisis de México”. Y como su ejemplo arrastra, unos porros emulando a su redentor también los injuriaron, al tiempo que gritaban: “es un honor estar con Obrador”.
Esa inaudita felonía no corresponde al Presidente de los mexicanos; es propia de un hombre enfermo o de un canalla.
Si a ello agregamos el cúmulo de sus violaciones a la Constitución y demás leyes, la destrucción y los ataques a instituciones fundamentales, los despilfarros, obcecaciones y caprichos; su compulsión para mentir y su cachaza al decir que “el pueblo está feliz, feliz, feliz”, no obstante llevar la economía nacional a bajo cero, y acumular más de 35 mil asesinatos en su primer año mientras diseña “cachitos” de lotería, resulta imperativo que dé a conocer el reporte médico sobre su salud, tal como lo ofreció y no ha cumplido.
Muchos mexicanos vemos que su mente define “la realidad” con sus “otros datos”; que su “derecho de réplica” lo entiende como permiso para injuriar, no como oportunidad de responder; que los desastrosos resultados de su gestión (en salud, economía, seguridad, transparencia y muchos más) son culpa de otros, nunca de su gobierno.
Debe quedar claro que el Presidente no goza de cabal salud; que cada vez encontraremos más contradicciones entre su proceder y sus discursos; y que su capacidad para distinguir lo verdadero de lo absurdo es nula.
Lo anterior no es para tomarlo a chunga y hacer memes; tampoco tendrá sentido asumir que la “perversidad” del neoliberalismo se refocila en denigrar al que Porfirio Muñoz Ledo llamó “transfigurado, más allá del poder y la gloria, místico, cruzado, iluminado y un auténtico hijo laico de Dios”.
Y si recordamos que Muñoz Ledo sugirió (aunque sea considerado por los suyos un ingrato) que el Congreso de la Unión cuente con un psiquiatra permanente, no estaría mal tomarle la palabra, solo agregando que uno más trabaje de tiempo completo en Palacio Nacional.