Datos biométricos ¿Quién los debe resguardar, INE o Segob?
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 27, Ene 2020Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Credibilidad y confianza ciudadana avalan al órgano electoral
Una de las principales motivaciones del surgimiento del entonces Instituto Federal Electoral, actualmente INE, fue que los ciudadanos mexicanos ya no creían en los procesos electorales que se organizaban desde la Secretaría de Gobernación, ya que parecían eventos más de control político que de representación o participación democrática, por lo que entre los principales aplausos hacia el nuevo organismo fue que el padrón saliera de las manos del gobierno y éstos se resguardaran única y exclusivamente con fines electorales y de participación ciudadana e incluso que las credenciales de elector sirvieran como documentos de identificación oficial, pero nada más.
En ese contexto, resulta extraña la petición que en estos tiempos ha planteado la secretaría de Gobernación al Instituto Nacional Electoral en el sentido de que les entreguen la base de datos biométricos de las y los mexicanos inscritos en el Padrón Electoral con la idea de generar una “cédula de identidad ciudadana”.
La medida, así se ve, es como querer retrasar las manecillas del reloj en un espacio de treinta años, cuando, ante los constantes conflictos electorales, los partidos políticos de oposición al régimen presionaron para quitar el tufo de control gubernamental a los procesos electorales, dando un paso importante a la vida democrática del país, misma que, desde 1990, cuando se crea el entonces IFE, los ciudadanos en general siguen dando un voto de confianza a las acciones de participación ciudadana que éste organiza.
No obstante que durante el funcionamiento de los primeros seis años el nuevo instituto electoral operó bajo la coordinación, como cabeza directriz, de la secretaría de gobernación, con el tiempo el organismo siguió evolucionando con resultados cada vez más eficaces, transparentes y de mayor credibilidad sin que eso quiera decir que funciona en la perfección, pero sí ha alcanzado la confianza ciudadana en la mayoría de sus actos, sobre todo porque goza de autonomía e independencia frente al poder ejecutivo y los partidos políticos.
La utilización del registro o padrón electoral con fines políticos, como la compra de votos mediante la entrega de dadivas, la difusión de obras públicas con propaganda política, la coacción o el condicionamiento para la entrega de servicios o programas sociales, son acciones que deben quedar en el pasado ya que, aunque no se han erradicado del todo, su sola presencia genera conflictos electorales y antes también generaba suspicacias de que, desde la secretaría de Gobernación, el gobierno en turno manipulaba e influía en los procesos electorales como una forma de mantenerse en el poder.
A treinta años de distancia de la creación del organismo electoral, hoy INE, se puede decir que el balance de su trabajo en general ha sido positivo y también que los datos que la ciudadanía ha depositado bajo su resguardo como dirección, fecha y lugar de nacimiento, huella dactilar, nombre completo y fotografía, entre otra información, están en buenas manos, de ahí que compartir esos datos no parece lo más adecuado y, en todo caso, tal vez lo que se debe hacer es reforzar los mecanismos de secrecía de la misma, porque eso sí algo quiere el ciudadano es que dicha información tenga una garantía de confidencialidad, sean intransferibles e inviolables. Que conste.
VA MI RESTO.- Hablar de los orígenes del hoy INE, implica hablar de por primera vez unas elecciones democráticas, de por primera vez unas leyes o reglamentos electorales, de por primera vez un debate presidencial, de por primera vez un resguardo seguro de nuestros datos como ciudadanos, de por primera vez un sistema más o menos competitivo entre partidos políticos, de por primera vez una vigilancia del destino de las prerrogativas que reciben las siglas partidistas, de por primera vez un tribunal electoral y muchos otros etcéteras que en material electoral se empezaron a construir cuando muchos de los integrantes del actual gobierno y del partido en el poder eran oposición.
La lucha de los partidos llamados chiquitos o de representación minoritaria inició mucho antes del surgimiento mismo de las instituciones electorales actuales y su andamiaje legal, uno a uno, se fue construyendo gracias a que esas minorías alzaron la voz en su momento para exigir sus derechos a participar y ser tomados en cuenta sus ideales, por ello también exigieron el resguardo de los datos ciudadanos en un organismo ajeno al gobierno.
El actual INE fue creado con la reforma política de 2014, pero si hay una fecha que el ciudadano debe recordar o conocer en materia de evolución democrática, sin duda, es el año de 1977, cuando el político con ideas liberales, entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, impulsó debates de gran alcance con la comunidad académica y las expresiones políticas del momento, dando origen a cambios constitucionales que a la larga dieron vigor a nuestro sistema democrático, en constante evolución desde entonces.
Hoy nos enteramos de que hay una petición del gobierno federal para que la base de datos biométricos que resguarda el INE les sean entregados, de ahí la consideración de que esta solicitud deba partir de un framing o encuadre que nos permita entender o interpretar el por qué de esa idea, entonces tal vez primero hay que impulsar un debate serio sobre el tema y después tomar una decisión, sin olvidar que muchos de esos debates han llevado a México a mejorar sus instrumentos democráticos y si la gente decide que sea gobernación ahora quien también maneje esa base de datos, pues que así sea, pero en principio esa petición, así, a simple vista, parece un retroceso o en términos más coloquiales, una prueba superada, y hasta ahí porque como veo doy.