¿Ángel o demonio?
¬ Mauro Benites G. jueves 30, Ene 2020Municiones
Mauro Benites G.
La situación política que vive el país confirma que cuando se promete por un grupo de líderes implantar el cielo en la tierra: surge el infierno. A unos meses del triunfo indiscutible como candidato de Morena, el perfil triunfador sufre un mimetismo que lo hace actuar simultáneamente e incongruentemente, como presidente y/o como candidato en campaña. Y es en ese momento cuando se descubre su verdadera personalidad e intención de ser y lo que será.
La afirmación de que el hombre entraña mezcla de “ángel” y “demonio” es tan conocida como impugnable. Si hemos de suscitar cualquier discusión sobre esta perogrullada, añadiré que el hombre no sabe cuál de los citados espíritus prepondera en su persona ni si ambos actúan a un mismo tiempo, de su suerte que el “ángel” se valga del “demonio” y éste se justifique ante aquél. Pero lo cierto es que afirmo con lo dicho que el ser humano está satisfecho cuando triunfa, sea en nombre de los valores teóricos, logrados y examinados a fondo, sea el de su propia híbrida, solapada y proteica “naturaleza”. Lo cual tiene su mayor expresión en la política, porque ésta influye, tanto en la actividad de una nación, como en la sociedad de la misma, por no decir en la vida de todo ciudadano, y es, por lo mismo, una de las actividades más completas y valoradas. Esta circunstancia se debe principalmente a que representa la concentración de la vida y es más completa y totalitaria que la “economía concentrada en unas cuantas manos”, y que Lenin conceptuó de política y llego a esta conclusión inducido por el dogma referente a la superioridad de la economía respecto de la política, si bien esto no le impidió ser resueltamente totalitarista y, por consecuencia, uno de los políticos más totalitarios. De ahí que el político, el de “carne y hueso”, para quien la política es profesión y sacrificio en nombre de “altos” ideales y de dotes creadoras personales como AMLO, no es un ser angelical ni demoniaco. No lo es, por cuanto estos calificativos, vulgarizados por sus electores, no son aplicables al político ni al “populista”.
Tampoco un “populista”, se distingue solo de los demás por su elevado espíritu “mesiánico”. Esto no obsta que los que votan a la política estén dotados asimismo de tal espíritu es decir los electores. No, el político no puede ser ángel, ni demonio, cuando se dedica con plena responsabilidad al quehacer político y procede con resolución, audacia y precaución entre la victoria y la derrota claro, sin rencor social señor candidato ganador.
Con lo cual no pretendo anunciar nuevas ideas, porque, según Aristóteles y Maquiavelo, es difícil decir algo nuevo acerca del tema político, ni llevo intención de meterme en teorías. Intento única y exclusivamente desmenuzar y exponer lo más esencial de la personalidad de AMLO y su pensamiento político, y hacerlo conforme a sus acciones y sucesos personales.