¿Y si son inocentes?
Armando Ríos Ruiz lunes 13, Ene 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
A partir de que se supo que la familia LeBarón solicitó una entrevista con Donald Trump,para pedir la intervención de investigadores del vecino país en el asesinato a sangre fría de nueve miembros de su familia, mujeres y niños y de que el mandatario habló de la posibilidad de declarar nacoterrorismo, la actividad de grupos de narcotraficantes en México, nuestras autoridades ordenaron la investigación del caso a toda prisa.
Se dijo que en nuestro país había elementos suficientes para enfrentar a los delincuentes y para resolver el asunto. Se dijo que por nada del mundo se permitiría la intromisión norteamericana en México, porque significaría una violación a nuestra soberanía y no se dijo nada de que las policías gringas están aquí desde hace muchos años y han hecho de todo. Bueno y malo.
Creo que podemos confiar con los ojos cerrados en nuestros investigadores, porque conocemos que desde hace mucho, utilizan técnicas científicas avanzadas, como la aplicación del chile piquín con Tehuacán en las fosas nasales; la “pozoleada”, consistente en atar a una tabla al investigado y sumergirlo boca arriba en un pozo con agua pestilente hasta que casi muere; los toques en las partes nobles y otras que arrancan confesiones al más pintado.
A finales de noviembre, los nuestros dieron los primeros resultados. Rodearon una casa en Janos, Chihuahua; echaron droga adentro y aprehendieron a los hermanos Héctor Mario y Luis Manuel “N”. Así lo denunciaron los familiares y hasta la familia LeBarón dudó de que se tratara de delincuentes efectivos. Líder, uno de ellos, del grupo denominado La Línea, como afirmaron los captores.
La familia se movilizó ante las autoridades locales de Sonora y Chihuahua para denunciar la detención de quienes consideró chivos expiatorios y luego solicitó el auxilio de las altas autoridades, pero no hubo respuesta. Ni siquiera se sabe que se iniciara una investigación para determinar si pertenecen a alguna agrupación criminal. Sólo están detenidos y punto.
Ante otras detenciones realizadas en Estados Unidos, los LeBarón han expuesto dudas de que se trate realmente de quienes participaron en la masacre. No se vale que se culpe a cualquiera, para elucidar de elucidar un caso tan lamentable. No se vale pues, que otros paguen por un crimen que no cometieron.
Este fin de semana, Estefanía Hernández, hija y sobrina de los dos detenidos, considerados por mucha gente chivos expiatorios, aprovechó la visita del Presidente López Obrador a Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, hasta donde se desplazó, para exponerle que sus familiares son inocentes y para ofrecerle pruebas de la inocencia.
“Regálame un minutito, señor. Soy hija del detenido en México. Es mi papá y mi tío. Yo sé que usted es justo y es honesto. No me haga cambiar ese concepto que tengo de usted. Ayúdenos, por favor. Es una injusticia lo que están haciendo con mi papá y con mi tío y nadie nos ha ayudado. Yo quiero confiar en usted y quiero que me demuestre que no estoy equivocada”, le suplicó.
El Presidente consoló con la afirmación de que “habrá justicia. ¡Ningún acto injusto!” Pero de acuerdo con lo que otros escucharon y palparon, se trató de una respuesta por dar una o para salir del paso.
La mujer mostró una gran decepción. Manifestó que esperaba más, porque le costó mucho llegar hasta él, para que la escuchara “y lo único que hizo fue decir lo que pensó que yo quería escuchar, pero lo que queremos son acciones, no nada más palabras”.
¿Y si los familiares de Héctor Mario y Luis Manuel tienen razón? ¿Y si los LeBarón, vecinos y otras personas tienen razón respecto a la duda sobre la participación de los hermanos? ¿Tendrán éstos y la familia, que soportar un encierro largo e injusto y que su vida se eche a perder, sólo porque a policías altamente capacitados en la investigación científica les gustaron para culpables?
Honestamente, se antoja muy necesaria la intervención del Presidente.