Hay que regresar a lo básico” en la atención a niños y niñas.
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 13, Ene 2020Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Convivencia y mucha comunicación. La fórmula
Lo sucedido en el Colegio Cervantes, estado de Coahuila, es un tema que no debe pasar de largo en los sectores educativo y de salud, en el poder Legislativo y mucho menos en el ámbito familiar, por lo que en general la sociedad en su conjunto debe preguntarse ¿qué estamos haciendo mal en la atención de niños y jóvenes?, porque el asesinato de una docente y varios heridos de bala por un menor y el suicidio posterior de éste, lo menos que debe provocar es una reflexión y una alerta para que esto no se vuelva a repetir.
El viernes pasado, a unos minutos de haber iniciado clases en el referido centro educativo, un alumno, de apenas 11 años, que cursaba el sexto año, inició una balacera y luego se suicidó.
Reflexionar sobre el asunto, sin duda, nos debe llevar a una revisión de varios aspectos, como el estado emocional del menor o si debe replantearse el programa de mochila segura, pero las interrogantes que en principio deben atenderse son la que surgen respecto a la posesión del arma de fuego: ¿Qué hacía un niño con dos armas cortas, calibre 22 una y calibre 40 la otra; cómo llegaron a sus manos; quién se las facilitó?
Hoy se habla del niño de Torreón del colegio “equis”, pero el tema no se debe abordar de manera aislada y mucho menos observase como un asunto de carácter local o incluso con sesgos políticos, como ya alguien en redes sociales lo expresó diciendo que el niño es una primera generación de la violencia del pasado, por favor, el tema es de ahora y las causas son muchas, pero tal vez la primera hace referencia a la familia, como el olvido, la desintegración, el descuido, la sobreprotección, y un largo etcétera de elementos sobre los que hay que reflexionar y actuar.
En ese sentido, en esta entrega retomaremos varios párrafos de un artículo escrito por el psiquiatra Luis Rojas Marcos, ya que sus sugerencias pueden ser de mucha utilidad en el análisis sobre la atención que se debe dar a los menores y de la cual el autor habla de una tragedia silenciosa que, hoy por hoy, se desarrolla al interior de miles de hogares y habla de enfermedades que padecen niños y niñas, y que -por invisibles que parezcan- están ahí y no tienen la atención oportuna de los familiares más cercanos.
A la interrogante ¿Qué es lo que está pasando y qué estamos haciendo mal?, el especialista apunta que: “Los niños de hoy están siendo sobre-estimulados y sobre-regalados de objetos materiales, pero están privados de los fundamentos de una infancia sana, tales como: Padres emocionalmente disponibles; Limites claramente definidos; Responsabilidades, Nutrición equilibrada y un sueño adecuado; Movimiento en general pero especialmente al aire libre; Juego creativo, interacción social, oportunidades de juego no estructurados y espacios para el aburrimiento.
Y refiere que, durante los últimos años, los menores tienen en su alrededor diversos factores que contribuyen a alimentar lo que él llama tragedia silenciosa: Padres distraídos digitalmente; Padres indulgentes y permisivos; Un sentido de derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtenerlo; Un estilo de vida sedentario.
¿Qué hacer?, se pregunta el especialista y nos lleva a toda una serie de recomendaciones que bien podemos retomar como una fórmula de cómo brindarles una mejor atención y calidad de vida a niños y jóvenes. Hay que volver a lo básico ¡Todavía es posible!, propone, de entrada, Rojas Marcos:
Establezca límites y recuerde que usted es el capitán del barco; Ofrezca a los niños un estilo de vida equilibrado lleno de lo que los niños NECESITAN, no sólo de lo que QUIEREN. No tenga miedo de decir “no” a sus hijos si lo que quieren no es lo que necesitan; Limite la comida chatarra; Pase por lo menos una hora al día al aire libre haciendo actividades como: ciclismo, caminata, pesca, observación de aves / insectos; Jueguen juegos de mesa como familia o si los niños son muy chiquitos para juegos de mesa, déjese llevar por sus intereses y permita que sean ellos quienes manden en el juego.
Involucre a sus hijos en alguna tarea o quehacer del hogar de acuerdo a su edad (doblar la ropa, ordenar los juguetes, colgar la ropa, desembalar los víveres, poner la mesa, dar de comer al perro etc.); No los proteja en exceso contra toda frustración o toda equivocación, equivocarse les ayudará a desarrollar resiliencia y aprenderán a superar los desafíos de la vida.
En vez de darles el pez, enséñeles a pescar; Enséñeles a esperar y a retrasar la gratificación; Proporcione oportunidades para el “aburrimiento”, ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta; No use la tecnología como una cura para el aburrimiento, ni lo ofrezca al primer segundo de inactividad; Evite el uso de la tecnología durante las comidas, en automóviles, restaurantes, centros comerciales. Utilice estos momentos como oportunidades para socializar.
Enséñeles a reconocer y a gestionar sus propias frustraciones e ira; Enséñeles a saludar, a tomar turnos, a compartir sin quedarse sin nada, a decir gracias y por favor, a reconocer el error y disculparse (no los obligue), sea modelo de todos esos valores que inculca; Conéctese emocionalmente, sonría, abrace, bese, cosquillee, lea, baile, salte, juegue o gatee con ellos.
Las sugerencias hechas fueron escritas años atrás por el especialista, pero siguen vigentes y aunque las ideas se centran en socializar más las relaciones entre padres e hijos, el resorte del problema en comento también alcanza situaciones que hablan de contrabando de armas, jugosos negocios de alimentos chatarra, y otros factores que bien podrían analizarse y debatir desde un punto de vista legislativo, y hasta ahí porque como veo doy.