Me despido con dolor…
¬ Gustavo Mora martes 1, Mar 2011Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
Nada más doloroso para quien ha aporreado las teclas de su vieja máquina mecánica por casi 60 años, que escribir la última columna, obligado por cuestiones de salud.
Después de ver el actuar de 10 presidentes de la República y de ser testigo de la instalación y funcionamiento de 16 legislaturas en el Congreso de la Unión, así como ver el desfile de más de 300 gobernadores que gastan con mexicana alegría los fondos que deberían ser intocables para dar rienda suelta a sus frivolidades, ya no reseñaré más lo que haga el siguiente jefe del Ejecutivo, el herradero en que algunos partidos han convertido al Palacio Legislativo por sus compromisos y falta de escrúpulos para ver quiénes ocuparán escaños y curules, la falta de control para poner freno a los gastalones gobernadores.
Puedo decir que cualquier tiempo fue mejor por la forma en que veo cómo se ejerce el poder presidencial, el cochinero que son algunas sesiones de la Cámara de Diputados y Senado de la República y falta de presencia y control políticos de los mandatarios estatales. Los partidos políticos no son ni sombra de lo que fueron en tiempos de Carlos Madrazo, Jesús Reyes Heroles, Adolfo Christlieb Ibarrola, Carlos Castillo Peraza o Vicente Lombardo Toledano.
Quedó roto el protocolo del Informe Presidencial. Tanto, que el jefe del Ejecutivo ya no se presenta en el Palacio Legislativo de San Lázaro para entregar el documento y enviar su Mensaje a la Nación que ahora se hace desde el Palacio Nacional, con un falso muro que dice lo que no es: Congreso de la Unión.
En el pasado quedaron la austeridad de Adolfo Ruiz Cortines ; el carisma de Adolfo López Mateos; el alto sentido de responsabilidad de Gustavo Díaz Ordaz; las locuras felices de Luis Echeverría Álvarez y sus delirios que lo llevaron a soñar con que podían otorgarle el Premio Nobel de la Paz o llevarlo a la Secretaría General de la ONU, con gastos millonarios en dólares para sus cabildeadores que resultaron vivillos, pero chambones; la buena estirpe y estampa de José López Portillo y su debilidad ante las mujeres que pasaron por su vida (Carmen, sus hijos, sus hermanas, la arquitecta, la ex nuera de otro presidente y Sasha Montenegro); la tibieza y mediocridad de Miguel de la Madrid Hurtado; el abuso del poder extendido a la familia, de Carlos Salinas de Gortari quien se despachó a 17 gobernadores y en cuyo sexenio resucitó el crimen político con los asesinatos del candidato presidencial priísta, Luis Donaldo Colosio Murrieta y su ex cuñado, José Francisco Ruiz Massieu; el antiPRI de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien se dio vuelo desincorporando del patrimonio nacional todo lo que se moviera para después convertirse en consejero y cobrar un suculento sueldo en los ferrocarriles privatizados; el grotesco gobierno de Vicente Fox Quesada quien se ganó a pulso el título de mandilón, por la forma en que lo maneja Martha Sahagún y su sueño guajiro de una candidatura presidencial heredada; y la forma en que Felipe Calderón Hinojosa mantiene la costumbre heredada del priísmo, de convertir su gabinete en caricatura, de tantos cambios.
Con pena, lo último que nos ha tocado ver, más valdría ni acordarse de la falta de presencia en la Presidencia del PAN, con los Martínez Cázares, César Nava (¡lástima de nombre!) Gustavo Madero (¡lástima de apellido!); y la falta de personalidad del merolico José González Morfín (¡lástima de apellidos!) al que se come crudo en la coordinación de legisladores panistas, Josefina Vázquez Mota. ¿Y para qué ocuparnos del desmoronamiento del PRD cuyos restos mortales pesarán en los hombros de quien tiene una forma totalmente tropical de ver y hacer la política: Andrés Manuel López Obrador y los pleitos internos entre las tribus perredistas?
No tiene perdón de Dios, la ironía de no haber modificado el artículo 82 constitucional para Carlos Hank González o Jesús Reyes Heroles, sino para beneficiar al hijo de madre española, Vicente Fox Quesada.
Quedan escritos nuestros testimonios por haber cubierto el vallejazo en tiempos de Adolfo López Mateos; el tlatelolcazo que asumió, pero no fue ordenado por Gustavo Díaz Ordaz; el halconazo dirigido desde Los Pinos por Luis Echeverría Álvarez; y el marcador que se mueve para un lado y el otro, en la guerra contra el crimen organizado.
Para justificar sus vendettas políticas, Miguel de la Madrid Hurtado inventó la Secretaría de la Contraloría de la Federación (actualmente de la Función Pública) que no logra quitarse la imagen de Carabina de Ambrosio y de elefante blanco para tapar las venganzas políticas de los presidentes en turno.
Y como humorismo negro o trivia de la política, quedan declaraciones como la de Sócrates Rizo a quien los que sí son priístas de verdad le gritan; ¡leeeeroooo!.
Es todo. Guardo mis libros: “Las mismas mulas” y “Bajo protesta de decir la verdad”, sin caer en el perjurio, los testimonios más completos sobre la forma en que veo a los precandidatos de los partidos políticos para el 2012 y lo que he visto y oído, en público y en privado, en 57 años de aporrear las teclas de mi vieja máquina mecánica de escribir.
El vocero sobregirado que pensaba tenerme bajo su control, está equivocado. Good bye.