Las cárceles, ¿abandonadas?
¬ Augusto Corro viernes 31, Ene 2020Punto por punto
Augusto Corro
Pues sí. Parece que ninguna autoridad tiene interés en atender la seguridad en las prisiones mexicanas. Los internos ya saben que ellos son quienes gobiernan en las cárceles.
La rehabilitación de los presos es utópico. Son los poderosos económicamente quienes controlan los penales. De la corrupción en esos sitios todo mundo sabe, pero ninguna autoridad la combate.
A esos problemas se debe añadir la sobrepoblación en los reclusorios en casi todo el país. El ambiente carcelario solo beneficia a los reos que tienen recursos para sobornar a las autoridades, con el propósito de vivir como reyes.
La vida de algunos presos es casi igual, o mejor, que personas que viven en libertad. Ahí están por ejemplo las celdas para gente muy importante (VIP) con equipo de telefonía digital, televisión, camas cómodas, etc.
Como se dice coloquialmente, los reos se la pasan tranquila. Les funciona su trabajo de extorsionadores desde la prisión. En el interior realizan toda clase de delitos, que incluyen la venta de drogas.
Solo cuando ocurre una tragedia mayúscula o se fugan delincuentes conocidos es cuando las personas se acuerdan de esas escuelas del crimen que hacen las veces de penales.
Cabe señalar que las pugnas entre los internos arrojan masacres que luego se olvidan. A pesar del número de delitos que se cometen en las cárceles, se podría apostar a que poco o nada cambiará la vida interna de las prisiones.
Si usted amable lector quiere confirmar lo que señalamos líneas arriba, únicamente basta con que lea los periódicos que consignan tales hechos. Hoy tratamos el tema porque tres integrantes del Cártel de Sinaloa se fugaron del Reclusorio Sur de la Ciudad de México, el miércoles en la madrugada.
Ellos son Víctor Manuel Félix Beltrán (a) El Vic, operador financiero de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán; Luis Fernando González Meza, y Yael Osuna Navarro, todos con órdenes de extradición a Estados Unidos.
Se trató de una fuga perfecta sin derramamiento de sangre. Los reos que escaparon contaron con la ayuda de propios y extraños. Participaron los custodios, funcionarios y cuantas personas que usted, amable lector, se imagine.
Para abandonar la prisión, los tres narcos tuvieron que atravesar por cinco rejas, que, supuestamente, tenían candados muy seguros. Treparon a una camioneta oficial y así salieron del reclusorio.
¿Qué sigue? Por el momento la ola de declaraciones de las autoridades en el sentido de que ya se hacen las investigaciones para determinar qué fue lo que realmente ocurrió en el penal y quienes ayudaron a los reos a escapar.
Tras la investigación, los responsables serán juzgados y castigados. Fin de la historia. Los fugados se irán a Sinaloa a festejar su libertad, con el beneficio de que no serán extraditados a Estados Unidos.
Por otra parte habrá una discusión para que se determine él porque de la reclusión de delincuentes de alta peligrosidad en penales de nula o mediada seguridad, en lugar de las cárceles de mayor vigilancia.
Lo que sí queda claro de la fuga de los narcos, es que en ninguna prisión mexicana se puede evitar las fugas. Un maestro del escape de penales es Joaquín El Chapo Guzmán, quien huyó de la prisión de Puente Grande (Puerta Grande); Jalisco; así como de “El Altiplano”, en el Estado de México.
Según las estadísticas, del 1 de enero al 31 de octubre pasado se registraron mil veintinueve incidentes como homicidios, suicidios, riñas, motines, desórdenes y abusos en las prisiones mexicanas. Ocurrieron 902 en los llamados elegantemente Centros de Readaptación Social (Ceresos) y 127 en Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos).
Los hechos que predominaron fueron las riñas, con 482 en los ceresos y 124 en los ceferesos; los abusos, con 196 solo en los ceresos; y en el tercer sitio los desórdenes, con 92 en ceresos y 2 en ceferesos.
Uno de los eventos más trágicos fue el registrado el 10 de febrero de 2016: 49 internos perecieron en el penal de Topo Chico, ubicado en Nuevo León.
El 1 del presente año se informó de una riña en el penal de Cieneguillas, en Zacatecas, en la que perdieron la vida 16 reos.
Desafortunadamente nadie puede decir que no volverán a registrarse fuga de internos en los penales mexicanos y que ya se terminaron las acciones penales en esos centros de reclusión, ahora verdaderas escuelas del crimen.
Feliz fin de semana.