Chivos expiatorios
Freddy Sánchez jueves 16, Ene 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La ruta para “devolverle al pueblo lo robado”, está más que clara: detectar los bienes mal habidos para su reparto en sociedad.
Una tarea que de hacerse a todo lo que da la capacidad institucional, ameritaría la reconsideración de un plan nacional de alto calado.
Y con ello, poder dinamizar la concentración y distribución de las riquezas recuperadas, cuyo volumen podría superar todas las expectativas, si se actúa con la misma prontitud como suele indagarse el destino de ciertas adquisiciones provenientes de una acumulación de dinero con fuerte olor a corrupción.Tal como ocurrió con el descubrimiento de bienes inmobiliarios fuera del país a nombre de Genaro García Luna, familiares o prestanombres.
Y es que antes de trascurridas dos semanas de la detención en los Estados Unidos, de quien fuera alto funcionario en las administraciones panistas de Fox y Calderón, las autoridades mexicanas detectaron la existencia de propiedades y cuentas bancarias en Allende el Bravo, aparentemente conectadas con el aludido. De inmediato se procedió a promover el aseguramiento de dichos capitales inmobiliarios y en efectivo.“La vara de la justicia”, creció con extraordinaria elasticidad como si algo mágico le diera un poder de omnipresencia sorprendente.
De modo que estando de por medio la firme convicción de “ir a la caza” de las grandes fortunas de la corrupción y la delincuencia organizada, simple y llanamente, sería cuestión en “fijar la mira” en objetos dignos de ser atrapados sin más demora.Así que dondequiera que se escondan los productos ilícitos de las actividades delictivas, es menester emprender las acciones pertinentes con el apoyo de la ley, a fin de recurrir al decomiso de aquello que tenga un origen dudosamente legítimo, una vez que sus poseedores no sean capaces de demostrar su legal procedencia.
Claro que en ese sentido, los perseguidos tienen que ser “los pollos gordos” de la corrupción y de las mafias del delito, (familiares, amigos y prestanombres), y no simples “pelagatos” del crimen con medianas o pequeñas fortunas mal habidas.
En ese aspecto, primero que sean los ricos y después en todo caso sus esbirros y “contlapaches” de poca monta, puesto que en el combate a la deshonestidad pública y privada como lo prometió Andrés Manuel, “las escaleras deben barrerse de arriba para abajo”, y no al revés.
Con relación a lo del señor García Luna, es de demandar que se llegue hasta las últimas consecuencias, en la persecución judicial de todos los involucrados en actos de contubernio con cárteles de la droga.
De tal suerte que quienes en el gobierno o la iniciativa privada se hayan coludido en actividades de corrupción en asociación con las mafias del delito, en tiempos de Fox y Calderón, habiendo estado en conexión con los presuntos delitos de Genaro García Luna, tienen que ser atrapados para obligarlos a responder de sus ilícitos y de paso “devolverle al pueblo lo robado”.
Porque cada peso ilícito, producto de actividades delictuosas con apoyo oficial, evidentemente significó un daño patrimonial al interés público por la desviación o mal uso de recursos financieros institucionales con el reprobable propósito de favorecer actividades criminales, lo que requiere una puntual compensación a las víctimas del delito en lo particular, y a la sociedad, en lo general.
En ese tenor, es necesario reclamar mucha firmeza y a la vez cautela al actuar contra el presunto enriquecimiento ilícito. Y es que si, por una parte, actuar enérgicamente contra los corruptos de altos vuelos, es justo y necesario, nadie que pueda demostrar el origen lícito de sus bienes, debe ser objeto de abusos ni arbitrariedades con el afán innoble de despojarlo injustamente de lo que se presuma como producto de su trabajo o esfuerzo y mérito personal. Eso evitará una réproba cacería de “chivos expiatorios”.