Guerras territoriales
Freddy Sánchez jueves 9, Ene 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
No más disculpas, ni plazos ni nada de nada. Este año debe hacerse sentir el poder institucional en materia de seguridad. Y la apuesta es que gane la República y no las mafias, en los meses por venir en la batalla contra el crimen organizado.
Y es que no sólo el clamor nacional contra la inseguridad pública recobró su estridencia, sino que para los actuales “dueños y señores” del mando presidencial y el que se ejerce en las dos cámaras legislativas federales, es de fundamental importancia echar atrás al hampa, en vez de que ésta continúe sentando sus reales en distintas partes del país.
La nación observa con especial atención lo que se realice en el combate a las mafias delictivas. Y lo que se desea es que se detenga la escalada violenta entre organizaciones criminales, adoptando las medidas de acción que en efecto permitan una baja en los hechos delictivos, en particular los que se caracterizan por una barbarie sangrienta.
El cierre del año pasado y el principio del actual, tuvieron saldos funestos que es imperioso afrontar con mejores técnicas de seguridad, tanto en lo preventivo como en lo persecutorio hasta lograr que los criminales se vean en la necesidad de recular.
Resulta indispensable, asimismo, desplegar un gran esfuerzo en materia de inteligencia y a través de esta herramienta incrementar la presencia de autoridades dispuestas a enfrentar a los mafiosos, en aquellos territorios donde se han convertido en tácitos propietarios del entorno, porque apenas se vislumbra un posible operativo policiaco y los integrantes de los grupos delictivos, lo saben con anticipación y por ende asumen las estrategias de defensa que les convienen.
Y ante la insuficiente eficiencia de los órganos policiales de inteligencia, es menester que se ajusten las medidas de control y supervisión entre los representantes de la ley, a efecto de evitar actos de connivencia con malosos del crimen organizado.
Porque, indudablemente, que el poder corruptor de las mafias criminales, continúa disuadiendo las acciones de autoridad encaminadas a “golpear” a los delincuentes, en donde resientan bajas sensibles en su poderío armado y financiero.
De ahí la urgencia de emplearse a fondo por parte de los responsables en materia de seguridad, poniendo en juego toda la capacidad disponible en la lucha contra las mafias del delito, incluyendo por supuesto las indagatorias que propicien el decomiso de bienes materiales de todo tipo, además de inversiones bancarias y participaciones empresariales, entre presuntos asociados con los principales líderes de los grupos delictivos.
Es menester ir con toda la fuerza del poder institucional hasta los más recónditos escondrijos donde el hampa guarde sus tesoros para proceder a su incautación, independientemente de que se identifique y detenga a posibles prestanombres de las mafias delictivas, sean parientes o amigos, políticos y empresarios, a los que se debe poner tras las rejas como medida necesaria para ejercer una presión distinta sobre las conductas delictivas.
En la medida en que los grupos criminales se ven en la obligación de cuidarse de nuevas y más efectivas acciones policiacas en contra de sus intereses patrimoniales, posiblemente, eso le quitará de la cabeza la idea de seguir expandiendo sus territorios a base de masacrarse entre ellos mismos, debiendo adoptar acciones que no limiten su capacidad de acción al perder su poderío económico.
Al menos esa esperanza se debe tener, respecto a que con medidas distintas a las adoptadas hasta la fecha contra la delincuencia organizada, ciertamente, éste año mejorará el nivel de seguridad en todo el país al bajar la actividad criminal, actualmente, más expansiva y brutal que nunca.
Y es que la verdad hace falta: “pegarle duro y a la cabeza”, a los “colectivos”, (palabra hoy de moda), que están metidos en la criminalidad, sin una contundente acción en su contra, lo que, obviamente, favorece entre hampones seguir creciendo merced a sus cruentas guerras territoriales.