Tortell Poltrona: Profesor, payaso y altruista • I
Opinión lunes 3, Feb 2020De la carpa a las letras
Arturo Arellano
(Parte I)
El trago amargo no pasa, los niños siguen enfermos o armados o abandonados en nuestro país, no obstante hoy les platicaré de un hombre que desde España notó la desesperación del mundo por una sonrisa, por como dicen coloquialmente “una de azúcar por las mil de sal” y puso manos a la obra, les hablo ahora del maestro Tortell Poltrona, cuyo nombre real es Jaume Mateu Bullichy, quien ha trabajado desde hace varios años por la niñez, la del infante y la del adulto, puesto que con su arte y con el de sus compañeros ha podido hacer de este planeta uno más sonriente, aun en medio de la tragedia.
“Al hacerme adulto, más que el qué, me interesa el por qué, me importa el cómo y me enamora el sentido”, son palabras de Tortell, quien al descubrir su vocación de payaso decide aplicarlo en un sentido altruista convirtiendo a su payaso en el “qué”, el interés por la humanidad y la importancia de la alegría en el “por qué”, mientras el “cómo” es la valentía para llegar a sus escenarios en medio de conflictos y “el sentido” termina siendo cada una de las sonrisas obtenidas en ese marco, el calor humano que demuestra es el mejor de los bálsamos ante cualquier situación.
Al llegar a este punto de mi columna iba a dar más datos sobre su trayectoria y la gran cantidad de premios a los que se ha hecho merecedor por su gran labor, no obstante, prefiero compartir algunas de sus palabras y reflexionar en ellas.
“La gente ríe más cuando menos tiene”, dijo en alguna entrevista, conclusión a la que llegó después de la experiencia de pisar múltiples escenarios y conclusión que sin duda comparto, lo he visto, recuerdo algún show que ofrecí en una comunidad del Bordo de Xochiaca, donde los niños no tienen ni qué calzar y sin embargo están dispuestos a sonreír, a compartir y siempre a dar, con lo que yo les puedo asegurar que en muchísimas ocasiones también quien menos tiene, es quien más capacidad tiene para dar, pues al terminar la función, algunos se acercaron a regalarme sus joyas (pulseras, fichas, juguetes rotos, envolturas brillantes), que encontraban mientras caminaban entre la basura y que ahora son mis tesoros.
“Hoy lo que importa es la imagen de uno que los demás tengan, la que se quiere transmitir y no la de quien se es realmente”, una afirmación que golpea fuerte, de parte de Poltrona, una afirmación real en una actualidad donde las redes sociales protagonizan la vida de la mayoría y donde se muestra la mayoría de las veces una realidad alterna a o que en verdad somos. “El adulto quiere ser de una manera concreta y, por lo tanto, se cortará el pelo así y se vestirá asá, dirá determinadas cosas… Porque lo que importa es la imagen ante la gente y no la de quien somos realmente. A partir de ahí, matamos al payaso que llevamos dentro y nos convertimos en personas infelices”.
Así nace su interés por revivir en la gente a nuestro payaso internos, a quienes nos vuelven más humanos, empáticos y desinteresados.
Y hasta aquí los dejo porque nos falta el papel para seguir, lo retomaremos en la siguiente Carpa, no sin antes dejarles esto: “Nosotros, los payasos, estamos un poco fuera (de la sociedad). El maquillaje sirve para ‘sacar’ el ser humano del payaso y hacer reflexiones que los humanos no son capaces de encarar, porque su propia existencia los deja muy limitados. Esta es una de las funciones del payaso: ser un revulsivo frente a las cosas que no somos capaces de comprender y, dentro de nuestra pequeñez universal, podernos reír de nuestra propia situación”. Yo les pregunto, al paso que vamos, será que ¿los payasos estamos en peligro de extinción? Porque esto sucedería cuando la situación humana de la que habla Tortell llegue a un punto en el que no podamos reírnos más… Y ¿qué tan lejos estamos de ello?