¿Para qué esa faramalla de la no reelección?
Francisco Rodríguez jueves 16, Ene 2020Índice político
Francisco Rodríguez
Desde templetes aparentemente cívicos convertidos en adoratorios de zarandajas políticas, en los más remotos lugares de la geografía nacional, acompañado siempre por notables estatales, el Caudillo pontifica sobre su futuro próximo, más próximo de lo que cree. La cantinela va tomando forma de lo ridículo.
No les voy a fallar, dice, yo sólo llego al 2024, soy maderista, no me voy a reelegir, expectora. Los templetes artillados, convertidos en adoratorios de máximas morales que nunca vienen al caso, escenifican otra de las tragedias mexicanas. El asesino de sí mismo es el centro y el pastor.
¿Por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? se preguntan los asistentes. Azuzados por los organizadores del evento parece que quieren saber los íntimos motivos del Caudillo, pero no es así, forma parte de la comparsa acostumbrada por quienes quieren quedar bien con el inconsulto tabasqueño.
Nadie quiere saber si él piensa reelegirse. Sin embargo, se compele a hacer repetidamente, cada que sale a esconderse a provincia a perder el tiempo y a eludir sus obligaciones esenciales, un voto de humildad fuera de tono y de programa. Es anticlimática su posición, el retintín desborda toda posibilidad de cordura.
Los delitos del Caudillo en contra de la Nación, a segundo plano
Si el Caudillo no piensa reelegirse, ¿qué caso tiene llevarlo todos los días a la plaza pública del olvido? Parece más bien una obsesión paranoica que sólo revolotea en su mente, aterida por el cúmulo de problemas sin resolver. Otra forma de perder el valioso tiempo reducido a un espacio sexenal.
Repite siempre los delitos cometidos por sus tristes y oscuros antecesores en la silla presidencial. Pero los delitos de él contra la economía popular, la salud pública, la seguridad y la destrucción del país están pasando a un segundo plano, donde nadie es capaz de preguntarle qué pasa en esos rubros.
Mientras perora, el panorama nacional se inunda de las peores noticias posibles. Los aumentos de precios en cascada de los comestibles populares, la pésima situación de los indicadores económicos, las masacres recurrentes en el campo y en las ciudades pueblan el panorama que se tiñe de sangre inocente.
El abandono radical del presupuesto en favor de los pobres pasa lista de presente en un país que se ahoga en la improvisación, las ocurrencias y los errores de los designados. La frontera límite de la barbarie se acerca peligrosamente a lo que pudiera calificarse como delitos de lesa humanidad.
Error de principiante el creer que Morena llegó para quedarse
Pero el Caudillo sigue insistiendo en su encíclica rupestre de que no buscará la reelección. ¿Quién lo empuja a tales afirmaciones? ¿En base a qué prodigio del túnel del tiempo el Caudillo se adelanta cinco años al futuro político de un país que cada vez tiene menos futuro?
¿Cree en verdad que Morena llegó para quedarse? Si es así está incurriendo en un error de cálculo de principiante. Ningún partido puede sobrevivir a la hecatombe política y social que él está dirigiendo. Muy pocos mexicanos, de los cinco millones de votos duros que según todas las mediciones serias le quedan en la alforja, estaría dispuesto a repetir el aquelarre.
El pueblo, dañado de tanta promesa incumplida del Caudillo
El fenómeno de Tepetitán ha sido un experimento demasiado caro, una apuesta que ha extenuado a la Nación, un birlibirloque imposible de aguantar más allá del 2024. El movimiento se ha desdibujado a grados insostenibles, la imagen exterior del país anda por los suelos latinoamericanos y mundiales.
La protección y el blindaje que se ha hecho de la corrupción no tiene paralelo en un sistema que se ostente democrático. Las oportunidades únicas de barrer contra los delincuentes políticos y organizados no volverán a repetirse con esa magnificencia. El pueblo quedó dañado de tanta promesa incumplida, de tanta expectativa fracasada.
Un bloque de partidos de oposición pondría en aprietos a Morena
Si el Caudillo o sus “contlapaches” piensan que el debilitamiento actual de los partidos de oposición no tiene remedio, se equivocan de cabo a rabo. Posiblemente ningún partido tenga los arrestos para catalizar la decepción popular, pero en bloque, en un frente común, falta por ver de qué son capaces, acumulando las fuerzas regionales de sus membresías.
Deben irle bajando dos rayitas a la soberbia, porque el horno no está para bollos. La devaluación de la moneda está en puerta. La hambruna viene a galope. El crédito internacional de México está sufriendo los estragos del riesgo país que por ahora muestra una tendencia ascendente incontrolable. La salud pública nacional está sufriendo uno de sus mayores embates.
El Imperio chiquito poco puede hacer para salvarlos, una vez que cayeron ingenuamente entre sus mandíbulas. Los Estados Unidos están atrapados en la desesperación del triple déficit fiscal, financiero y económico que no tiene para cuando. También allá la confianza pública ha sufrido una merma irreparable.
Por AMLO, todos los mexicanos estamos embarcados con Trump
El mundo controlado ahora por las naciones ricas emergentes –un polo de desarrollo indudable– nos mira con desconcierto y con franca desconfianza, porque el Caudillo con su miedo a los anaranjados del Norte dejó pasar una oportunidad de oro para sumarse al concierto de los países serios.
No tuvo el equipamiento para jugar en las grandes ligas y se sometió de cuerpo entero a los designios republicanos de la reelección presidencial en aquel país. Ahora todos jugamos con esa casaca, y ésa es imposible de despojar de un solo plumazo. Todos los mexicanos estamos en la barcaza de Donald Trump.
A menos que el Caudillo esté esperanzado en la jugada magistral de Olga Sánchez Dávila, fraguada para sostener en el Instituto Nacional Electoral al vulgar Lorencillo Córdoba de confiar todos los comicios venideros a los datos biométricos que solicitan para el mayor control poblacional…
… y a la nueva credencial patito de elector, mandada a confeccionar con tinta de fácil borrado, con el fin de multiplicar los votos a favor con las simples jugarretas del pasado: el “ratón loco” y el “taqueo” en las urnas.
Jamás podrá haber reelección, aunque el Caudillo se afane en ello
Fuera de ahí, ningún analista encuentra una explicación posible a la soberbia de asegurar que seguirán barriendo en las elecciones federales, continuarán teniendo el carro completo para hacer de la voluntad popular una engañifa monumental, manchada desde hoy por el descrédito y la vergüenza cívica.
Fuera de ahí, jamás podrá haber reelección, aunque el Caudillo se afane en cada aventura de villorrio en decirle a todos los mexicanos que es orgullosamente maderista. Porque hasta ahora, nadie le cree, excepto los beneficiarios del tinglado, los favoritos trepados en el templete ranchero.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En un ensayo para la Escuela Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Fernando de la Peza Berríos y Alexander Reyes Guevara sostienen que “es cuestionable el accionar de presidentes o expresidentes que manipulan el derecho a ser elegidos o electos tratando de hacerlo pasar como un derecho humano y no como una opción a un derecho político, peor aún, tratan de legitimar con la decisión de ‘las mayorías’, violentando la Constitución, considerada en los Estados democráticos como el documento supremo que hace posible la legalidad y la soberanía de cualquier país. La reelección como derecho humano es un discurso que debe sofocarse por su falta de legitimidad, de legalidad, de congruencia con los verdaderos derechos humanos. La validación de este tipo de argumento es un peligro en la maduración de la democracia de los países de América Latina, porque obedece a intereses y propósitos personales que en nada ayudan al desarrollo de las sociedades que al final serán sometidas a esferas de poder.”
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