Diputados y gobernantes “deschabetados”
Alberto Vieyra G. lunes 3, Feb 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Diputados al psiquiatra o al manicomio? ¿Y el Presidente, senadores, gobernadores y prófugos de la justicia, también? El dinosaurio Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Laso de la Vega le dio al clavo la semana pasada con esa histórica declaración de: “Hay necesidad de implementar acciones psiquiátricas en San Lázaro…hay trastornos”.
¿Qué “lorenzos”, además de Gerardo Fernández Noroña, serían los primeros en acudir al psiquiatra para que les receten Epamin, Tafil, Carbonicetina, Tofranil, Praxil o el Prozac, que toma de por vida el ex presidente Vicente Fox y que “apendeja” a la gente? ¿Será que don Porfirio quiso decir que muchos diputados como su líder morenista, Mario Delgado, que hace honor a la “Chimoltrufia” porque, así como dice una cosa, dice otra requiere de irse a pasar unas vacaciones al San Bernardino y con una camisa de fuerza para que no hagan tanto daño, sueltos? O ¿Sería mejor mandarlos al manicomio?
La cuestión es que Muñoz Ledo, el ejemplo más patético en México y quizá a nivel mundial en materia de transfuguismo político no anda muy errado, pues viéndolo bien, la mayoría de los 500 diputados federales y a un “titipuchal” de locales se les “patina el coco” y francamente, hay que mandarlos al psiquiátrico y con otros especialistas, pero antes de que obtengan el “hueso” electoral, porque ya con él, se vuelven insoportables e inalcanzables. Cuando andan en campaña electoral, a todo el mundo le pelan la mazorca, lo tutean y se saben hasta de memoria el nombre de la abuela y hasta de los perros, pero ya cuando fueron electos se vuelven “ojos de hormiga” y no los encuentra uno ni en el calendario.
El asunto es, ciertamente, digno de análisis y que ni mandado a hacer para la psiquiatría. Pero ¿solamente los diputados?… y ¿el Presidente de la República estará bien del “coco” o “se le irá el avión” presidencial?
Vicente Fox, durante la campaña presidencial y ya instalado en Los Pinos tuvo más de 500 dislates y ocurrencias dignas de análisis psiquiátricos, como aquella de “las lavadoras de dos patas” refiriéndose a nuestras mujeres, o que “el PRI es tan famoso como la Coca-Cola” o el “nomás comes y te vas” y el “yo ¿por qué?”.
Otro caso para la araña, o mejor dicho para la psiquiatría, es sin duda Andrés Manuel López Obrador con su “me canso ganso”, “abrazos y no balazos” refiriéndose a las mafias criminales, el “pueblo bueno y sabio”, “la mafia en el poder”, “un pueblo feliz, feliz, feliz” y tantos otros términos que lo han convertido en un gobernante chunga. ¿Puede ser tomado en serio un gobernante con tantos dislates que lo convierten en un caso digno de estudio de la psiquiatría? El respeto se gana ¿cómo?: Con acciones de gobierno que merezcan el respeto ciudadano. Y qué me dice usted de Donald Trump, la bestia trumpiana ¿verdad que ese está más loco que una cabra?